Desde niña aprendió a ser reportera de guerra

Mié, 22/07/2015 - 11:27
En casi 50 años como periodista, Dorrit Harazim ha retratado ocho olimpiadas, la guerras de Vietnam y Camboya, el golpe contra el gobierno de Salvador Allende en Chile, los atentados contra las Torre
En casi 50 años como periodista, Dorrit Harazim ha retratado ocho olimpiadas, la guerras de Vietnam y Camboya, el golpe contra el gobierno de Salvador Allende en Chile, los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York, la primera Guerra del Petróleo en Emiratos Árabes y cuatro elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Ser testigo de la historia le ha dado el bagaje para que en la actualidad sea catalogada como una de las reporteras y editoras brasileñas más importantes. Su trabajo la ha hecho acreedora de numerosos reconocimientos y galardones. Fue homenajeada en el Congreso Internacional de Periodismo Investigativo de Sao Paulo, y obtuvo varios reconocimientos por su información deportiva, información científica y tecnológica, además del Premio a la Ciudadanía Mundial en 1999 y el Premio Comunicar y Abraji en el 2010. El Consejo Rector del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, integrado por Germán Rey, Mónica González, Jean-François Fogel, Jon Lee Anderson, Héctor Feliciano, Rosental Alves, Martín Caparrós, Sergio Ramírez, María Teresa Ronderos, Héctor Abad Faciolince y Joaquín Estefanía,  le otorgaron de manera unánime el galardón a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, que se entregará a cabo el próximo 30 de septiembre en Medellín en el marco del Festival del Premio GGM. Su origen Dorrit Harazim nació en la extinta Yugoslavia. A los cinco años, y junto con sus dos hermanos, padres y toda una cuadrilla de inmigrantes de la Segunda Guerra Mundial, llegó a Brasil. Desde muy pequeña se apasionó por las letras. Quería ser lingüista así que viajó a Alemania para estudiar en la Universidad de Heidelberg. Siguió sus estudios en La Sorbona en París donde se vio atraída por el debate de izquierda de la época. Lea también: Periodismo y política se pervierten entre sí: Juan Gossaín En mayo de 1968 París vivió protestas de grupos estudiantiles de izquierda que motivaron a Harazim a volverse reportera por casualidad. A los 24 años trabajó como investigadora en la revista semanal L’Express dirigida por Jean-Jacques Servan-Schreiber con Albert Camus y Jean-Paul Sartre como colaboradores. En aquella época, Dorrit Harazim conoció a dos ítalo-brasileños: Roberto Civita y Mino Carta, quienes la invitaron a hacer parte de una nueva revista en Brasil. Con la agitación que estaba viviendo París, vino la represión. Dorrit estaba fichada por el servicio de contraespionaje así que decidió probar suerte en otro lugar. En Octubre del 68, la periodista viajó a Sao Paulo para trabajar por primera vez en como reportera en la nueva publicación semanal llamada Veja que posteriormente se convertiría en la publicación semanal más vendida del país. A pesar de no saber mucho sobre el oficio, Mino Carta le enseñaba a ser periodista y a cómo comportarse, y José Roberto Guzzo, editor internacional de la revista, le ayudaba a perfeccionar el portugués. La falta de tecnología hacía la labor más dura. "Antes de las computadoras los jefes te garabateaban el texto. Después de la tercera versión, que viene con correcciones en rojo,  uno piensa: 'Esa palabra debe de ser una porquería'. Hoy en día, uno difícilmente tiene tiempo de releer lo que se ha editado en la computadora, y las oportunidades de un aprendizaje cotidiano son escasas. En aquel entonces esa enseñanza era más gráfica" afirma la periodista. Lea también: distractores: Leila Guerriero En la práctica En 1970, durante la guerra en Camboya y con 26 años, Dorrit Harazim fue la enviada especial a las regiones Neak Luong, Kompong Cham y Tonle Bet. Su labor era la de publicar relatos de guerra junto a reporteros veteranos con suficiente experiencia en el tema. El reto era demostrar tan alta calidad que no se notara algo de ignorancia respecto al trabajo de sus colegas. Quien le ayudó y puso sus pies en el suelo fue el reportero Henry Kamm del New York Times, ganador del Pulitzer en 1978 por su cobertura de la guerra de Vietnam. Kamm aterrizó a Dorrit con fuertes palabras que lograron entrar a la cabeza de la periodista y centrarla en su labor. La reportera aprovechó su conocimiento en varia lenguas y su experiencia como inmigrante para poder introducirse en los diferentes ambientes en los que se encontraba. De esa manera, logró entrevistar una noche en 1973 al emir de Abu Dabi en el palacio de verano de Al-Bahr así como estar entre más de diez mil atletas en las Olimpiadas de Londres. En 1980 Harazim llegó a la Unión Soviética para cubrir los deportes olímpicos. Curiosamente descubriría que sería su especialidad. Durante las olimpiadas en Moscú vio la oportunidad de escribir sobre la política desde el corazón del régimen. Encontró un estilo propio para hacer el seguimiento de deportes olímpicos y lo aplicó durante ocho Olimpiadas más, de tal manera que logró tener un bagaje en los deportes y deportistas, donde sus reportajes no se limitaban a las reglas de las competencias y sus ganadores, sino que analizaba la política deportiva de cada país, la fragilidad emocional de los atletas y la personalidad de los equipos con la sutileza necesaria para no dejar en evidencia a una persona solo porque eso sea lo "más sabroso". Dorrit_Harazim-01 Su trabajo  Viajó a EE.UU en 1988 junto a su esposo Elio Gaspari y su hija. Durante los cinco años en Nueva York la periodista cambió su forma de ver el reportaje. Gracias a su experiencia y contactos, logró quedarse durante una semana en la prisión Talavera Bruce en Bangu. Durante ocho días, Darrit vivió dentro de la cárcel, comió y realizó todas las actividades de una reclusa, se volvió confidente, psicóloga y hasta mensajera. Salió del edificio con mensajes para los novios de algunas internas y así fue como se ganó la confianza de las mujeres y conoció a Djanira Metralha, condenada a 200 años, y a Marta Pistola. Con ese reportaje, la periodista ganó un Esso, el principal permio de periodismo de Brasil. En 1999 incursionó en el cine documental. Trabajó en una serie de seis documentales sobre temas brasileños titulada Travessias que contaba diferentes historias reales. "Los documentales son el reflejo de mi interés por el brasileño invisible", dice Harazim. En Junio de 2008 publicó en la revista Piauí "El retrato de Cielo", la historial del brasileño que fue campeón olímpico de los 50 metros libres en los Juegos Olímpicos de Pequín. Durante el proceso de escritura, la periodista logró entender todo lo que rodeaba la competencia y se apropió del tema hasta tal punto de ponerse el 'body' de César Cielo. En el libro 'Notícias do Planalto' publicación sobre los entretelones de la prensa en Brasil, describen a Dorrit Harazim de esta manera: "...ideó un enfoque de los temas femeninos, apartándose de los dogmas del feminismo norteamericano y de las fórmulas de las revistas nacionales que consideraban a las mujeres como consumidoras de productos y servicios. Con una delicada sensibilidad hacia las miserias de la vida nacional —tal vez derivada de su visión como extranjera no acostumbrada a los mecanismos de explotación del patriarcalismo—, realizó innumerables reportajes que captaban el heroísmo cotidiano de brasileños anónimos. De temperamento didáctico y disciplinado, enseñó a decenas de reporteros a no darse por satisfechos con nada que no fuera lo excelente, lo mejor. En un medio predominantemente masculino, se impuso por su profesionalidad. Una profesionalidad por la que era temida (sus broncas escocían) y admirada (sus reportajes y ediciones especiales eran modelos de solidez y rigor). Dorrit servía también de referencia emocional en la redacción. Acogía en su sala a colegas con dificultades familiares, sicológicas, profesionales e incluso monetarias". Se caracterizó por ser "terrorífica como jefa". "Cambié en mi trato de los demás. Cambié conmigo misma, porque el rigor también valía para mí. Y cambié en mi forma de comunicarme con los otros. Pero no en el rigor. No es necesario, ni obligatorio, ni útil que el rigor se verbalice de manera categórica. Es posible conseguir el mismo resultado manteniendo el rigor y siendo más agradable con el interlocutor" dice Dorrit. Dorrit Harazim trabajó en Veja, en Jornal do Brasil en Río de Janeiro, en la editorial Abril y Piauí. Hoy en día, la periodista es colaboradora de la revista Zum de ensayos y fotografía. Publica una columna semanal en el periódico O Globo. Su secreto es mostrar detalles y explicar todo. Pasó de la reportería de guerras a contar la historia de personas anónimas destacando siempre los detalles más insignificantes. "Tengo la alegría de decir que, después de que me metí en esto, he sido siempre feliz".
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