El endemoniado Silvestre

Jue, 14/06/2012 - 01:30
Los Dangond Corrales eran muy pobres. Finalizando los años setenta, José ‘El Palomo’ Dangond había enamorado con varias serenatas a la bella Dellis Corrales. En s

Los Dangond Corrales eran muy pobres. Finalizando los años setenta, José ‘El Palomo’ Dangond había enamorado con varias serenatas a la bella Dellis Corrales. En septiembre de 1979 se enteraron de que iban a tener un hijo. Fue un niño que nació el 12 de mayo de 1980 y a quien bautizaron Silvestre Francisco. Pronto, ‘El Palomo’ se dio cuenta de que la música no le daría el dinero suficiente para mantener su hogar con todas las de la ley, entonces decidió partir de su natal Urumita (Guajira) para buscar trabajo en otras tierras. ‘Palomo’ se le medía a todo lo que fuera y trabajó en varios oficios, entre ellos, ayudante de un camión que iba a las rancherías de la alta Guajira.

La familia se pudo estabilizar cuando consiguieron montar un restaurante en el terminal de transportes de Valledupar. Dellis preparaba los almuerzos para los choferes, José atendía la caja, y Silvestre, con apenas diez años, ayudaba a recoger los platos de las mesas. En 1993 la situación empeoró, el negocio no rentaba lo suficiente y la pareja tuvo su primer gran altercado. Eso hizo que Dellis se fuera a buscar futuro en Bogotá, mientras tanto, José se quedó en el restaurante y Silvestre se fue a vivir con sus abuelos maternos.

Silvestre fue el niño mimado de la casa de sus abuelos. Comía mucho y su abuela le alcahueteaba sirviéndole más que a sus primos. En los juegos era el único hombre entre una decena de mujeres. El niño era quien dirigía a sus primas. Mandaba desde chico. Sus amiguitas eran quienes le hacían barra cuando se presentaba en concursos de canto en el colegio. Justo por esa época, contando con escasos 13 años, grabó su primera canción, escrita por Juvenal Daza y dedicada a Valledupar.

Silvestre DangondCuando era pequeño, a Silvestre Dangond le decían 'Chivas' porque el encargado de servir este whiskey a los veteranos vallenateros.

La parranda estaba en su ADN. En el colegio Parroquial El Carmelo, armaba “piquerías” en cada descanso. Silvestre y sus compañeros preferían quedarse en el salón cantando y buscando al mejor improvisador. El cuaderno argollado hacía las veces de guacharaca, el pupitre del profesor de caja y la voz de Silvestre imitaba los vientos de un acordeón. Nunca pudo con el inglés, pero la historia era lo suyo, cuentos y leyendas que ahora narra en sus discos.

Los viernes al atardecer, Silvestre se montaba en su bicicleta amarilla y se encaminaba hacia donde se reunían los veteranos parranderos. Llegaba al estanco en el cual se daban cita el acordeonista Iván Zuleta y el cantante Fabián Corrales. Con cada canción se iba acercando a ellos, hasta que, de un momento a otro, terminaba sentado sirviéndoles las bebidas y haciendo escuela. Sus nuevos amigos lo bautizarían con el alias de ‘Chivas’, por el whiskey Chivas Regal. Cuando se cansaban de cantar le cedían el turno al muchacho:

–Oye, ‘Chivas’, cántate una ahí –le decía el viejo Zuleta.

A mediados de los noventa, su papá decidió trasladarse a recuperar el amor de Dellis en Bogotá. Dejó el restaurante en manos del muchacho, pero la competencia estaba dura y era el momento de tomar nuevos rumbos. Silvestre llegó a la capital a vivir con su padre porque su mamá trabajaba de lunes a sábado como empleada de servicio doméstico en una casa del norte de la inmensa “nevera”, como llaman los costeños a Bogotá. Dellis se reunía con ellos los domingos, les dejaba lista la comida de la semana y le organizaba la ropa a su muchacho, que desde chico le gustaba andar sin una arruga en sus camisas.

Apenas llegó a la capital, Silvestre se metió de lleno en la música. Formó con un par de amigos un grupo vallenato y daba serenatas los fines de semana, animaba fiestas de cumpleaños y celebraciones empresariales. Iba y venía cada vez que podía a Valledupar, expresamente, a visitar a la que era su novia y hoy es su esposa, Pieri Avendaño.

En el año 2001, su padre logró reunir un millón doscientos mil pesos para matricular a su hijo en la facultad de arquitectura. Silvestre asistió solo 15 días a la universidad y no volvió jamás. Se escapó a Valledupar y meses más tarde regresó arrepentido pero con la promesa de convertirse en un cantante profesional. El viaje al departamento del Cesar, sin saberlo, le había traído la suerte de relacionarse con un buen amigo, el compositor y cantante Felipe ‘Pipe’ Peláez.

A su regreso comenzó cargándole los instrumentos a Peláez, escribía canciones y se las mostraba al reconocido manager Robert Meza. Los acompañaba a todas las presentaciones y algunas veces le permitían cantar una o dos canciones en las fiestas privadas. Pero sería el sanandresano Carlos Bryan Uribe y su amigo José Luis Masías quienes le darían el primer empujón. Una mañana de charla le regalarían un millón de pesos para que se dedicara por completo a sacar adelante su primera canción. ‘Pipe’ Peláez colaboraría prestando gratis su estudio.

Silvestre DangondSilvestre Dangond confesó ser un seguidor de Hugo Chávez.

Tres semanas después, Silvestre llevó el demo a Sony Music y ese mismo día firmó como artista de esa disquera. Sus días se concentraron en buscar composiciones, escribir las propias y conformar un buen grupo para encerrarse en un estudio y sacar un trabajo discográfico de mínimo 12 canciones.

–Silvestre dice que es artista de Sony Music –afirmaba su papá con algo de incredulidad.

Un miércoles de febrero del año 2002, recuerda doña Dellis, Silvestre llegó a las tres de la madrugada al apartamento que había arrendado la familia, detrás de cementerio central de Bogotá. Los despertó a todos, los llevó a la sala, sacó un CD que decía en la tapa “Tanto para ti” y lo puso en un viejo equipo Sanyo. Su papá estaba de mal genio porque debía madrugar a trabajar, pero cuando empezó la primera canción y escuchó la voz de su hijo su cara cambió. Fueron los primeros en oír el disco. Al ‘Palomo’ se le aguaron los ojos y finalmente los tres se abrazaron.

Lo primero que hizo Silvestre con el cheque que le llegó por su primer trabajo fue regalarle a su mamá una lavadora, para que no volviera a lavar a mano, y una secadora para no esperar tanto tiempo por la ropa. También contrató a una empleada para que doña Dellis nunca más volviera a planchar. Los cheques y las presentaciones seguirían llegando, pero el 2004 sería su año: nació su primer hijo, Luis José; se unió a uno de los mejores acordeonistas, Juancho De La Espriella; Colombia lo conoció por su canción “La Colegiala” y, finalmente, le cumplió la promesa que una vez le había hecho a su madre: le regaló una casa.

Los éxitos comenzarían a llegar año tras año. De 2004 a 2010 tuvo conciertos a reventar, fue el artista vallenato más vendido en el país, ganó discos de platino, rompió récord de ventas en Venezuela, el canal RCN lo contrató como mentor en el programa ‘Se busca interprete’, se creó un movimiento único denominado Silvestristas, El Canal Caracol lo buscó para conducir el programa Un minuto para ganar y uno de sus discos tuvo más de seis éxitos el mismo año.

Sin embargo, la felicidad no sería completa. Su carrera atrajo escándalos que por su nombre no pasarían inadvertidos. Puyazos y peleas de tarima contra colegas como Peter Manjarrés, el saludo que le negó a Jorge Celedón en una feria de Cali y hasta tratar de hipócrita al veterano Diomedes Díaz fueron registrados por la prensa nacional. El apoyo al movimiento chavista, en Venezuela, también le traería críticas en un momento en el que la popularidad de Álvaro Uribe Vélez no tenía precedentes.

Boda Silvestre DangondCon su esposa, Pieri Avendaño, tiene tres hijos.

Pero el escándalo más sonado se presentó el 25 de diciembre de 2010. El artista cantaba en el evento de clausura del Festival Tierra de Compositores, en Patillal (Cesar). Entonces, para celebrar la natividad de Jesucristo, Silvestre invitó a varios niños para cantar junto a él, entre ellos, Moisés Elías Molina Mejía, quién mencionó una frase que conmovió al artista: “¡lo quieren acabar, pero no han podido!”. Silvestre sacó dos billetes de cincuenta mil pesos para darle un aguinaldo, se arrepintió y sacó otros dos billetes para completar doscientos mil pesos mientras decía: “éste se los merece dobles”, luego le tocó los genitales, en un gesto que para muchos y hasta para la familia del menor, simbolizaba que “las tenía bien puestas”.

El caso fue censurado por diferentes columnistas de renombre en Colombia, incluso hubo una denuncia penal por abuso sexual, y el ICBF y la Procuraduría se pronunciaron sobre el incidente. Silvestre se vio obligado a salir y explicar la situación, pidió disculpas públicas y en enero de 2012 la Fiscalía precluyó el caso.

Otro escándalo ocurrió hace un par de meses, luego de que un asistente a un concierto le hiciera al cantante una señal ofensiva como con su mano. Enfurecido, Silvestre lo insultó y lo amenazó con mandarle a un guardaespaldas: “Si sigues jodiendo te mando los cacorusos que tengo aquí, pendejo”. Uno de los encargados de seguridad golpeó al hombre.

Otras situaciones no han pasado inadvertidas. El escándalo que protagonizó en el condominio Aguamarina Beach, localizado entre Barranquilla y Cartagena, donde amigos suyos, al parecer, hicieron tiros al aire.

El rompimiento profesional con su acordeonista, Juancho De La Espriella, también hizo eco en el mundo musical. En la red social Twitter hubo uno que otro puyazo de parte y parte, muy al estilo de los dos vallenateros, pero del asunto no se volvió a hablar más cuando Silvestre anunció que haría dupla con el reconocido Rolando Ochoa.

Sin embargo, su fama, canciones y fanaticada siguen creciendo. Muestra de ello fue el episodio que hace pocas semanas se presentó en Cúcuta, donde una decena de jovencitas se desnudaron en un concurso para obtener entradas a su concierto en esa ciudad.

Ese es Silvestre Dangond, un hombre que cuando sale a la calle se convierte en el centro de atracción, por lo que, en palabras del propio cantante, ha decidido “parar un poco”. Quiere irse del país un buen rato. Componer, descansar y pasar más tiempo con su esposa Pieri y sus hijos: Luis José, Silvestre José y el recién nacido, José Silvestre, para poder recuperar los días que no ha estado con ellos por andar “Silvestreando”.

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