El sacerdote más sexy del mundo

Sáb, 23/04/2011 - 13:00
La sombra del Papa mide un metro con ochenta centímetros, tiene ojos azules, la piel bronceada, el pelo plateado y se llama Georg Gaenswein. Él es el sacerdote más a

La sombra del Papa mide un metro con ochenta centímetros, tiene ojos azules, la piel bronceada, el pelo plateado y se llama Georg Gaenswein. Él es el sacerdote más apuesto del Vaticano, el hombre que siempre está al lado de Benedicto XVI para ponerle la estola, acomodarle el sombrero, sostenerle el micrófono, ayudarlo a subir y bajar escaleras, cuidar que el viento no le arrugue la sotana y protegerlo de la lluvia. Este alemán de 53 años, a quien llaman el “George Clooney del Vaticano”, es tan elegante que su imagen inspiró una colección de Versace.

Gaenswein nació en un pueblo de la Selva Negra alemana de 450 habitantes. Su papá se dedicaba a negocios de maquinaria agrícola. Durante toda su niñez y parte de su adolescencia, Gaenswein creyó que seguiría con la tradición familiar. Pero luego se interesó en la bolsa de valores; le llamaba la atención la sagacidad de los corredores y sus jugosos salarios. Por entonces, escuchaba a The Beatles, Pink Floyd y Cat Stevens, y salía con mujeres e iba a fiestas. Pero de manera súbita, repentina y constante lo empezó a asaltar una pregunta existencial y metafísica: “¿qué pasará después?”. Para tratar de responder este interrogante, estudió filosofía y teología. Se graduó como teólogo en la Universidad de Friburgo y luego hizo un doctorado en derecho canónico. En 1984 se ordenó sacerdote.

Su relación con el Papa comenzó en 1996, cuando Ratzinger era cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y lo llamó para que dictara una de las cátedras en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Desde entonces han trabajado juntos. Gaenswein recuerda que Ratzinger estaba incómodo cuando lo eligieron Papa; no quería ni esperaba que lo escogiesen. Ese día, Gaenswein se arrodilló frente a él y le dijo: “Padre Santo: te prometo mi obediencia, mi lealtad y mi aplicación en lo que requieras de mí. Estoy disponible para ti con todas mis fuerzas, sin reservas”.

Gaengswein se define como el “quitanieves” del Papa. Cuando fue nombrado secretario papal, su antecesor, el cardenal polaco Stanislaus Dziwisz, le entregó la vieja llave de la caja fuerte del Papa y sus papeles más confidenciales mientras le explicaba que su tarea era evitar que el Pontífice se sintiera sofocado: nada ni nadie podía afectarlo. Al final le dijo que tendría que descubrir cómo lograrlo por su cuenta. Eso ha tratado de hacer desde entonces. Es una suerte de editor, el filtro de la información que le llega al Papa.

Pero el Papa Benedicto XVI no es el único acosado. A Gaenswein también le llegan cartas de admiradoras, acaso las mismas que le gritan emocionadas cuando pasa el carro del Papa, como si en vez de un cura solemne de sotana negra transportara a Elvis Presley.

Monseñor Gaenswein tiene fama de ser retrógrado y severo. Ha atacado con firmeza las leyes que defienden el aborto y es muy apegado a las viejas tradiciones católicas. Sin embargo, muchos aseguran que fue Gaenswein quien asesoró al Papa para que luciera accesorios exclusivos, como zapatos Prada y gafas Gucci y Serengeti, e incluso un reloj Cartier.

Gaenswein no ha necesitado de accesorios para convertirse en el más guapo del Vaticano. Su adorno más llamativo son sus mancornas doradas. Cuando Donatella Versace se inspiró en él para la colección masculina que presentó en Milán en 2007, la diseñadora dijo que encontraba muy elegante la austeridad del padre Georg. El novelista irlandés Colm Tóibim describió a Gaenswein como una mezcla entre George Clooney y Hugh Grant, pero más guapo que ambos.

Al principio le molestaba que hablaran de su aspecto físico. Ahora lo toma con más calma, incluso se siente halagado. Dice que no es pecado admirar la belleza. Lo malo es que los paparazzi lo persiguen. La revista italiana Chi lo fotografió jugando tenis en pantaloneta. La edición se agotó en pocos días. La revista People lo calificó como “El niño soleado con sotana”; el diario suizo Wltowoche como “El hombre más guapo en sotana que se ha visto en el Vaticano”.

Pocos saben que Gaenswein sabe pilotear aviones y es un gran esquiador que pasa el noventa por ciento de su tiempo con el Papa. Se ha especulado que es el poder detrás del trono, que Benedicto XVI no toma ninguna decisión sin antes consultarlo. Lo cierto es que donde esté el Papa, está Gaenswein. El primero, siempre vestido de blanco; el segundo, siempre vestido de negro. Son como dos teclas de un piano.

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