José Obdulio, el converso

Mié, 23/02/2011 - 00:00
Una de las pocas veces en que José Obdulio Gaviria se ha visto triste, fue cuando la Corte Constitucional negó la posibilidad de una segunda reelección del expresidente Álvaro Uribe, el 26 de febr
Una de las pocas veces en que José Obdulio Gaviria se ha visto triste, fue cuando la Corte Constitucional negó la posibilidad de una segunda reelección del expresidente Álvaro Uribe, el 26 de febrero de 2010. Pero cuando en realidad se quebró y lloró conmovido fue el 15 de octubre de 1973, cuando miembros de la Unidad Operativa de la IV Brigada del Ejército asesinaron en Medellín a Luis Carlos Cárdenas Arbeláez, el vicepresidente del Sindicato de Trabajadores del Departamento de Antioquia. En ese entonces, José Obdulio Gaviria era un joven comprometido con las causas populares. Proveniente de una familia paisa de clase media con doce hijos, se matriculó en 1968 en la facultad de derecho de la Pontificia Universidad Bolivariana, después de haber pasado por el  Seminario de la Ceja, Antioquia, donde compartió clausura con Carlos Pizarro Léon-Gomez, uno de los fundadores de la guerrilla del M-19. Los aires libertarios de la revolución estudiantil de Mayo 68 en París contagiaron  las universidades públicas y privadas del país, y ni el joven José Obdulio ni la clerical Bolivariana escaparon al espíritu rebelde del momento. Al matricularse formó parte de un comité permanente de trabajo en el que se reunían jóvenes comprometidos con la lucha por la justicia social, al igual que en el movimiento de Equipos Universitarios. El comité actuaba coordinado con los grupos estudiantiles más radicales de la Universidad de Antioquia, donde las manifestaciones diarias buscaban el retiro del rector Ignacio Gómez Escobar. Como coordinador del Comité, junto con  Carlos Gómez y otros estudiantes, impulsó la única huelga que ha habido en la Universidad Bolivariana, en un momento en el que la mano dura del presidente Carlos Lleras Restrepo se hacía sentir en las aulas de clase. Encabezaron una marcha por el centro de Medellín, con  una gran pancarta que decía “Se emberracó la UPB” y que concluyó con la quema de una bandera de Estados Unidos frente a la sede del consulado estadounidense en la céntrica Avenida La Playa. José Obdulio, a sus 18 años, era un muchacho de mano cerrada y puño levantado, de suéter y tenis, con mochila arhuaca terciada en la que guardaba libros de Marx, Hegel y Rousseau, mientras arengaba a todo pulmón contra el establecimiento y las elecciones. En la Escuela sindical de Antioquia Norberto Ríos, Jorge Rosero y Jaime Jaramillo Panesso con José Obdulio Gaviria. La radicalización de Gaviria apenas comenzaba. Compañeros de la época, como Darío Acevedo, afirman que era el más radical entre los radicales. Su compromiso con los cambios sociales lo llevó a acercarse a uno de los grupos de izquierda nacientes: el Partido Comunista-Marxista Leninista línea Maoísta (PCML), donde militó entre 1970 y 1974. El brazo armado de ese partido era el Ejército Popular de Liberación (EPL), más conocido como EPL, comandado por Pedro Vásquez Rendón. Como militante del EPL, Gaviria realizó un trabajo político de proselitismo que trascendió la universidad y lo llevó a recorrer Urabá, Córdoba, Antioquía y Caquetá. Allí asesoró campesinos en el plano jurídico a través de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), que a mediados de los años 70 gobernaban la dinámica de la vida rural colombiana, con la lucha por la tierra como principal bandera. Compañeros de la época recuerdan tomas como la de los terrenos de la Caja Nacional Agraria en el corregimiento de Currulao, en Chigorodó, en el Urabá Antioqueño, o la de la hacienda La Troya, en Salgar, Antioquia, para exigir el pago de los salarios atrasados. Esas eran las reivindicaciones que José Obdulio asesoraba desde el ámbito del derecho. Permaneció un tiempo largo en la población minera de Marmato. Allí vivió con austeridad, compenetrado con la lucha popular. Allí conoció al paramilitar alias “Don Berna”, que en ese entonces también era militante del EPL. José Obdulio no reconoce esta información, pero testigos de la época la reafirman. Treinta años después, cuando “Don Berna” dirigía el Bloque Nutibara de las AUC, lideró la primera desmovilización del gobierno Uribe, en 2003. Desde la Alta Consejería para la Reinserción, Jorge Gaviria, el hermano menor de José Obdulio, jugó un papel importante en la reinserción de este grupo de paramilitares durante la alcaldía de Sergio Fajardo en Medellín. En Marmato, José Obdulio entró en crisis con la militancia de izquierda. Cuestionó con dureza el trabajo y la manera de relacionarse con las comunidades y las posturas que no iban para ninguna parte. Apegado a sus convicciones no hizo concesiones, como nunca lo ha hecho, y se apartó del grupo. De nuevo, sus contemporáneos recuerdan cierto fundamentalismo y elocuencia para argumentar. Fue contundente. Rompió con la militancia en la izquierda radical, pero no con sus ideas de reformador social, que continuó en un nuevo escenario. Sus críticas al EPL y al Partido Comunista las canalizó través del movimiento político Ruptura, al que se vinculó en 1975 al apoyar procesos judiciales en defensa de presos políticos. Formó parte del Comité de la Defensa de los Derechos de Presos Políticos, y por esa vía se contactó con activistas de izquierda de todo el país. A mediados de 1976 cambió de  rumbo. Llegó al Valle del Cauca, donde se unió a una nueva  causa: Lucha Obrera, un movimiento que tuvo protagonismo en la huelga de Riopaila, paradigmática para el movimiento sindical colombiano. Se radicó en Cali, donde trabajó en un proyecto de investigación financiado por la Fundación Ford y dirigido por el abogado César Jaime Gómez, que evaluaba el cumplimiento de la Ley laboral en el departamento. Fueron meses largos de trabajo intenso en investigación social en el Valle del Cauca, junto a Carlos Alfredo Cabal, Fernando Urrea y José María Rojas, que José Obdulio recordaba hasta hace unos años con mucho agrado. Tal vez ya no tenga recuerdos gratos de las personas que lo acompañaron en esa época, como tampoco de su paso por Firmes, otro movimiento de izquierda democrática que surgió alrededor de la revista Alternativa, fundada por  Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón, que tuvo como candidato en las elecciones presidenciales de 1982 al profesor Gerardo Molina. José Obdulio cerró con Firmes ese capítulo de su vida, del que le quedaron amigos como Jaime Jaramillo Panesso, Darío Vélez, Benjamín de los Ríos, Saúl Franco, Hernando Corral, a quienes vincularía al proyecto político de Álvaro Uribe Vélez, algunos desde sus inicios en el Instituto de Estudios  Liberales de Antioquia. De ahí en adelante, y durante los siguientes 25 años, su actividad política y su reflexión ideológica ha estado siempre en función de un líder a quien admira sin reparos: el expresidente Uribe. La lucha contra el terrorismo, con el filósofo español Fernando Savater como su inspiración principal, se convirtió en el eje de su pensamiento. José Obdulio ha cambiado las ideas, pero no su actitud frente a ellas. Los títulos de sus libros de cabecera han cambiado, pero no la intensidad de su lectura. El de ayer era el Pensamiento de Mao Tse Tung, el de hoy es Fouché, el genio tenebroso, de Stefan Zweig. Y entre tanto, José Obdulio permanece impávido. Caza peleas con su postura provocadora y genera reacciones rabiosas con sus opiniones en todas las trincheras: en su programa de televisión José Obdulio, de Cablenoticias, en su columna de El Tiempo o a través de los 140 caracteres de su cuenta de Twitter. La palabra es todavía su principal espada para defender, con furia y vehemencia, el pasado y el futuro del proyecto político que encarna un hombre quien representa, sin duda para él, el ideal del conductor y la inteligencia superior:  Álvaro Uribe Vélez.
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