Dos siglos atrás, el municipio de Agua de Dios (Cundinamarca) era llamado: “la ciudad del dolor”. El suicidio y las amputaciones de piernas y brazos eran frecuentas. Fue en estas tierras donde se abrió por primera vez en Colombia un lazareto para quienes padecían lepra. Era 1870.
Los enfermos de elefancia –como era llamado el mal por esos días– fueron aislados y confinados en esta región del país. Los leprosos siempre estaban vigilados y tenían una identificación especial. También se creó una moneda exclusiva para ellos y sus derechos como ciudadanos fueron suspendidos. Pese a las medidas radicales y esfuerzos médicos, la enfermedad –una de las más antiguas padecidas por la humanidad– continúa presente en el territorio nacional.
La lepra es una enfermedad transmisible, de origen bacteriano y poco contagiosa. Afecta la piel, nervios periféricos, mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos hasta el punto de producir discapacidad. Las primeras señales son la aparición de manchas en la piel de color blanco, rojo o cobrizo. No producen molestias pero la piel pierde la sensación de calor, tacto o dolor.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la prevalencia mundial o casos crónicos de la lepra en 2012 fueron de 0,33 casos por 100.000 habitantes, es decir, 219.075 personas nuevas afectadas.
Según información del Ministerio de Salud, la lepra disminuyó en los años 2009 y 2010. Pero en 2011 y 2012 se observó un incremento. Indica que fueron reportados 408 casos de lepra en 2012. Por esta razón, su gran apuesta es que para 2015 el 100 por ciento de los municipios del país tengan prevalencias menores a un caso por 10.000 habitantes.
En los departamentos de Arauca, Norte de Santander y Huila se reporta mayor incidencia de lepra. Los hombres son los más afectados y más del 50 por ciento de los casos se presenta en personas con más de 45 años. Además, tres de cada diez registros están relacionados con la discapacidad al momento de su diagnóstico.
En Magdalena, Norte de Santander, Cartagena y Bolívar se presentan tasas altas de discapacidad severa por lepra. En Colombia a partir de 1985, el país introdujo la poliquimioterapia para el tratamiento de la Lepra, cumpliendo con la meta global de eliminación.
En la actualidad, la lepra dejó de ser una enfermedad bíblica, sinónimo de pecado y castigo de Dios. La ciencia ha comprobado que es curable con un tratamiento sencillo, eficaz y gratuito en los países gracias al acuerdo firmado entre la OMS y compañías de medicamentos.
La lepra es una enfermedad transmisible, de origen bacteriano y poco contagiosa. Afecta la piel, nervios periféricos, mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos hasta el punto de producir discapacidad. Las primeras señales son la aparición de manchas en la piel de color blanco, rojo o cobrizo. No producen molestias pero la piel pierde la sensación de calor, tacto o dolor.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la prevalencia mundial o casos crónicos de la lepra en 2012 fueron de 0,33 casos por 100.000 habitantes, es decir, 219.075 personas nuevas afectadas.
Según información del Ministerio de Salud, la lepra disminuyó en los años 2009 y 2010. Pero en 2011 y 2012 se observó un incremento. Indica que fueron reportados 408 casos de lepra en 2012. Por esta razón, su gran apuesta es que para 2015 el 100 por ciento de los municipios del país tengan prevalencias menores a un caso por 10.000 habitantes.
En los departamentos de Arauca, Norte de Santander y Huila se reporta mayor incidencia de lepra. Los hombres son los más afectados y más del 50 por ciento de los casos se presenta en personas con más de 45 años. Además, tres de cada diez registros están relacionados con la discapacidad al momento de su diagnóstico.
En Magdalena, Norte de Santander, Cartagena y Bolívar se presentan tasas altas de discapacidad severa por lepra. En Colombia a partir de 1985, el país introdujo la poliquimioterapia para el tratamiento de la Lepra, cumpliendo con la meta global de eliminación.
En la actualidad, la lepra dejó de ser una enfermedad bíblica, sinónimo de pecado y castigo de Dios. La ciencia ha comprobado que es curable con un tratamiento sencillo, eficaz y gratuito en los países gracias al acuerdo firmado entre la OMS y compañías de medicamentos.
