La sirena que se convirtió en leyenda de Valledupar

Sáb, 19/04/2014 - 14:00
Valledupar es conocida por el vallenato. Cantos de juglares que hicieron del folclor un estilo de vida. En cualquier rincón se encuentra una parranda adornada por caja, guacharaca y acordeón y en el
Valledupar es conocida por el vallenato. Cantos de juglares que hicieron del folclor un estilo de vida. En cualquier rincón se encuentra una parranda adornada por caja, guacharaca y acordeón y en ella, cuentos de viejos parranderos. Uno de ellos es el de la Sirena del río Guatapurí, quien se convirtió en leyenda de la región y que quedó inmortalizada en una estatua. Cierta semana santa, Rosario Arciniegas tuvo la tentación de meterse a las aguas heladas del río. Cautivada por las corrientes que bajan de la Sierra Nevada y custodian Valledupar, la hermosa joven convirtió su deseo en obsesión. Su madre, honrando a la semana mayor, le prohibió a Rosario salir de la casa e irse a bañar. Según la mamá, el jueves santo era para dedicárselo a Jesucristo, pero la joven no hizo caso. Decidida, con el sol radiante en un mediodía del Valle como testigo, Rosario llegó al balneario Hurtado, como se le conoce al Guatapurí cuando pasa por Valledupar. A las dos de la tarde, el calor y las heladas aguas hicieron un tentador cóctel para la joven que dejó caer su largo cabello al viento, se despojó de sus harapos  y desnuda, como fue concebida, se le entregó a la corriente del río. Sirena GuatapuriRosario poseía una belleza única. La sirena la conserva. El éxtasis se apoderó de Rosario. Dentro de uno de los pozos  sagrados de Hurtado, el agua recorría la suave piel de la mujer que vivió un clímax. De repente, el cielo que se encontraba abierto y con un azul tal cual el mar, se encapotó de la nada. Rosario supo que era momento de regresar, el miedo la invadió y empezó a buscar la orilla mientras el viento dividía las aguas como en el antiguo Egipto. Mientras más avanzaba, la orilla se hacía más lejana. Las piernas le pesaban, era torpe. Exhausta, llegó a tierra, libre del agua que cubría su cuerpo, supo que sus hermosas piernas se convirtieron en una gran cola de pez. Con llanto, la ahora sirena sintió vergüenza y se lanzó de nuevo al río donde desapareció. Sirena GuatapuriEl balneario de Hurtado. Miles de turistas lo visitan cada año buscando encontrar a la sirena. Un murmullo comenzó a recorrer Valledupar. ¿Dónde está Rosario?, se preguntaron todos. Los padres entristecidos, junto a una multitud, recorrían las orillas del Guatapurí buscando algún indicio. Se llegó a pensar que estaba muerta. El viernes santo, mientras las lágrimas inundaban el pueblo, alguien vio una figura posar encima de las grandes rocas que adornan la cuenca del río. Era la sirena del Guatapurí, imponente y cargada de melancolía, mitad pez y la otra mitad con la belleza de Rosario. Lanzaba llantos y gemidos llenos de tristeza. La desobediencia fue su pecado. Entonces, madre e hija volvieron a encontrarse y con una sentida despedida, la sirena se zambulló en el helado río y no volvió a aparecer. Valledupar la transformó en monumento, hizo una estatua en su nombre para que todos sepan que está allí. Hay quienes dicen verla en cada semana santa, donde los acordeones se callan para escuchar el lamento de la sirena que baja por la corriente de Hurtado. Sirena GuatapuriLa leyenda de Rosario es una de las historias que esconde Valledupar. Banner Festival Vallenato, Kienyke
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