Las memorias del matrimonio ‘cazanazis’

Sáb, 02/05/2015 - 09:56
Aunque Beate Auguste Künzel era hija de un soldado nazi, no fue impedimento para que se enamorara del francés judío Serge Klarsfeld, cuyo padre fue detenido y enviado a Auschwitz, el más emblemát
Aunque Beate Auguste Künzel era hija de un soldado nazi, no fue impedimento para que se enamorara del francés judío Serge Klarsfeld, cuyo padre fue detenido y enviado a Auschwitz, el más emblemático centro de concentración de Adolf Hitler, donde falleció. Él, su madre y su hermana lograron escapar y sobrevivir. En 1960, cuando Beate tenía 21 años, conoció a Serge en el metro de París. Solo bastaron dos paradas para que Serge le hablara a la joven y nueve más para pedirle su número de teléfono. Ahí nació un amor, pero también una lucha por la justicia y la verdad. Ahora, 70 años después de terminada la guerra, y  dedicar su vida a ‘cazar’ nazis, la luchadora pareja publicó sus memorias. Gracias a Serge, Beate pudo conocer los horrores de la guerra, que fueron causados por el partido nazi, el mismo donde militaba su padre. Su férreo compromiso con la causa semita la llevo a denunciar en una revista que el entonces canciller alemán(1966-1969), Kurt Georg Kiesinger, era en realidad un exnazi que habría esquivado el accionar de la justicia. Ese hecho le costó su trabajo  en la Oficina Franco-Alemana de la Juventud, pero no le importó. En la autobiografía, escrita junto con Serge, Beate relata en detalle el episodio que en realidad la hizo famosa: en medio de un congreso le pegó una bofetada a Kiesinger y le reclamó por su pasado nazi. klaus_barbie Klaus Barbie,  antiguo exalto oficial de las SS y de la Gestapo durante el régimen nazi, llamado el ‘carnicero de Lyon’. Su labor consistía, principalmente, en una exhaustiva búsqueda de archivos e informes que no alcanzaron a ser destruidos luego de terminada la guerra. Serge y Beate, quienes tenían de lema “la justicia, no la venganza”, no sólo hacían las denuncias ante los medios, sino también se prestaban de testigos en medio de los juicios y recopilaban las pruebas que fueran necesarias. Se convirtieron en la pesadilla de aquellos exmiembros de Partido Nacionalsocialista (SS) que pasaron de ‘agache’ ante las autoridades. Tenían cómodas vidas e incluso –algunos de ellos- ostentaban cargos públicos en país europeo. Una de las primeras victorias de matrimonio de ‘cazanazis’ fue la condena de responsables en la deportación de los judíos franceses. Descubrieron el paradero de Kurt Lischka, un exjefe de la Gestapo, en ese momento director comercial de una empresa de Colonia, en Francia, y padre de familia que vivía en Alemania Occidental.  Su localización fue muy sencilla, curiosamente su nombre y dirección figuraba en la guía de teléfonos. Sin embargo, sin lugar a dudas, el caso más emblemático fue el de Klaus Barbie,  antiguo exalto oficial de las SS y de la Gestapo durante el régimen nazi, llamado el ‘carnicero de Lyon’ por su participación en numerosos crímenes de guerra. Pese a que los Klarsfeld trataron de secuestrar sin éxito a Barbie en Bolivia, aprovecharon la variable situación política de ese país sudamericano, que en principio lo protegió bajo la dictadura del general René Barrientos, para presionar su captura y posterior condena a cadena perpetua en Francia. Barbie nunca se imaginó que Serge Klarsfeld presentara en su juicio la principal prueba en su contra: un telegrama en el que alguien le notificaba la detención de 44 niños de la colonia judía de Izieu, al suroccidente del país galo. También, gracias a la pareja de cazanazis, lo hallaron responsable de la tortura y asesinato del dirigente de la Resistencia, Jean Moulin. Otros objetivos de los Klarsfeld fueron destacadas figuras francesas del régimen colaboracionista de Vichy, quienes permitieron y auspiciaron la ocupación nazi en ese país. Pero también tuvieron tropiezos. En el libro de memorias, cuentan de sus sacrificios y penalidades que afrontaron por su justa lucha: arrestos, agresiones sin contar dos atentados –por fortuna fallidos- de partidiarios nazis: una carta bomba y un explosivo en un carro. La nueva lucha Pese a la avanzada edad de la pareja –Serge tiene 79 y Beate 76-, los Klarsfeld siguen vigentes, aunque no contra un nazi en especial, sino contra los ataques antisemitas del polémico humorista francés Dieudonné, quien realiza presentaciones antijudías y al parecer, según Le Monde, tendría nexos yihadistas con los atentados en enero pasado en París. Su apoyo a las víctimas judías también se ha evidenciado en el respaldo al Estado de Israel, aunque con opiniones controvertidas y polémicas en relación a la ocupación en Palestina. Arno, hijo de Serge y Beate, recogió las banderas de sus padres y heredó su activismo judío. Participó en algunos de los procesos iniciados por sus padres y fue consejero de Estado y asesor presidencial de Nicolás Sarkozy.  A diferencias de sus progenitores, Arno se muestra partidario de un Estado palestino libre e independiente. En 1984 los Klarsfeld fueron galardonados con la Legión de Honor, la más importante condecoración que otorga el gobierno francés. En 1986 la vida de la famosa pareja fue llevada al cine en la película Nazi Hunter: the Beate Klarsfeld story.  Ahora, los Klarsfeld se dedican a su fundación que persigue crímenes contra la humanidad.
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