Madonna sangró en Medellín

Vie, 30/11/2012 - 11:50
Sólo hay que llegar a Medellín para comprender por qué fue elegida como la ciudad en donde se presentó la verdadera y única reina del pop. A las 6 de la tarde del miércoles 28 de noviembre se en
Sólo hay que llegar a Medellín para comprender por qué fue elegida como la ciudad en donde se presentó la verdadera y única reina del pop. A las 6 de la tarde del miércoles 28 de noviembre se encendieron los decorados navideños que se extienden a ambos lados del Río Medellín. Este año han instalado unos enormes ramos de flores. Reinan los colores y el río se siente como un sueño de amor. —Prendieron las luces para Madonna. ¿No ve que esa mujer nos tiene la ciudad paralizada? Aquí trajeron, hace mucho tiempo, a Camilo Sesto cuando estaba en su apogeo. Pero no le fue tan bien como a Madonna. El único que ha llenado ese estadio es Vicente Fernández. En el camino hacia el estadio no hay trancones. Son casi las seis de la tarde y la ciudad se mueve relajada al tiempo que se desaparece el sol. Me bajo en el hotel Tryp, frente al estadio, sobre la calle Colombia. El lobby está lleno de hipsters. Los fans, disfrazados y delirantes de emoción, hacen fila en la calle. La gente con boletería numerada no tendrá que estar de pie, detenida en la fila, sino que avanzará sin detenerse hasta llegar a sus sillas. Desde la ventana del piso 13 del hotel se puede ver una fila larga que parece no moverse. A las 7:30 de la noche, con una boleta de Cancha Especial que le he comprado a un amigo con un descuento considerable, me dirijo hacia la puerta 32. Atravesaré dos requisas muy agresivas. Dos mujeres policías pasarán sus manos por todo mi cuerpo, presionando sus palmas por todas partes y apretando mis tetas como si les gustara lo que hacen. Vendedores ambulantes ofrecen bolsas de plástico a 5.000. Cuando comience a llover durante el concierto costarán 10.000. Dos oficiales con el pecho hinchado como gorriones se pasean por los patios de las instalaciones que han delimitado para la entrada a Cancha Especial y comentan: —Aquí la gente sí gasta plata, pudiendo comprar las boletas más baratas. Si eso se ve todo igual... Madonna La zona más cercana al escenario se llama Golden Triangle y ha sido designada para los fans más emocionados, los mejores disfraces, altos ejecutivos relacionados con el concierto y unos pocos privilegiados que se ganaron el espacio trabajando muy duro. Detrás del Golden Triangle está la Cancha Especial, donde los pocos que se encuentran parados se apretujan entre sí porque el espacio se lo roban quienes se han sentado en el piso a esperar. Hacia las 5:30 p.m. Madonna saldrá al escenario a ensayar un par de canciones. La gente tomará fotos pero nadie gritará. Es como si no entendieran lo que está pasando. A las 8:30 p.m. se apagan todas las luces y comienza la presentación del DJ Paul Oakenfold. El hombre, que lleva una camiseta blanca que dice POP KILLER, está viejo y su apariencia es poco fiestera. Pone todas las canciones que se oyen en la radio y la gente salta emocionada. Comienza a llover, cada vez más fuerte. Muchos se cubren con las bolsas de basura que han comprado y resulta imposible ver el escenario. Terminado el show del telonero, a las 9:45 p.m., se encienden de nuevo las luces. Duelen los pies, las piernas y la cadera. A las 11:00 p.m. las luces se apagan. Suenan campanas y comienza una ceremonia con unos monjes vestidos de rojo que mecen de un lado al otro del escenario un incensario dorado gigante que cuelga del techo. Se escuchan cantos milenarios, poderosos. Es algún tipo de ceremonia pagana que algunos definen como satánica. Otros afirman que es Illuminati. En lo alto del escenario, en una especie de caja se ve la silueta de Madonna arrodillada rezando, vestida con una capa y con un rifle al costado. Luego aparece ella en el fondo del escenario, ascendiendo desde un nivel inferior. Todo el mundo comienza a grabarla con cámaras automáticas y celulares. Verán el comienzo del espectáculo a través de sus pequeñas pantallas. De pronto se escucha Girl Gone Wild. El público a mi alrededor permanece quieto, congelado, mirando el show como si fuera un encuentro cercano del tercer tipo. Nadie salta, ni baila, ni canta. Madonna está vestida de cuero negro, con pantalones y, como casi siempre, de manga larga. En las pantallas del fondo del escenario flotan balas y cartuchos. Madonna lleva un revólver plateado en la mano izquierda y un micrófono del mismo color en la derecha. Todo el tiempo apunta al público y pasea la pistola en el aire, amenazante. Lleva las tetas encaramadas, apretadas por un brasier de leopardo. Lame el cañón de la pistola con una cara muy seria. Continúa Revolver y luego Gang Bang. En el escenario hay un cuarto de motel que se mueve de un lado al otro. Madonna está sentada sobre una cama bebiendo el alcohol que jamás bebe en la vida real y escupiendo como lo hacen los vaqueros. Aún tiene un revólver en la mano pero esta vez lo dispara apuntándole a ninjas y asesinos que amenazan con matarla. Cada vez que asesina a alguien las pantallas se llenan de sangre espesa. Es como una película de Tarantino en vivo y en directo. El nivel de violencia es demasiado familiar para los colombianos y sin embargo impresiona. En algún momento dirá: “No more violence, only in my shows!”. Peleará con uno de estos hombres de negro con tal realismo que recibirá un golpe en la cabeza y cuando comience a cantar Papa Don’t Preach tendrá una gota de sangre cayéndole de la punta de la ceja izquierda. Cantará Hung Up amarrada, arrastrada y colgada por cinco bailarines que parecen castigarla mientras ella sigue cantando como si estuviera sentada. Interpretará las siguientes canciones acostada en el piso, sentada, arrodillada, cargada o colgada. Sedentaria y pasiva. Ya no baila como antes. En general, la temática está muy inclinada al sadomasoquismo. Hay varios bailarines esclavos a quienes cachetea y empuja mientras ellos la rodean sedientos. Para la canción Express Yourself saldrá vestida de blanco y rojo con una falda muy corta que resalta sus piernas de acero. Del techo cuelgan soldados vestidos de blanco tocando tambores y caminando sobre el aire: iguales a los soldados de la opera La condenación de Fausto en el MET Opera House de Nueva York hace dos años. Ya no le corre sangre por la cara pero se nota que han tratado de taparle una herida y tiene el párpado izquierdo hinchado. Más adelante se disculpara por su mala memoria y dirá que es por culpa del golpe. Rocco, el mayor de sus dos hijos hombres, saldrá al escenario a bailar con ella. Aparecerá otras dos veces, siempre sin introducción y sin una función específica aparente: es un sapo. Además de un espectáculo tecnológico alucinante, Madonna sorprenderá por ser muy comunicativa, lo que no es común en sus conciertos, que se conocen por ser casi automáticos. De ella se dice que en escena es un robot. —Yo soy muy contenta, ¿y tú? I'm very, very happy and you guys are an amazing crowd. Thank you —Luego toma agua de una botella de plástico Evian con un pitillo rojo. Pregunta de qué países ha venido la gente. Habla y habla en inglés. —Do you understand what I'm saying right now? —Entre otras cosas, negará el fin del mundo según el calendario Maya y se referirá a un nuevo mundo que está por comenzar. Un mundo sin odio, prejuicios y guerra —Fuck yeah! It starts right here, motherfucker! Fuck yeah! Fuck yeah! —Dirá que le ha gustado mucho Medellín a pesar de ser incapaz de encontrar limones. Preguntará cómo se dice ‘Fuck yeah’ en español y el público gritará: “¡Hijueputa!” —Sometimes it’s good to do the unexpected. You think I'm crazy? Fuck yeah. I don't care what you think. Didn't I say that earlier? Madonna Varias veces saldrá al escenario con una guitarra eléctrica y entre el público se oirá: “Huy, no, ¡salgamos de eso ya!”, refiriéndose a sus pretensiones musicales. Y, la verdad sea dicha, su guitarra no descresta. Pero la reina puede darse los lujos que quiera, al fin y al cabo en el escenario es Cleopatra, la única reina. El momento más deslumbrante del concierto es cuando interpreta Vogue vestida con pantalones negros y una corbata delgada del mismo color. Camisa blanca y encima un corsé brillante negro con las tetas en punta. Lleva el pelo recogido y guantes negros. Todos los bailarines visten de blanco y negro y desfilan en una procesión alrededor del escenario como si se tratara de un desfile de Jean Paul Gaultier. Durante Candy Store, mientras del techo cuelga un candelabro rosado enorme, Madonna se quitará el corsé y dirá: “¡Muy caliente! My sugar is raw…”. Bailará Erotic con su novio, el bailarín y modelo francés Brahim Zaibat. Se besarán en la boca. Cuando comience Human Nature, Madonna se restregará una toalla blanca en la entrepierna, sobre el pantalón, como secándose, y comenzará a bailar con una energía que hasta el momento no se había sentido. Y así seguirá durante el resto del concierto. Se quitará la corbata, luego la camisa y el pantalón. Después, hará lo propio con más prendas eróticas,  halará su calzón hacia arriba y conversará en calzones, medias veladas y corsé. Las medias le marcan la división entre los muslos y la cola, lo que hace que las nalgas parezcan descolgadas. Se acuesta bocabajo en el piso y comienza a empujar el micrófono con la lengua. Durante Like a Virgin tiene una manzana roja y se refiere al tatuaje temporal que tiene en la espalda: EVE. Habla de Adán & Eva y el paraíso, y luego le entrega la manzana a un fan diciéndole: “You just made the biggest mistake of your life”. Madonna Cuando suene Love Spent tendrá billetes en las manos mientras un bailarín le suelta el pelo y le pone un corsé que comienza a apretar hasta reducirle la cintura a unos diminutos 20 centímetros. En ese momento Madonna se recuesta hacia atrás contra él y vuelve a dar el mismo espectáculo grotesco de su vagina que dio en Miami. Después él comenzará a arrastrarla por el piso tirando de las cuerdas del corsé mientras Madonna, cada vez más reducida, sigue cantando sin dificultad. Durante I’m a Sinner será la primera vez que el escenario se llene de colores y se convierta en unos trenes que recorren la India. Sobre el del centro va Madonna con un collar de flores de colores tocando la guitarra mientras cinco bailarines brincan de un tren al otro tratando de mantener el equilibrio como si estuvieran en movimiento. Like a Prayer será la última canción que interprete, y lo hará acompañada de un enorme coro góspel, todos vestidos de negro con una cruz blanca sobre el pecho. Se siente como una misa, una gran alabanza. Es el momento más emocionante e intenso del concierto, y da paso a Celebration, canción con que se despedirá de Colombia hasta el día siguiente, para su segundo y último concierto. Llama la atención un público que en promedio está por encima de los 25 años y no se mueve ni parece emocionarse. Me pregunto si no se saben las canciones, o si realmente, como en Bogotá, falta alcohol. Quizá les regalaron las boletas… Lo cierto es que dudo que en Colombia se haya presenciado un espectáculo de tal magnitud. Su música nos acompaña desde principios de los años ochenta, sus shows son cada vez más espectaculares y a pesar de que es evidente que está vieja y ya no se mueve como antes, es la reina indiscutida. Y todas las que llegaron después de ella son burdas imitaciones.
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