Valentina Toro, una ilustradora colombiana sin límites

Sáb, 07/03/2015 - 03:33
–Una vez una niña se me acercó para preguntarme si yo tenía magia. Que si yo pintaba con magia –recuerda la ilustradora Valentina Toro.

No hay duda. Cada dibujo y cada palabra que Valentina
–Una vez una niña se me acercó para preguntarme si yo tenía magia. Que si yo pintaba con magia –recuerda la ilustradora Valentina Toro. No hay duda. Cada dibujo y cada palabra que Valentina hace para sus libros son mágicos. A sus 22 años, con una discapacidad opacada por un talento excepcional y ya graduada como profesional en diseño gráfico de la Colegiatura Colombiana, ha publicado dos libros infantiles con la editorial Intermedio: Las peripecias de Violeta y Violeta y el pincel encantado. Además desde hace tres años es la diseñadora de las camisetas del proyecto Moda Antioquia cuyos fondos benefician a personas discapacitadas. Valentina sueña con hacer muchos libros de literatura infantil como sea posible, llegar a ferias internacionales con sus creaciones y que algunos se conviertan en películas. Pero por ahora cultiva su futuro. Dibuja a diario y no para de leer todo tipo de literatura. Valentina Toro “Soy de las que se sienta a leer las biografías de los ilustradores, en qué se basan, busco fotos de sus estudios. Trato de saber todo lo que pueda de esas personas que admiro. Soy una lectora asidua y trato siempre de investigar y fundamentar mi trabajo en investigación”, dice. Es una compradora compulsiva de libros infantiles y tiene una colección de más de 300. Ellos alimentan su inspiración. Sin embargo, es la naturaleza, su infancia y amor por los animales los ingredientes que despiertan su creatividad. Su interés y pasión por el dibujo es herencia de su papá, quien también es ilustrador. “Desde muy pequeña lo veía trabajando. Me sentaba a ver lo que hacía y a tratar de imitarlo. Además estudié en un colegio donde el arte era el tema principal en todas las materias. Siempre se veía dibujo y todas las cosas se hacían a través de éste. Toda mi vida siempre estuvo enfocada a esa parte artística”, dice. Pero fue en la universidad donde Valentina entendió que ser ilustradora podía ser un oficio. Se dedicó a aprender la técnica, elegir mejor sus materiales y a perfeccionar el trabajo manual porque, según comenta, no le gusta el lado digital de su trabajo. Algo normal porque en su colegio por norma no tuvo acceso a la tecnología. Valentina Toro “Si entregábamos una tarea de Wikipedia nos la devolvían. O sea todo era a la vieja guardia. Yo me formé de esa manera y cuando entré a la universidad me dio un poquito duro tener que hacer todo en el computador. Me gustaba sentir el papel, los materiales, ensuciarme, ir a investigar a la biblioteca más que en un computador”. Su gusto por lo manual hoy se traduce en disciplina. Valentina dibuja todos los días incluyendo sábados y domingos. A veces por ocio y a veces por trabajo. “Sea como sea siempre estoy dibujando. Hace que uno siempre esté evolucionando”. Pero cuando trabaja en un libro siempre sigue una rutina: “Me levanto todos los días muy temprano. Por ejemplo, en el caso de Violeta, me puse un horario fijo todos los días. Me levanté todos los días con un cronograma y decía tengo que hacer tantas páginas hoy, tantas ilustraciones, hoy hago la línea, mañana hago el color”. Valentina ha publicado dos libros con la editorial Intermedio. El primero salió al mercado en 2013 y se tituló Las peripecias de Violeta. Un año después nació el segundo, Violeta y el pincel encantado, como una continuación de la primera historia. Ambos están basados en su realidad. Valentina Toro Para elaborarlos siguió el proceso creativo de algunos ilustradores que admira. Sobre todo el de Maurice Sendak, quien hace su trabajo inspirado en las cosas que le pasaron de niño y después las convertía en cuentos. “Muchas de las aventuras de Violeta reflejan las cosas que me pasaban a mí cuando era niña o que me habría gustado que me sucedieran. Hay un dragón que está basado en el perro salchicha que tuve durante toda mi infancia. Era furioso e histérico”. Ambas publicaciones fueron escritas e ilustradas por Valentina. “Es como una aventura a la que nunca me había enfrentado”. El primer libro lo hizo en rima. Fue un trabajo largo, de cuidado y que necesitaba mucha dedicación para que la historia no perdiera el sentido. “Un libro digno de mostrar”, dice. El segundo lo hizo en prosa y se espera que salga un tercero para completar la serie protagonizada por Violeta. Sus brazos cortos y manos con solo tres dedos no han sido un obstáculo para Valentina. Dice que su discapacidad no la trasnocha ni es una cosa en la que piense constantemente. “La verdad nada me ha aportado. Ni me quita ni me pone. Pienso que uno como ilustrador trabaja desde el cerebro y los ojos. O sea un buen observador y un buen analítico es un buen ilustrador. La parte física es algo secundario en la manera como uno ejecute el talento que tiene. El talento se construye y se alimenta de la manera como uno perciba las cosas y las trate de plasmar”, concluye. Valentina Toro Valentina junto a sus perras de raza salchicha Tábata y Sabrina.
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