2014 ¿facturas o tomates?

Lun, 21/10/2013 - 02:30
Inatajable. Así es la factura que cocinan los colombianos para pasarles a los partidos políticos en el 2014. Y no es para menos.  El reciente incentivo que le dio Palacio a los congresistas –sin
Inatajable. Así es la factura que cocinan los colombianos para pasarles a los partidos políticos en el 2014. Y no es para menos.  El reciente incentivo que le dio Palacio a los congresistas –sin importar partido–, de siete millones novecientos mil pesos, ha sido en la calle –para los ciudadanos de a pie, esos que desconocen la filigrana del poder–, la gota que rebosó la copa, esa que se ha llenado a ritmo de indignación hacia las instituciones y las fuerzas políticas del país. Una copa que no venía para nada bien: la Fiscalía; las Cortes, y sus desaciertos con decisiones que ponen al “rojo vivo” los bienaventurados de la competencia política; los adefesios de reformas como la de la Educación, la Salud,  la Justicia -esta última, donde sin mayor vergüenza se aceptó la irresponsabilidad de una firma a ciegas de quien merecía la acción correctiva por parte de su partido, pero hoy continúa campante y acompañado por su colectividad en la defensa del matrimonio gobierno-partidos-. Hoy en día, está sucediendo lo mismo que pasó en el 94, cuando los partidos dejaron  más de ocho mil motivos de indignación nacional, o en el 98, cuando aprobaron con irresponsabilidad, también a nombre de la paz, entregarles las instituciones a la ilegalidad armada, todo con tal de tener desde sus curules el guiño oficial, promovido desde el escritorio supremo de Palacio. Un carretazo más resultó la promesa de convocarlos en una mesa de Unidad Nacional, donde se enfrentaran retos a gran escala en estos cuatro años, con  la dirección del  jefe del Estado. La lección no se aprendió y nuevamente el matrimonio Gobierno-Congreso llega cojeando a su recta final.  Esperaba que el señor presidente expresara el descontento del pueblo con la usanza del poder. Pero no, todo lo contrario. Delirante resultó mi expectativa. A Santos solo lo desvela que el Congreso, con sus partidos, esté unido a su favor. Por ello renunció a reclamar honradez, rectitud y ética pública. Estamos unidos y se acabó. No leemos las reformas que aprobamos, pero estamos unidos. Legislamos por nuestro propio bienestar -y no por el del país-, pero estamos unidos. El exsecretario del Senado es un “jeque” por cuenta del silencio cómplice de los senadores, pero estamos unidos. Un matrimonio en el que Santos está dispuesto a convivir con la política mediocre, a mantener la Unidad Nacional en amanguala con los “padres de la patria”, aún después de que los “honorables” nos han manifestado hasta la saciedad que sus propios intereses están por encima del Interés Nacional. Bienvenidas estas razonables y necesarias cuarenta millones de facturas ciudadanas, que sin ceros a la derecha deben hacerse sentir eligiendo un Congreso renovado y un proyecto de país coherente para presidir a Colombia. No tendría explicación alguna que la indignación actual se reencauche por cuatro años más y pasen de agache los esfuerzos de mujeres y hombres trabajadores, que a diario buscan construir un futuro diferente para sus familias y cuyos reajustes salariales no se acercan ni poquito a los que disfrutan sin mayor esfuerzo los miembros del Congreso. Esa melodía con la que los partidos hoy se arrullan, sin el más mínimo interés de desafinar, tiene al país al borde del colapso, con un campo que convulsiona y un pueblo que mendiga sus derechos, sin ningún trapo que se agite o lo resuelva. @josiasfiesco
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