Agenda Pública: Septiembre en la Memoria

Mar, 11/09/2012 - 04:56
(…) Resulta más intolerable la sensación de ausencia que la ausencia de sensación”
Gerald Edelman.
Dilucidar sobre

(…) Resulta más intolerable la sensación de ausencia que la ausencia de sensación”

Gerald Edelman.

Dilucidar sobre la importancia de recordar ciertas fechas, no parte de un mero ejercicio por hacer pública la necesidad de no olvidar. Sino de recordar, lo importante que es para nuestros ejercicios de reconstrucción social, analizar día a día como hemos hecho y como es que hacemos para construirnos y mirarnos así mismos, un ejercicio que aunque simple, es evidente que es más complejo de lo que parece, tener que mirarnos implica saber que mirar, por donde y para que mirarnos. Hacerlo implica entonces ver, recordar y situarnos como sociedad en momentos a los que no se quisiera volver, en ocasiones porque la acción degenerativa de la ideología Estatal ha hecho que nuestra memoria colectiva, sea resistente a la resiliencia; o bien porque -aplicando una terminología psicoanalítica-, es tan fuerte la represión contenida en nuestros traumas histórico-sociales que el sentido del pacto denegativo nos imposibilita ver esos traumas y con ella, no mirarnos, porque se nos ha acostumbrado -debido a la impunidad imperante- ha encubrir el dolor antes que sentirlo de vuelta. De allí la desconfianza ante el otro, ese otro que no soy yo y que imposibilita pensar en aceptarlo, porque no hay identidad, ni entidad que supere la posibilidad de sustituir esos sentidos, cuando delante nuestro hay una fuerte y vertical estructura que nos impide aceptar lo otro. Por eso, es imprescindible que elaboremos nuevos sentidos para rebatir la castración histórica que han querido germinar; dicha posibilidad permitirá ser justos con la condición humana de crearnos, reinventarnos y sentirnos como parte de ese otro, es el primer reto para entender, (tanto individuos como colectivo social) sobre los caminos que han de conducirnos, sino a la paz, como mínimo a una verdadera justicia social. Romper con las limitantes impuestas desde la violencia del Estado así como de las consecuencias que éste generó en la producción de más violencias, permitirá analizar, avanzar y liberar a esta sociedad del trauma social adquirido, estas miradas son las que al margen del proceso de diálogo que se gesta, es la que todos los colombianos deberíamos hacernos para simplemente conocernos y conocer a ese otro, al que nos enseñaron que nunca era, ni podía ser nuestro par. Hablar de identidad política, con un actor político implica asumir esa responsabilidad y el Ídem, implica conocer al que puede sostener criterios de igualdad social. Eso implica el Ídem, el igual, lo mismo, pero para eso, insisto debemos mirarnos y bien profundo y para mirarnos, tenemos que hacer uso de la memoria. Al inicio del documento, insistía en la importancia de recordar ciertas fechas y este ejercicio, suma a la experiencia de mirarnos no sólo en el contexto territorial del espacio Colombiano, ya que mirarnos y conocer nuestra historia, es aceptar que lo que se  deberá discutir en la mesa de diálogos entre las FARC y el Estado es esa historia, y ella tiene que ver con la historia de los pueblos de este continente, de sus experiencias y de sus luchas, pero también de las imposiciones que por sucesos en esas fechas a recordar, también hicieron que nuestra historia se construyera paralela a esos sucesos de dolor. Hace exactamente un año, se hablaba de los diez años de aquel 11 de Septiembre de 2001, así como desde ya podemos decir que 2013 será el cuarenta aniversario del Golpe criminal a Salvador Allende en aquel Chile del 11 de Septiembre de 1973. Ambas fechas marcan un hito en la historia de cada uno de los pueblos que las padecieron, pero tanto las circunstancias que las produjeron, como sus consecuencias fueron también parte de nuestra historia. De hecho, parte de los sucesos que ocurrieron en aquel 11 de septiembre en Chile, forman parte de la historia de los sueños de un hombre y de un pueblo que por pensar diferente a las estructuras de poder dominantes y que pensando en la posibilidad de construir esos sueños a través de las herramientas que ese poder había construido, la democracia liberal en una propuesta socialista; terminaría siendo víctima de aquellos que a partir de ese momento legitimaron el uso del terror por parte del Estado, sin embargo no fue ingenua de parte de Allende el uso de las urnas para acceder al poder, hacerlo como lo hiciera entrever a su amigo Fidel Castro, implicaba demostrar que el pueblo chileno era capaz de superar retos a través del empleo de esas herramientas y no siempre del poder de las armas, visto el ejercicio electoral como una alternativa de acceso al poder. Sin embargo el momento histórico que se vivía era también distinto, el mundo vivía bajo el sosiego de la guerra fría y de la bipolaridad del poder, en la que se discutía cuál era el modelo a construir en los pueblos periféricos, y así como Chile vivió la experiencia de la Unidad Popular y del pueblo en el gobierno, más no en el poder, también experimento la peor de la crueldades. Colombia no era ajena a esas circunstancias, pues aquí también se debatía la posibilidad de acceder no al gobierno, sino al poder por vía de las armas y aunque las FARC, parten de un proceso ajeno al de la guerra fría, después de Marquetalia tienen claro que ellas deben tomar posición ante el eje de discusión y de posicionamiento global. Para el año en que se da el terrible golpe de Estado al presidente Allende. América Latina no solo vivía la experiencia de la guerra de guerrillas, sino que en las sombras algunos Estados y los ejércitos del continente eran adoctrinados en materia de “seguridad nacional” en el contexto de que era inadmisible que en el patio trasero de los Estados Unidos, se creara otra Cuba u otro Vietnam, de allí que los ejércitos locales contando con el apoyo logístico necesario, llevaron y llegaron al poder bajo el ala del Plan Cóndor e instalaron la peor máquina de terror jamás conocida en estas latitudes. Por supuesto no todas padecieron la ignominia de las Dictaduras como lo ocurrió con los pueblos del cono sur, sin embargo bajo ese mismo contexto el gobierno del por entonces Julio Cesar Turbay Ayala, ponía en práctica parte de esta logística, no en vano, fue el periodo en el que mayor crecieron las guerrillas en Colombia. Ahora, que debería darle fin al contexto subversivo en Colombia, sino fuera en su momento el uso del terror psicológico, de la práctica sistemática de quitarle el agua al pez mediante la aparición de organismos del Estado integrando y conviviendo en el paramilitarismo –esto como propuesta alternativa al combate legal que se daba a la insurgencia desde finales de la década de los setentas y que entrada la década de los Ochenta impulsó también el gobierno Turbay Ayala- así, como de las fallidas negociaciones de paz entre los diversos gobiernos y la insurgencia armada en las últimas décadas? La última experiencia: “Combatir al terror con terror”, experiencia impuesta a nivel global hace poco más de una década, a partir de los sucesos del otro 11 de Septiembre, ese que sacudió a Nueva York. Y para eso, el mejor de los paladines criollos, aquel que no es la cara oculta de las prácticas de terror herencia del 11 de Septiembre Chileno y que hoy se empecina en seguir apostándole al uso de la fuerza y de la violencia por parte del Estado; como si sesenta años de guerra y de conflicto social y armado no bastaran. Acaso no hemos padecido ya lo suficiente, acaso no hay un trauma colectivo por superar y del cual aprender del ejemplo de esta memoria para poder en definitiva mirarnos hacia adentro y apostarle así, a abrir las “grandes alamedas”? Este ejercicio histórico está a las puertas de todos, mirarnos y reivindicar el dialogo, es permitir conocer al otro, es apostar que se puede seguir creyendo en la posibilidad de encontrarnos, no sé si al final con el propósito de que seamos un ídem colectivo, pero al menos habríamos apostado para ese futuro que anhelamos desde la infancia y que no siempre pareciéramos tener claro, pero la claridad se establece cuando apostamos por el otro y habría que pensar que también “el otro soy yo”.
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