Amores que duran menos de 2 meses, unas cuantos días e incluso míseras horas. Hay una infinidad de factores míticos, científicos y relacionados con la orientación sexual que llegan a definir la duración de las relaciones amorosas.
Comenzare por citar un gran imaginario colectivo “los homosexuales tienen relaciones menos duraderas” y para ello me remito a una de las historias de amor de la literatura colombiana que más me ha atrapado, se trata de Vista desde una acera de Fernando Molano. Que cuenta la historia de un par de de niños que viven en la capital, en Bogotá, cuyo amor evoluciona hasta su adultez, un amor ciego que literalmente duró hasta que la muerte los separo.
Esto de la poca duración afectiva humana tiene bases científicas. El amor es un sustancioso coctel de hormonas. La Doctora Helen Fisher, ha dedicado su vida a analizar la neurobiología del amor y argumenta que: “Los hombres se enamoran y desenamoran más rápido que las mujeres porque liberan menos oxitocina”.
De echo hay una patología psicosocial llamada el síndrome de enamoramiento prematuro, que no es más que una persona que constantemente se ilusiona emocionalmente con las personas con las que comienzan a salir. La típica persona que llenan de expectativas superiores al one, adelantándose a un futuro promisorio a penas en la primera cita.
La mejor solución a la cuestión de los amores efímeros la encontré en el libro Qué le pasa a los hombres de Liz Tucillo y Greg Behrendt, en la pagina 186 dice: “mucha gente no soporta sentirse sola. Lo entiendo, lo entiendo, lo entiendo. Pero sigo teniéndolo que decir: creo lo más profundo de mi ser que estar con alguien que te hace sentir fatal o que no te respeta como persona es peor que estar solo”. Como dice el refrán popular “es mejor estar solo que mal acompañado”.
No busquemos el amor dejemos que él nos encuentre.
