CANIBALISMO POLÍTICO

Vie, 29/06/2012 - 10:18
En una desvergonzada actuación, el Honorable Congreso de la República sucumbió ante la placida figura de “ferrocarriliar” leyes sin mayor análisis ni estudio, y optó por tramitar, a los “pu
En una desvergonzada actuación, el Honorable Congreso de la República sucumbió ante la placida figura de “ferrocarriliar” leyes sin mayor análisis ni estudio, y optó por tramitar, a los “pupitrazos”, una mal llamada reforma de la justicia. Aunque mal haría en detenerme en el articulado del instrumento, pues no lo he leído in extenso, lo que pretendo hacer notar es, que más allá del enredo jurídico y constitucional que éste desastre ocasionó, para lo único que sirvió fue para dejar en evidencia varias de las peores costumbres del poder público. En primer lugar, lo vergonzoso que es tener un Congreso que simplemente se ocupa de cobrar el sueldo y no lee, no analiza, y se siente cómodo siendo parte de una “unidad” que les hace más fácil evadirse de su responsabilidad política, y estar al vaivén de las instrucciones que reciben. En segundo lugar, el trágico episodio del Honorable Representante Simón Gaviria Muñoz quién, joven e impetuoso, se le veía con una arrogancia suma dirigiendo los debates de la reforma, aprobando a mansalva, y ya entradas las 11 de la noche, un articulado gaseoso y que ni el mismo había leído. En tercer lugar, el último regalito que nos dejó el Senador Juan Manuel Corso, quién dejó armada la lista de los conciliadores – que dicen las malas lenguas fue inducida por el señor Juan Mesa – y aprobó, junto con el Representante Gaviria, un acto legislativo que dejó en evidencia la fragilidad de nuestra institucionalidad, lo artificioso que es nuestro derecho constitucional, y lo patético que es nuestro Congreso. Otra situación digna de un Oscar fue la lavada de manos del Ministro Germán Vargas Lleras, padre del engendro, quién tramitó la ley y al final desapareció con su nombramiento en otra cartera. Para aplaudir, eso si, la actitud valiente de unos pocos congresistas de los partidos minoritarios quienes, con coherencia ideológica y dolor de patria, se abstuvieron de participar en esta tragicomedia de la democracia criolla, y se apartaron de votar un acto que consideraron lesivo, no solo jurídicamente, sino absurdo políticamente. Las democracias necesitan oposición, deliberación, consenso en lo fundamental pero disenso respetuoso e ilustrado, éste adormecimiento y tufillo de patria boba no le hace bien a nadie, no solo quedó el Congreso mal al haberse visto descubierto por la opinión pública, sino que los pactos por debajo de la mesa, y las mieles del anonimato de muchos “padres de la patria” dejaron al descubierto que, como dice el adagio popular, las victorias tienen muchos padres, las derrotas son huérfanas. Rodó la cabeza del Ministro Esguerra, quién, aunque no merece ningún aplauso por su actuación en el tramite de la reforma, por lo menos tuvo la gallardía de renunciar y no convertirse en carne de cañón por éste fracaso. Ya lo decía también el argot político coloquial, los ministros son fusibles, y en este caso ya se quemó uno. Esperemos pues que la turba enardecida recuerde la próxima vez que elige Congreso quienes son los que se dedican a calentar silla, meter micos, y ser ilustres desconocidos en busca de pensión y burocracia. Si las cosas siguen así, no solo debería cerrarse el Congreso, deberían cerrarse las facultades de derecho pues, con los miles de abogados que hay en este país, nuestra especialidad es ver como nos saltamos las normas y enseñamos un montón de cosas sin sentido, por ejemplo “derecho constitucional”, cuando eso aquí en Colombia se arregla a pupitrazos. @andresbarretog
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