El Imperio contraataca

1956 es considerado por muchos como el año en que terminó oficialmente el Imperio Británico. Inglaterra había mantenido una hegemonía económica y militar durante más de cuatro siglos. Sus dominios llegaron a abarcar en algún momento, un quinto del total del territorio mundial y un cuarto del total de la población, es decir casi 500 millones de personas. Uno de los objetivos imperiales era que sin importar en qué parte del mundo se encontrase una persona, no estuviera a más de dos días de viaje de territorio británico. Y se puede decir que lo lograron: El imperio tenía colonias en los cinco continentes, incluyendo territorios como EE.UU., India, Australia, Hong Kong, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica y muchos más. Pues para el verano de 1956, Egipto acababa de invadir territorios del Sinaí, que Israel reclamaba como suyos. Los británicos, con el respaldo de Francia,  habían movilizado tropas a la zona y apoyaban abiertamente los intereses israelitas. El problema era que no contaban con EE.UU., que había hecho un acuerdo comercial y político con Egipto. Los políticos gringos se encargaron de disuadir con gestiones diplomáticas a los británicos de retirarse pacíficamente del Sinaí. ¿Y cuáles fueron exactamente esas gestiones diplomáticas? Bueno, eso es un eufemismo para decir que los Estados Unidos, a quien Inglaterra le debía grandes cantidades de dinero desde la posguerra, presionó y coaccionó al otrora glorioso imperio, so pena de dejarlo en la ruina. Y así fue como Inglaterra, quien llegó a ser dueño y señor de buena parte del mundo, tuvo que retirarse del Sinaí con el rabo entre las patas, ante las presiones económicas de la nueva súper potencia. En los últimos días se ha revivido el conflicto de las Islas Malvinas, que bien podrían representar uno de los últimos vestigios de ese glorioso pasado imperial británico. Curiosamente la historia parece repetirse con un conflicto que nuevamente se desarrolla en el medio oriente y nuevamente tiene a Israel como uno de los protagonistas. Ante la posible pero poco probable amenaza nuclear que representa Irán, Israel y EE.UU. se han unido con amenazas de guerra e invasión. La situación tiene también similitudes con la invasión a Irak por parte de EE.UU. hace casi diez años. Hacia finales del 2002 e inicios de 2003, el 70 % del pueblo de Estados Unidos creía que Irak estaba detrás de los atentados del 11 de septiembre. Hoy el 71 % del mismo pueblo considera que Irán tiene bombas nucleares. Buenas noticias para nuestro Nobel de la paz, el presidente Obama, ya que las elecciones se acercan y sería un suicidio político abrir otro frente de guerra sin el apoyo del pueblo norteamericano. El ingrediente que no se ha considerado hasta ahora es la participación de Rusia y China. Estos dos países están en oposición ante cualquier acción bélica en contra de Irán. Y China tiene el sartén por el mango, si lo que se quiere es ejercer presión económica sobre Estados Unidos. Uno de los indicadores de la crisis económica que enfrentan los EE.UU. es su enorme deuda soberana. Dicha deuda alcanzó recientemente el techo de 14.3 billones de dólares y China es uno de los principales acreedores. Así que tenemos nuevamente una situación en la que una potencia en decadencia pretende perpetuar su hegemonía en el medio oriente y una potencia emergente tiene las armas económicas para poner a la primera en una situación difícil. ¿Será que China decide tirar del lazo que rodea el cuello de los Estados Unidos para ponerlo en su sitio? Es muy difícil predecir nada en estos momentos. Los más apocalípticos hablan de escenarios de crisis económica mundial en el caso de una guerra abierta contra Irán. Nadie sabe el papel que tendría China en ese conflicto. Quizás aprovechando la oportunidad, se desmarque definitivamente como la nueva superpotencia global, tal vez sin necesidad de entrar directamente en el conflicto y haciendo uso solamente de su poder económico.