El mayor obstáculo para la paz

Mié, 29/08/2012 - 03:24
La importancia de la justicia y la equidad está tan arraigada en la mente humana que estamos dispuestos a pagar o a hacer sacrificios para defenderla. En un famoso experimento llamado “The ultimatu
La importancia de la justicia y la equidad está tan arraigada en la mente humana que estamos dispuestos a pagar o a hacer sacrificios para defenderla. En un famoso experimento llamado “The ultimatum game”, una recompensa es entregada a dos personas. Una de ellas decide cómo repartirla, y la otra decide si acepta la oferta y se queda con el dinero ofrecido, o la rechaza haciendo que ninguno de los dos reciba nada. El experimento ha demostrado que cuando la oferta es inferior a 80-20, la segunda persona la rechaza por sentirla injusta, y prefiere irse con las manos vacías – y dejar al otro sin dinero también – con tal de defender lo justo y darle una lección al aprovechado. Aún cuando la lógica indica que es preferible quedarse con algo de dinero así la repartición sea injusta, estamos dispuestos a hacer un sacrificio y pagar para defender la justicia. Años atrás, refiriéndose a negociaciones con grupos violentos, un Presidente de la República dijo que “la paz definitiva es la mejor justicia” y que “hay momentos que demandan ajustar la ecuación entre justicia y paz” para lograr ese objetivo de la paz definitiva. Fueron unas palabras muy sabias, porque reconocían que nuestra preocupación por la justicia total podría ser un obstáculo en la búsqueda de la paz, y que sería necesario hacer concesiones en materia penal para dar un paso adelante en el conflicto armado. Los expertos enumeran varios obstáculos y problemas que pueden surgir durante los próximos diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla. Se reconoce que los actos terroristas podrían aumentar, desde la izquierda y desde la derecha, para fortalecer la posición de negociación de la guerrilla o para torpedear los diálogos. No es claro cómo reintegrar miles de guerrilleros rasos a la vida civil. El “Marco para la paz” todavía no está completo y tiene enemigos por doquier. Los diálogos no acaban con el narcotráfico, motor de la guerra. Pero el mayor obstáculo que vamos a encontrar va a ser la preocupación por “lo justo”. Va a ser difícil que aceptemos que miles de guerrilleros queden libres, que algunos entren al congreso o se lancen como candidatos a cargos públicos, o que otros salgan del país y vivan con comodidades en el exterior. Sabemos lo que han hecho, cuánto sufrimiento han causado y cuánta sangre han derramado. Cualquier cosa menor a 50 años de cárcel se va a sentir como una gran injusticia. Por eso en parte entiendo a Uribe. Dejemos de lado por un momento el hecho de que la guerra es su único discurso y única razón por la que aún es relevante en el escenario público. El tipo tiene un odio tan profundo y ciego por la guerrilla, visceral y completamente desproporcionado con respecto a demás criminales, que no solo es capaz de hacer cualquier cosa sino que cualquier cosa que no sea volar en pedazos cada guerrillero, uno por uno, le parece injusto. Y con este pensamiento ha arrastrado a un sector que, aunque es minoría, hace mucha bulla y se opone a la paz, calificando las diálogos como un delito del gobierno. En nombre de la justicia, con la disculpa de defender lo justo, prolongan el sufrimiento de un país sumido en una guerra injusta. Y el riesgo que enfrentamos en estos diálogos es que el gobierno, la opinión pública y los ciudadanos no seamos capaces de entablar un acuerdo entre dos bandos que no pueden obtener lo que quieren en el camino a la paz, todo en nombre de la justicia. La mayor amenaza para los diálogos de paz es entonces la preocupación por lo justo. Si no somos capaces de “equilibrar la ecuación” de la justicia y la paz, este solo será otro esfuerzo fallido y otra década de guerra y muerte. Si no entendemos que la paz definitiva es la mejor justicia, en nombre de ella prolongaremos la guerra. Enmarquemos las palabras de aquel Presidente colombiano, que como un vidente predijo lo que sería el mayor obstáculo para la paz. No olvidemos las palabras de aquel hombre, y aceptemos que, sin ingenuidad y sin resignación, tendremos que hacer concesiones en materia de justicia para acabar la guerra. Recordemos siempre las palabras de aquel sabio, pronunciadas durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2003 cuando salió a defender el proceso de paz con los paramilitares. Ese hombre es Álvaro Uribe Vélez. @viboramistica
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