El señor de los tentáculos

Lun, 09/04/2012 - 15:28
Lo primero que hay que decir al hablar de Luis Enrique Pérez Mogollón, alias El Pulpo, es que no tenía antecedentes penales ni órdenes de captura en su contra.

En una carta que le redactó al e
Lo primero que hay que decir al hablar de Luis Enrique Pérez Mogollón, alias El Pulpo, es que no tenía antecedentes penales ni órdenes de captura en su contra. En una carta que le redactó al expresidente Álvaro Uribe, después de que este lo acusara de ser uno de los narcotraficantes más importantes de la región y ordenar a las autoridades capturarlo de manera inmediata durante un consejo de seguridad realizado el 8 de septiembre de 2008 en Cúcuta, El Pulpo expuso las razones por las cuales creía ser perseguido. Según dejó consignado en esa carta,  su único pecado era haber logrado a pulso el éxito como empresario, compartirlo con quienes lo habían visto crecer, y seguir viviendo en la ciudad que le había brindado todo lo que tenía. En esa misma comunicación, que envió con copias al ministro de Defensa de la época, Juan Manuel Santos; al Director Nacional de la Policía, general Óscar Naranjo; al Fiscal General, Mario Iguarán; al Procurador General de la Nación, Edgardo Maya Villazón; al Gobernador de Norte de Santander, William Villamizar Laguado; a la Alcaldesa de Cúcuta, María Eugenia Riascos y a los medios de comunicación, Pérez Mogollón sostenía que la justicia jamás le había probado nada durante las investigaciones abiertas en su contra por lavado de activos, narcotráfico, porte ilegal de armas, enriquecimiento ilícito y testaferrato. El Pulpo, como era conocido en Cúcuta y sus alrededores, nació el 15 de enero de 1954. Vivió gran parte de su vida en el barrio San Luis, uno de los más golpeados por la violencia, la venta y el consumo de drogas. Allí, en el barrio que lo vio crecer y formar su imperio económico, construyó una capilla junto a la casa de su mamá. La ofreció a San Joaquín y Santa Ana. Y fue precisamente alrededor de esta capilla que El Pulpo forjó su fama de ‘buen hombre’. Cuentan algunas personas que participaron en las celebraciones navideñas organizadas por Pérez Mogollón que, además de las orquestas y la comida gratuita, abundaban los regalos para los cientos de personas que hacían fila en torno a su figura con tal de obtener un mercado, una muda de ropa o dinero en efectivo. Pese a las acusaciones de ser un poderoso narcotraficante hechas por Uribe, el director de la Policía, general Óscar Naranjo y hasta por Gustavo Petro cuando era congresista, Pérez Mogollón era recordado en Cúcuta por sus negocios Lubricantes Castrol (del cual era el distribuidor autorizado para la zona de frontera) y el lavadero de carros Globocar. Además, se sabía que tenía negocios de finca raíz, hotelería, transporte y venta de ropa. En los últimos años se había convertido en el organizador de los conciertos conocidos como tsunamis vallenatos, en los que reunía a los más grandes exponentes de este género musical. También había logrado traer a Cúcuta los espectáculos musicales del famoso salsero puertorriqueño Marc Anthony, el reguetonero Don Omar y el cantante de música ranchera, Vicente Fernández. De El Pulpo decían que vivía en Panamá y pocas veces se dejaba ver por Cúcuta. Que tenía un esquema de seguridad compuesto por más de 10 hombres y 4 camionetas. Que se había hecho varias cirugías plásticas para conservarse joven. Que manejaba el negocio del narcotráfico en Cúcuta a través de testaferros que le debían rendir cuentas y jurar fidelidad hasta la muerte. Que ningún paramilitar lo ha mencionado en sus confesiones ante Justicia y Paz. Que su nombre y alias infundían tanto temor, que era impensable que alguien lo pudiera tocar. En pocas palabras, de El Pulpo se decía que era el amo y señor de Cúcuta y su área metropolitana. Sin embargo, a pesar de su aparente gran poderío, El Pulpo fue asesinado el martes santo (3 de abril), a las 8:00 de la noche mientras cenaba en el restaurante Spezia, ubicado en la calle 21 número 0E-45 del barrio Blanco. Su cuerpo ensangrentado quedó boca arriba junto a la mesa donde se dice que le acompañaba una de sus hijas. Los dos sicarios que le dieron muerte lo tenían perfectamente estudiado a juzgar por la forma en que ejecutaron el homicidio. Según el subcomandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, coronel Óscar López, “uno de los dos sicarios que participó en el crimen, ingresó primero al restaurante, se quedó 4 minutos esperando a unos supuestos amigos que iban a llegar y posteriormente, en compañía de un cómplice, atentó contra la víctima”. Las primeras versiones entregadas por testigos en el lugar de los hechos, sostenían que los sicarios habían utilizado armas con silenciador. Sin embargo, a las afueras del restaurante donde se reunieron cientos de personas a comprobar que sí era cierto que habían asesinado a El Pulpo, las autoridades no se atrevieron a corroborar esta versión. Sin oponer resistencia, desarmado y sin esquema de seguridad, El Pulpo fue asesinado a mansalva. Con su muerte se puso fin a una leyenda. Los medios, a sabiendas de que ninguna línea puede ser escrita sin los soportes necesarios, solo atinaron a decir que había sido asesinado el controvertido empresario conocido como El Pulpo. Ese día, sin proponérselo, El Pulpo llegó a ser trending topic en Twitter. Su alias, ligado a su vida como si fuera su verdadero nombre, logró ponerse en el plano nacional. Con su muerte se generaron sentimientos encontrados. Algunos lamentaban el asesinato de un exitoso empresario. Otros, de quien se había convertido en una especie de Robin Hood. Unos más, manifestaban su júbilo por la muerte de quien, sin poder comprobárselo, tildaban de “haberle hecho mucho daño a la ciudad”. A todos ellos se unían las autoridades, quienes a sabiendas de la magnitud del crimen,  empezaban a prepararse para enfrentar cualquier situación que se pueda derivar por este hecho. Porque, como sostuvo un alto mando de la Policía, “las retaliaciones por este crimen empañaran de sangre las calles de la ciudad”.
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