El Vicedisidente

Mié, 21/09/2011 - 04:04
[caption id="attachment_4815" align="alignright" width="270" caption="Angelino es tan rebelde que incluso sigue negándose a peinarse."]
[caption id="attachment_4815" align="alignright" width="270" caption="Angelino es tan rebelde que incluso sigue negándose a peinarse."]Angelino es tan rebelde que incluso sigue negándose a peinarse. [/caption] Usualmente estoy en desacuerdo con todo lo que venga del lado izquierdo del espectro político colombiano. La retórica mamerta, en manos de simpatizantes de la guerrilla, no es más que el discurso narcocrimineoterrorista amplificado desde los medios de comunicación y los servidores públicos. Sin embargo, esta vez debo hacer una excepción con el Vicepresidente Angelino Garzón y su fuerte reclamo al gobierno del Presidente Santos, que descaradamente le ha pedido que no exprese sus discrepancia en público sino que las manifieste en privado. La importancia de este rifirrafe fue inmediatamente reconocida por los medios, que se lanzaron a analizar el tema. Tres días de debates en radio, opiniones de expertos, encuestas, opinómetros, columnas y artículos acerca del tema del momento: No la situación de pobreza en Colombia, sino la relación Presidente – Vicepresidente. Que así como el enemigo de mi enemigo es mi amigo, mamerto que critica a mamerto es amigo de la seguridad democrática; entonces Angelino Garzón, reconocido sindicalista y por ende terrorista, es uno de los nuestros porque parece estar recapacitando y se enfrenta ahora al gobierno de un uribista traidor que resultó socialista. O que sus cuestionamientos ponen en duda la Unidad Nacional y debilitan el apoyo popular de un Presidente ahora despreciado, no sólo por la “mano negra”, sino por la “mano gorda” de Angelino y su fortín político. Pero estas son sólo nimiedades y especulaciones de la prensa, que no ven la verdadera importancia de la rebelión angelinal. Yo apoyo a Angelino porque su rebelión tiene tanto de forma como de fondo. En primer lugar, el Vicepresidente tiene todo el derecho, como cualquier ciudadano, a disentir. Como dice Christopher Hitchens en su libro “Cartas a un joven disidente”, la disidencia es una responsabilidad intelectual. Sin embargo, se queda corto. La disidencia es también un derecho y un deber político y populista, porque si bien en una democracia es vital la coherencia intelectual y moral para sostener un punto de vista contrario al de una mayoría, hay que tener claro que la disidencia, como la caridad, sólo es realmente útil cuando se hace en público. Su heroísmo no termina ahí. No sólo ejerció su derecho a disentir, sino que luego salió a defender ese derecho a los medios, tras el regaño del Presidente. Bien por él, porque es importante defender este derecho a criticar que fue tan protegido por la administración anterior. Hay que recordar que, contrario a lo que dicen los mamertos, las mal llamadas “chuzadas” del Das no eran sino la muestra del profundo interés y respeto que tenía el gobierno por el disenso. El espionaje no era para perseguir, como claman los comunistas, sino para estar tan enterados como fuera posible de las valiosas críticas de la oposición. Y con valentía salió Angelino a defender este derecho “como un gato patas arriba”, pero tal vez se equivocó de animal porque lo defendió más como un perro patas arriba. Alborotado y energético, con un par de mordiscos apenas duros y juguetones, esperando a que su amo le rascara la panza y luego le diera una galleta. En segundo lugar, Angelino tiene todo el derecho de defender los sectores populares, sus sectores, y de paso demostrar que tiene los pantalones para enfrentarse al Presidente mismo y proteger el derecho más básico de los pobres: el derecho a ser reconocidos como pobres. Y es que para eso elegimos a Angelino, por eso acudimos todos los uribistas a las urnas para votar por él. Porque necesitamos a alguien que salga a defender a los pobres en un país en el que podremos negarles las necesidades básicas, quitarles los servicios públicos y negarles el acceso a educación, medicina y oportunidades laborales, pero nunca podremos quitarles el derecho a ser llamados pobres. Algunos cínicos dirán que este debate no es sino una cortina de humo para desviar la atención de problemas realmente importantes. Que es ridículo que el Presidente le diga a Angelino que tiene que lavar la ropa sucia en casa, mientras lava la suya en la plaza pública. Pero no podrían estar más equivocados. La importancia de la rebeldía de Angelino radica precisamente en la capacidad de poner por encima los intereses políticos y electorales, propios y del gobierno de turno, en el debate público. Pelear con el gobierno acerca de la definición de pobreza, un indicador internacional, logra que la opinión pública se concentre en lo importante, en la definición, y no se distraiga con las arandelas: Entender cómo ha avanzado o retrocedido el país en el tema de la pobreza y la desigualdad, y analizar las políticas del gobierno a corto, mediano y largo plazo para aliviar el sufrimiento de millones de personas que, con $190.000 o $230.000 mensuales, se ven a gatas para subsistir y salir adelante. Hay que imaginarse incluso a algunos de estos pobres contando los billetes, felices de ser llamados pobres gracias a Angelino, esperando, sentados en una mecedora, que un invierno que avisó su llegada hace meses vuelva a arrebatarles su casa. @viboramistica
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