Entre torcidos te veré

Lo que empieza mal, terminal mal reza un adagio popular. Y así va éste gobierno, cuando ni corto ni perezoso se inmuta con certeza absoluta de sus constantes actuaciones frías, innecesarias y descabelladas para su continuidad y que repercuten fatalmente en un país que solo responde con las vísceras de a ratos y que cambia de parecer cuando llega un partido de Messi y de James. Horrorosas las discusiones en 5to debate de la reforma al equilibrio de poderes y de control político que se han desarrollado en la cámaras legislativas en las últimas semanas, ausentándose la majestuosidad y la altura razonable de las bancadas, limitándose a paporrear el despropósito impoluto y fracasado de la cuadrilla de mercaderes y traficantes de puestos, y que en consecuencia solo buscan calmar la multitud en las tribunas y en las redes, evitándose a toda costa que no intenten boicotear una posible refrendación de un acuerdo de paz con el sello de la impunidad y que es coadyuvado por la comunidad internacional cuando envía sus emisarios para la siguiente foto. Se empezaron a ver los rostros de las aves de carroña, cuando de cambiar ponencias acordadas se trata, sin importar las consecuencias políticas y los intereses comunes, restándole importancia a la institucionalidad en privado y defendiéndola en público, incitando en mayor interés la personificación del poder en una sola persona que debe continuar con la vuelta –Vargas Lleras-, perpetuándolo en el negocio de las zagas como lo hizo el senador Uribe, apoyando a quienes lo quieren ver en una corte internacional -cucarachas de la misma calabaza-. Aun así se vieron los reclamos de la senadora Claudia Lopez, dejando mucho que pensar, porque ni sabe si lo hace para ganar protagonismo de prensa cuando llama torcido al cristo del interior –no el de la cruz- o para demostrar su ingenuidad ante una jaula de lobos que fungieron como ovejas de pastores. Y aun así monta su libreto y su actuación de que desconocía lo que aprobaban y discutían –háganos el favor-. Lo mismo ocurrió con Sergio Fajardo, cuando ni corto ni perezoso otorgó un título minero –para un cercano- sin el mayor asombro y respeto por aquellos que creyeron en su honestidad, en las bondades de sus ademanes como hombre probo y leal a sus principios matemáticos –porque aprendió para que son las sumas y las multiplicaciones-. Ahí mismo el país mojigato guardo silencio –los medios y seguidores de la fina moral-, ni estupefactos ni asombrados, porque el agua sucia se la echan al PERRO más flaco, al que está lleno de pulgas y de rabia, porque para poner en el escarnio público a cualquiera si están listos en la humillación. Así es que funciona la mecánica entre los bandos de verdes, rojos, azules y camaleones. Perdimos autoridad como ciudadanos, porque ni moral ni ética distinguimos entre lo profesional y lo humanamente, porque sabemos que nos siguen capando sin el mayor remordimiento, porque nos acostumbramos a recibir los látigos de la traición. @JorgePerezSolan