Ex-Paro Nacional: Verdad e Interpretaciones de una sola realidad

Dom, 13/10/2013 - 12:13
Se cumplió un mes y quizás un poco más de días desde aquel Paro Nacional Agrario - Campesino y Popular. Un mes en que el país estallase en fuertes movilizaciones de los llamados "enruanados" y en
Se cumplió un mes y quizás un poco más de días desde aquel Paro Nacional Agrario - Campesino y Popular. Un mes en que el país estallase en fuertes movilizaciones de los llamados "enruanados" y en que las cacerolas se tomaran la ciudad de Tunja, así como de algunas calles de parte de la clase media capitalina. Sin dejar de mencionar por supuesto a mis hermanos campesinos del Cauca, Ubaté, el Catatumbo, Caquetá, Huila y de todas aquellas regiones olvidadas del campo Colombiano. Sin embargo fue hace un mes en que para algunos el júbilo se volvía hacer mortal y surgía la esperanza en que la movilización popular iba a ser el detonante de una criolla primavera, al estilo árabe. Sin embargo ésta no fue así y todo aquello que aspiraba a convertirse en un capítulo de la historia de las conquistas sociales de éste malherido pueblo quedó de repente en un estado de coito interrumpido, de desconcierto, de una perdida que sumergió en el limbo a la movilización y que dejo atrás esas instantáneas en que el abrazo del concurso colectivo fundía al campo desesperado con la “solidaria” ciudad que disfruta a diario de su esfuerzo y trabajo y que como hazaña aspiraba a quedarse en los anales cómo la ocasión en qué el consenso del reclamo popular, podía haber dado brazo a torcer a éste Estado indolente y responsable de la profunda y permanente crisis social y humanitaria que padece el campo y los barrios carenciados de la querida "patria". ¿Pero qué pasó con el júbilo de la movilización y que fue del reclamo de aquellos campesinos que convulsionaron con su reclamo a un país? Ésta pregunta y los eventos posteriores, así como el por qué del congelamiento de ésta pre insurrección llaman la atención de éste ciudadano que alza su voz en el mismo reclamo qué hoy y desde hace setenta años exigen no sólo estos ciudadanos, sino miles que desde la sombra del poder dominante reclama a quien ha excluido y agobia en abandono al campo Colombiano. El por qué de mi inquietud, no se dirige en el sentido de que tanto el campesinado cómo sus dirigentes hayan bajado sus banderas, -porque sé que no lo hicieron- sino en el masivo y convocante pueblo qué acompañó el reclamo y qué hoy se encuentra ausente, pasivo, silencioso, casi que desaparecido de ésta agenda pública y nacional que posicionó el reclamo de un sector específico, en un clamor nacional y que muy para mi pesar, de vuelta volvió a la normalidad de su propia, pobre, pero siempre coherente banalidad. Aclaro que ésta condena y juicio, la hago en presencia de una carencia de vanidad y alejado de alteraciones de grandilocuencia y qué simplemente se generan en mi interpretación a partir de un simple ejercicio de observación y análisis fundamentalmente crítico frente al accionar de los medios de comunicación dominante durante el desarrollo y "pausa" de ésta movilización. De ahí que lo particular en esta observación sea señalar lo que al parecer es un manual entre quienes operan la agenda socio-política desde los mass media, que no es más que la ejecución de una serie de estrategias para desarticular el tejido social. ¿Pero por qué hacerlo? ¿Con qué objetivo? Un primer acercamiento arrojaría el propósito de que no debe haber ningún agente modificador de su agenda ya construida. Pero; ¿Y cuál es su agenda? Mi interpretación sería la de una agenda que no altere y desordene los intereses económicos que tienen justamente éstos en juego. Es importante tener presente que detrás del monopolio de quienes imponen la agenda están los capitales corporativos que diversificados en variedad de rubros comerciales y financieros, van más allá de la "voz" sincera de quienes se representan cómo los guardianes de la "información" y que a raíz de la voz crítica que surgió de la mano de los voceros del campo y del minifundio en las últimas semanas y que además señaló cómo responsable de una parte de ésta crisis a la política extractivista de este Estado ausente de la política social, y que además en incontables ocasiones le tendió la mano del salvataje a ése poder financiero y corporativo qué justamente se oculta bajo las "faldas" de la libertad de prensa (o empresa) y qué vieron cómo en el transcurso de un par de días trascendió en la sociedad, un rechazo generalizado no sólo a la banca financiera, (la que había sobrevivido en años con el salvataje de impuestos cómo el 4x1000) y que hoy tiene ahogado al campo con durísimos empréstitos imposibles de pagar por un campesinado que está arruinado por chantajes comerciales cómo el TLC (del que justamente estas corporaciones mediáticas tienen enormes intereses en ésos otros grandes rubros que comentaba) y del cual es imprescindible que estos medios -los únicos con convocatoria de agenda- deban frenar ésa peligrosa reproducción de insatisfacciones que venía gestándose en un sector importante de la población (por un lado) debido a las causas antes mencionadas, así como al creciente rechazo ante la brutal represión por parte del Estado en el mencionado Paro, representado en ese cuerpo de élite denominado ESMAD. ¿Pero cuál fue entonces la agenda a seguir? Deslegitimar la protesta a través del control social de una sanción moral asociada a categorizar cómo negativa los enfrentamientos civiles con las fuerzas represivas del Estado. Deslegitimarlas, cumplía como sanción, rechazar a los violentos y que el Estado pudiera visibilizarlos a través de quienes tienen la posibilidad de reproducir la sanción moral hacía lo público y que de ésa forma, se desgastara el diálogo con los campesinos. El propósito fundamental fue el distraer y desviar la discusión central: la crisis social presente y la violenta represión ejercida desde el Estado y que se reproducía masivamente por las redes sociales. Debo admitir, que en un momento pensé que el cuestionamiento colectivo que se hacía a la política de saqueo de las dos últimas administraciones; así como el rechazo que se hacía a la represión y a la reproducción que de ésta se hacía por las redes y que además sorpresivamente también comenzaba a cuestionar el rol que los medios hegemónicos de comunicación daban al desarrollo del Paro Nacional Campesino y Popular, me hacía pensar que éste evento estaba por marcar una brecha histórica en que el debate público plantearía el principio del fin de éste incesable letargo. Sin embargo y al cabo de darme como tiempo este mes, siempre con la convicción de la ilusión y con la esperanza de que el mundo verdadero dejara de ser esa fábula de la que Nietzsche en "El Crepúsculo de los Ídolos" nos hablara, se nos permitiera con esta movilización dar a esa transición que nos “despertara” de esos bastiones en que el corporativismo mediático -como ocurrió- nos sumía para dar por terminada la discusión sobre lo fundamental que era justamente lo social. Fue así, como una vez mas éste pueblo ingenuo volvió a confiar en el poder de la Verdad del que son capaces los medios y fue así también como se aceptó en consenso que el "fin" de la protesta se dio cuándo los "desadaptados" fueron quienes incursionaron en la agenda pública, señalándose a éstos como los responsables del fracaso del movimiento de los “enruanados”. Sin que de los desadaptados Oficiales, (los del ESMAD y los de Casa de Nariño) nadie se cuestionara. ¿No fue éste el chivo expiatorio que ellos mismos crearon y que a través del monopolio de medios se difundió para que usted lo creyera? Gianni Vattimo  expone en su libro "La Sociedad Transparente" la tesis de una sociedad mediatizada y en la que él mismo no alcanza a explicar lo complejo que se hace poder definir la verdadera realidad ante lo que en realidad es lo verdadero. ¿En definitiva que nos deja este poder dominante? La esperanza –posible- de arrebatarle colectivamente “su verdad” para que otras voces no queden en la mera especulación interpretativa; porque hoy en día no alcanzan nuestras interpretaciones para cuestionar su poder, “su verdad”. Un enorme reto es el que se nos presenta entonces social y culturalmente poder modificar esta realidad. Finalmente he de recordar lo expuesto ya en innumerables trabajos, sobre la necesidad de que se democratice el acceso a la pluralidad de otras voces, implementando como ya ocurre en otras latitudes del continente, no sólo mediante una ley de medios, sino ante la efectiva distribución del espectro radio eléctrico a todos los sectores sociales (campesinos, estudiantes, pueblos afro-descendientes, indios, LGTBI, sindicatos, barrios, madres comunitarias etc) para que sea ésta de interés público y no sólo del capital corporativo que hoy la controla y del que se nutren los gobiernos en reciprocidad como entrega de ese espacio que es hoy el que puede no solo manipular a su antojo un reclamo justo como lo fue el Paro Nacional Campesino y Popular, sino incluso de lo que usted piensa. Sepultándonos así en este olvido colectivo que ya nos embarga en décadas y que como pudo verse es capaz de hacer cuestionar cualquier objeto de resistencia civil que se presente. Preguntas finales: ¿Alguien recuerda que pasó con el #CatatumboResiste? ¿Qué fue de los policías involucrados en el asesinato de campesinos durante aquellas jornadas y de las de hace tan sólo un mes sacrificaron a otros labriegos en Ubaté? Si cree necesario. Despierte, haga suyo los medios alternativos a su alcance y haga radio, escriba un blogg, inunde de critica y sea el portavoz de la pluralidad de voces, mientras no haya voluntad del Estado en socializar la democratización de medios. Mientras tanto, movilícese y milite en el acceso democrático y plural de éstas y más voces. De lo contrario, sepa que soy el resultado de una patología posmoderna, propia de ésta sociedad de los Mass Media del que tanto nos habló Vattimo. P.D. Se vienen nuevos Paros y ud. Que va hacer?
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