Fútbol y Paz

Mar, 01/07/2014 - 10:59
Es curioso como un deporte sirva para sacar lo mejor y lo peor de nosotros como seres humanos y como sociedad, en estos días de fiebre futbolera, hemos visto en los noticieros y en las calles, cómo
Es curioso como un deporte sirva para sacar lo mejor y lo peor de nosotros como seres humanos y como sociedad, en estos días de fiebre futbolera, hemos visto en los noticieros y en las calles, cómo alrededor de este deporte, los Colombianos hemos descubierto nuestro individuo primitivo, ese que se encuentra oculto y que solo sale en momentos extremos, como estos que vivimos en el marco del mundial del país vecino. Si bien, ésta ha sido la excusa perfecta para unirnos, para encontrarnos alrededor del esférico y los goles, también ha sido un argumento aparentemente válido, para mostrar nuestro comportamiento más básico, el emocional, ese que estalla ante lo que consideraría una agresión, cualquiera que ésta sea, la cual puede ser simplemente no estar de acuerdo con la alineación del director técnico o a veces, incluso hasta el estar de acuerdo con alguna jugada, nos pone ya en son de agresión. No obstante, éste hecho, nos debe servir para reconocernos como sociedad, quienes y como somos en realidad, pero principalmente como no queremos ser, lo curioso de esto es que en este ejercicio de conocimiento de nuestro inconsciente colectivo, se ha incluido un miembro no esperado; la sanción, la restricción, la prohibición que limita y que conduce la manera de comportarnos en ocasiones como la descrita. ¿será entonces necesaria la prohibición, para aprender a compórtanos en sociedad?, perdamos o ganemos, es una necesidad el fortalecer una pedagogía de paz, que nos enseñe como celebrar en paz, como llevar nuestras emociones al límite y disfrutarlas, pero sin agredir al otro, el comprender que independientemente de la situación en la que nos encontremos, cualquiera que piense diferente a nosotros, ese hecho, no lo convierte en nuestro enemigo, que entendamos, que los hechos de paz se realizan en todos los espacios, incluyendo la política, las ideas, el ciclismo o el fútbol. Necesitamos que en todos los niveles de formación, se incluya un lenguaje común, un lenguaje que nos permita controlar voluntariamente aquellas conductas emocionales primarias y las convierta en alegría colectiva, en una pasión que nos impulse a ser cada día mejores, pero que además nos permita, evolucionar como sociedad, de tal manera que las futuras generaciones se formen alrededor de la paz. Ya el fútbol y la paz se habían discutido en la mesa de negociaciones de La Habana, como mecanismo de encuentro entre el grupo armado de las FARC, El Estado y La Sociedad Civil, la respuesta que el grupo armado presentó a dicha propuesta, fue publicada en Noviembre pasado en su blog; “Aceptamos gustosos el reto que nos hacen y complementamos la propuesta de la siguiente manera: juguémonos el Picado por la Paz en dos cotejos de ida y vuelta, la primera aquí en La Habana, la segunda en el tradicional barrio de Pescadito, en Santa Marta, de donde salieron tantas glorias del fútbol nacional”. Las generaciones presentes y pasadas, nos hemos formado con la violencia como forma de resolución de problemas, es la única manera que conocemos, sin embargo no por esa razón, debe ser la única que usemos, el conocernos, nos llevará a que finalmente descubramos otras facetas, otras maneras de afrontar y resolver cualquiera de las situaciones que se nos presenten, sea cual sea esta. Ahora bien, como llevarlo a la práctica, como hacerlo algo cotidiano hasta que finalmente en lugar de la violencia, sea la paz la que se nos vuelva paisaje y la convivencia alrededor de nuestras diferencias, las que nos caractericen. Una frase trivial y a veces dicha sin el suficiente análisis, se vuelve el mejor ejemplo de ello "nuestras diferencias nos unen", aprovechemos la fiesta del fútbol y la oportunidad de oro que nuestros deportistas nos regalan, para descubrirnos como una sociedad que se une al son de la celebración, sin la necesidad de la restricción que conduce, que enseña a ultranza y que nos limita. El fútbol debe ser entonces, una excusa, una oportunidad más, para construir paz.   futbol-por-la-paz
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