LA DIPLOMACIA “SHOW” Y LA ABSURDA POLÍTICA EXTERIOR COLOMBIANA

Mar, 27/03/2012 - 11:07
@andresbarretog
Con suma preocupación y dolor de colombiano he venido observando las actuaciones del Ministerio de Relaciones Exterior

@andresbarretog

Con suma preocupación y dolor de colombiano he venido observando las actuaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. No es solo el hecho de que su precaria estructura consular se haya desbordado ya hace años, sino el hecho de que seguimos manejando la diplomacia sin ninguna vergüenza, y más bien basada en un show mediático que, más allá de rendir réditos de las fronteras para adentro, no tiene ninguna incidencia real en el campo de las relaciones internacionales. No me detendré a analizar las actuaciones a titulo personal de la señora Ministra de Relaciones Exteriores, que ya de por si es una mujer soberbia y desconectada de la realidad nacional, lo que paradójicamente en los medios de comunicación nacionales - muy precarios en materia internacional -, es aplaudido como una excelente gestión diplomática. Pensemos en algunas de las líneas que se han tarazado para la “política exterior  colombiana” versión 2010 - 2014: profesionalización de la carrera diplomática y consular colombiana, mejoramiento de las relaciones con los vecinos, ampliación de la presencia internacional de Colombia, apertura hacía el Asía – Pacífico, solo por mencionar algunos ejemplos. La verdad muchos de estos temas se han quedado en simples promesas políticas, y adicionalmente constituyen verdaderas falacias, por cuanto la comunidad internacional se mueve sobre otros intereses, y, ciertos Estados, como Colombia, son simples espectadores o invitados de piedra que se mueven al vaivén del juego real de poder. El “fortalecimiento o profesionalización” de la carrera diplomática y consular colombiana no se dará, por el simple hecho de que esta ya es “profesional”, es decir, las personas que deciden seguir ese camino deben presentarse con un título profesional y un segundo idioma (requisitos mínimos). No habrá un servicio diplomático y consular ejecutivo y profesional, mientras que los salarios sigan siendo paupérrimos, y los cargos de jefe de misión o cónsul general sigan siendo asignados políticamente. Tampoco podemos caer en el engaño de que allí están los mejores en materia de asuntos internacionales, por lo general son personas que nunca han trabajado por fuera de la Cancillería colombiana, no saben de gerencia o administración, y viven una vida signada por la agenda política de turno. Hay que reconocer que se presentan muchas personas para acceder a un cupo en la carrera diplomática y consular colombiana, sin embargo, no siempre los que son atraídos por esto son las personas de las mejores universidades, o con las mejores formaciones, pues, no solo de amor a la patria o por asegurase un futuro en la burocracia se vive, lo que a su vez contrasta con el hecho de que los “diplomáticos de carrera” solo quieren ser “diplomáticos” e ir a Europa, pues se les ha olvidado que también deben ser cónsules y considerar el continente americano y el dolor de sus connacionales. En cuanto al “mejoramiento” de las relaciones con los vecinos, creo que esto es otro mito. Las relaciones con los vecinos se mejoran por el simple hecho de que es inviable continuar en este tipo de conflictos, de otra parte, éste es un logro de la llamada “diplomacia directa” ejercida por el Presidente, aquí los ministros de relaciones exteriores pasan a un segundo plano, casi que de emisarios o mensajeros, pero el hecho tozudo es que son los jefes de Estado quienes evalúan sus prioridades y ejecutan una “diplomacia” signada en el mutuo desagrado pero en la mutua necesidad (caso Santos – Chávez, o Santos – Correa por ejemplo). Como si fuera poco, con aquellos Estados con los que tenemos buenas relaciones y alianzas estratégicas, cometemos la torpeza de despreciarlos enviándoles “representantes diplomáticos” con pasados non sanctos en Colombia, lo cual, no solo deja de sorprender por la imprudencia colombiana, sino por el mutismo y la falta de solidaridad de cuerpo de los “diplomáticos de carrera”, que gobierno tras gobierno soportan estas bofetadas en silencio, y sin tomar posición alguna. Tal es el caso de “diplomáticos” con cuentas pendientes como Mario Montoya, Salvador Arana, Cesar Mauricio Velásquez, Luis Camilo Osorio, Jorge Visbal Martelo, y “cónsules a la carrera” como Jorge Noguera. Valdría la pena que algún medio noticioso, no cooptado por la “versión oficial”, hiciera mayores averiguaciones sobre quienes tienen cargos diplomáticos y/o consulares en provisionalidad. Para nadie es un secreto que en un ejercicio sensato de política exterior, es menester otorgar ciertos cargos a personas cercanas, sobretodo cuando la estructura de carrera en Colombia es tan pequeña y tan precaria, sin embargo, lo que no se entiende es que Colombia pase vergüenzas internacionales como haber enviado al señor Visbal Martelo a dos embajadas (Canadá y Perú), y que de las dos haya salido por los mismos hechos, episodios que en una democracia seria y equilibrada exigiría, como mínimo, un debate de control político, o una moción de censura para el titular de la cartera de relaciones exteriores. En relación con aumentar la “presencia internacional de Colombia”, parece que esto ha sido subsanado con las absurdas giras emprendidas por la Canciller por el medio oriente, sin ninguna necesidad y sin ningún impacto real. Moisés Naim y otros analistas atinaron al señalar que Colombia no tiene ningún papel, ni es tomado como un actor relevante en ese, ni en ningún conflicto internacional. La “otra” presencia internacional se ha limitado a hacerle propaganda al Vicepresidente Angelino Garzón para que sea elegido Director General de la OIT (aspiración que cada vez esta más lejana), lo que nuevamente demuestra nuestra inexperiencia y desprecio por lo internacional, pues no lo estamos postulando por lo que pueda hacer, sino para sacarlo del escenario político nacional. Otra absurda maniobra es no apoyar a José Antonio Ocampo para el Banco Mundial – siendo la única vez que los países en vía de desarrollo tienen algún chance real de romper el pacto entre EEUU y Europa -, prefiriendo gastar los cartuchos en un político criollo como Garzón. No olvidemos que el Vicepresidente Garzón ya fue nuestro flamante embajador ante el Sistema de Agencias de las Naciones Unidas en Ginebra, lo que sería una doble derrota si perdiera, pues daría cuenta de que no aprovecho su paso por esa ciudad. El resto de la mal llamada “presencia internacional” de Colombia sigue siendo más de lo mismo: Estados Unidos, lucha contra el terrorismo, lucha contra el narcotráfico, TLC´s que no se implementan o no traen benéficos reales a la población general, y acuerdos de promoción y protección reciproca de inversiones con Estados en donde los colombianos no tenemos inversiones. La guindilla la pone la Cumbre de las Américas, que se celebrará en Colombia en el peor momento de la OEA, con sus finanzas en crisis, su credibilidad regional e internacional destruida, y su papel real opacado por la “diplomacia directa” que impera en el continente, aunado al desprecio que Estados Unidos, Venezuela, Bolivia y Ecuador – entre otros –, sienten por el organismo regional. La agenda Asia – Pacifico sigue siendo una ilusión, más allá del TLC con Corea y de abrir embajadas para mandar “amigotes”, nada se mueve, seguimos con la misma agenda, perdiendo relevancia en los escenarios en donde tendríamos alguna vocación real de poder, que es lo que usualmente nos pasa por andar pensando que somos el ombligo del mundo. Más allá de vanagloriarnos de estar en los CIVET´S y contar con un “presunto” apoyo de los BRICS, deberíamos repensar porqué somos el Estado con la mayor inequidad del hemisferio, el más desigual de los CIVETS, y el más atrasado en infraestructura. Creo firmemente que en Colombia hay capital humano profesional, preparado, lejano a las ambiciones políticas, de un perfil técnico y serio, por lo que sugiero que lo aprovechemos o escuchemos, no sigamos lamentándonos por los “cerebros fugados”, no sigamos vanagloriándonos de lo que no somos, no sigamos mirando al mundo como si fuéramos iguales, tristemente el realismo no ha desaparecido, por lo que más bien deberíamos replantear nuestra agenda internacional, así como exigirle cuentas y resultados a un Ministerio que no solo sirve para nombrar políticos y hacer cocteles, pero sobretodo, exijamos al Congreso de la República un verdadero control político, y que por medio del control y la veeduría ciudadana se escudriñe lo que sucede con nuestra política exterior. Es triste saber que las malas decisiones, aunadas a la falta de rigurosidad y practicidad, nos terminan afectando a todos, no es el sólo hecho de portar el pasaporte colombiano, es el hecho de saber que por fuera de Colombia estamos solos, desprotegidos, a nuestra suerte. No podemos seguir en el debate de si a los congresistas se les expide pasaporte diplomático, deberíamos más bien preguntarnos porqué Luis Carlos Restrepo se fugó con un pasaporte diplomático, porqué nadie pide cuentas a nuestras embajadas y misiones que son verdaderas ruedas sueltas, y como se pueden y deben garantizar los derechos humanos de tantos colombianos en el exterior: estudiantes, detenidos, connacionales, extraditados, emigrantes, todos connacionales al fin y al cabo. *Nota al margen: 1) No acabaría nunca esta opinión pues falta mucho por decir, espero en próxima oportunidad retomar el tema y abordar otros escabrosos episodios de nuestra política exterior, como por ejemplo el tema María del Pilar Hurtado, las extradiciones masivas y exprés a los Estados Unidos, y el caso de los colombianos condenados a muerte en China, cuando los cónsules no van ni a visitarlos a la cárcel. 2) Adicionalmente vale la pena pensar porqué Colombia siempre pierde en todas sus aspiraciones y  postulaciones a la Corte Penal Internacional u otras organizaciones internacionales, ¿no será hora de cambiar la estrategia, de cambiar los nombres?, ¿será que no hay más gente en Colombia?
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