LA POLÍTICA DEL AMOR ES UNA APUESTA CULTURAL

La política de cultura en la ciudad de Bogotá, en la administración de Gustavo Petro, tiene como responsable a Clarisa Ruíz Correal, una filosofa de la Universidad Sorbona de París que cuenta con una amplia experiencia en el sector cultural de la ciudad y que tiene una hoja de vida con amplias responsabilidades que demuestran que es la persona idónea para liderar esta cartera. El programa de gobierno con el que los bogotanos elegimos a Petro para que fuera el alcalde de Bogotá por cuatro años, consideraba que lo importante para la ciudad era democratizar la cultura y garantizarle a los jóvenes el acceso a los espacios que por tantos años ha sido exclusivo para algunas clases sociales más favorecidas. De igual forma, en una entrevista cuando le preguntaron en campaña a Gustavo Petro sobre que pensaba de los recursos que el distrito giraba al Teatro Santo Domingo, hizo mención que lo importante no era quitarle los recursos a ese tipo de instituciones, pero que debía tenerse claro en su gobierno era que en las localidades los recursos deberían enfocarse en los ejercicios culturales que permitieran que todos y cada uno de los bogotanos disfrutaran de escenarios y prácticas culturales y artísticas del mismo nivel que las que ofrece el Teatro Santo Domingo o sus semejantes. Es claro que el gobierno que propone Petro en esa Bogotá Humana Ya! es muy diferente a lo que nos tienen acostumbrados los burócratas de la cultura que han manipulado los recursos de este sector en los últimos ocho años; es importante hacer memoria con respecto al Sistema Distrital de Cultura y los problemas que se han presentado en las responsabilidades que recaen en esos consejos locales de cultura, escenarios que en la mayoría de los casos se convirtieron en un saludo a la bandera pues independientemente de estar conformado por representantes cuya idoneidad es innegable, las prácticas que desarrollan los alcaldes locales son nefastas para los procesos locales. Debemos mirar localidades como La Candelaria, Bosa, Teusaquillo entre otras que entregaron la contratación de cultura a las organizaciones que lideraba el señor Venus Albeiro Silva. A lo anterior es importante sumarle que las mismas instituciones encargadas de las prácticas artísticas no han dado el mejor de los ejemplos, estando las áreas artísticas a disposición de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y de la Orquesta Filarmónica de Bogotá se convirtieron en fortines de sectores anquilosados en el poder desde las épocas de Peñalosa. Y en el peor de los casos crearon nuevas mafias que contribuyeron al derroche de los recursos. Asimismo, las directivas de estas instituciones y posteriormente lo que llamaron IDARTES, que de forma atrevida lo percibieron como la salvación de la cultura para Bogotá, desconociendo el arduo trabajo que desarrollaron centenares de artistas y gestores en el IDCT, se consideraron en los salvaguardadores de la cultura y posando con un discurso “revelado” transformaron las prácticas artísticas a su antojo y convirtieron la cultura en un escenario de farándula y desbordado de fantoches. Las personas que llegaron a estos cargos de dirección de la cultura, en su mayoría, no fueron por sus aportes a la cultura y a la manifestación artística, por el contrario no son más que fichas encadenadas de una burocracia y representantes de lo que se podría denominar como el clientelismo trasnochado; claro, parece que en Bogotá y en Colombia hace carrera ser candidato a una corporación o cargo de elección popular, obtener algunos votos para luego acceder a un cargo público. No se puede negar el trabajo artístico de algunas personas como Santiago Trujillo pero su nombramiento se debió a su participación en política, primero como candidato al Concejo de Bogotá por el Polo y luego apoyando de forma irrestricta a la candidata Ati Quigua, para lograr su designación como director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y posteriormente director del IDARTES. El IDARTES no es más ni menos que la institución que regla la participación de los artistas en Bogotá, es quién decide cual tiene las capacidades de pararse en un escenario y quién no, entonces si es una institución regida por la burocracia y el clientelismo el resultado no debe ser el esperado por la ciudad y mucho menos lo que se espera del gobierno de Petro. En esa Bogotá Humana Ya!, que movilizó a más de setecientas mil personas en la ciudad y generó un jubilo contagioso en muchos lugares del país, todos y todas tenemos nuestra esperanza pues descubrimos que es nuestra última oportunidad tras el debacle que sufrió la sociedad con la experiencia catastrófica del anterior gobierno nacional de Uribe y el distrital de Moreno. Es por lo anterior que miles de personas consideran que los cambios en la estructura de la administración distrital deben ser contundentes e inmediatas, y casos como el del director del IDARTES que trae como invitado especial a Rock al Parque, el espectáculo gratuito más grande de Latinoamérica, a un grupo de hip hop como es Chocquibtown y a una serie de grupos internacionales de poco reconocimiento en lugar de abrir más plazas a los grupos distritales, o que deja desfinanciado el encuentro de Hip Hop al parque y permite que algunos recursos para los grafiteros se vayan en atenciones como los buffet a la burocracia, deben ser evaluados y por supuesto consideramos que no son las personas que deben continuar ejerciendo la dirección de estos institutos. Es claro que Clarisa Ruíz tomará las decisiones que más le convengan a la ciudad y a la cultura, hay miles de artistas y gestores que pueden y deben ayudar en este proyecto que encabeza de Gustavo Petro; durante la campaña, en cada una de las localidades muchos artistas acompañaron los recorridos y en cada grupo de trabajo local había personas que hoy pueden respaldar el proceso que lidera Clarisa. Bogotá Humana Ya! es un proyecto resultado del primer movimiento político del siglo XXI construido colectivamente, así lo dijo Petro el día de triunfo y es responsabilidad de su gabinete llevar eso a la realidad.