Levedad estéreo

Mar, 15/01/2013 - 03:44

Por Jonáz:

En este  maravilloso país que se caracteriza por ser uno de los más “felices” del mundo, según estudios internacionales, también pululan las emisoras que investidas en su misión y visión de ser comerciales y ligeras, entregan productos que en muchas ocasiones muestran una cara poco agradable de los colombianos. Para el caso particular de las radioestaciones “juveniles” masivas, la mayor parte del tiempo de sus programas tratan de forma irresponsable el sexo, antes que ser un medio educativo, lo que generan es desinformación y que la genitalidad prime sobre cualquier otra cosa. Por otro lado, se encargan de difundir el desprecio y la intolerancia, contra los “raros”, que no se acomodan al prototipo que ellos venden, como la población LGBTI, nerd o los feos, tan sólo por citar algunos ejemplos. Recordemos que recientemente una emisora en Bogotá fue cuestionada por promover una campaña contra los homosexuales del barrio, salón de clase y oficina. Será responsable en un país con altos problemas de convivencia difundir esta clase de mensajes. Todo este contexto se agrava teniendo en cuenta que su audiencia son personas que están en proceso de crecimiento. De igual forma, algunos de los personajes que intervienen en estas emisoras son calificados como irreverentes; porque se salen de lo establecido de un modo mal entendido, con pocos argumentos, con conceptos desobligantes, arbitrarios, ingenuos y emotivos. ¡Por favor!, contestatarios son Bolívar, Jesucristo, Séneca, Ghandi, Mandela, el Che o Nietzche. Rumba existencial Ahora, otro aspecto que también tratan y que es disfrazado en el ámbito de lo ligero o lo comercial, es el exagerado gusto por la rumba. Será que los jóvenes sólo piensan en esto. Es una forma de inculcarles que no hay más posibilidades en la vida que estar en discotecas y tomar. Me rehúso a pensar que la mayor parte esta población base su existencia en la juerga. Eso sí, no hay que desconocer que muchos no son conscientes de su entorno, carecen de espíritu crítico y se dedican a cultivar el consumo excesivo y obsesivo de ropa, tecnología y lo trivial. Esto es una realidad que no hay que esconder, pero no son todos, afortunadamente. Y la música, tampoco es tratada de forma respetuosa, y es que son escasos los DJ a los que se les oyen comentarios que formen público, como hablar de la historia del artista, de su significado para el género, del proceso de composición. Desde mi criterio y sin ser consumidor de regetón, vallenato, despecho o música tropical, es necesario que los seguidores de esta clase de manifestaciones sonoras, aprendan más sobre lo que escuchan. Parece que consolidar un criterio en la audiencia, comercialmente signifique una especie de sacrilegio. Sumado lo anterior, que la realidad e historia musical la resumen en 40 o 50 temas, o si no escuchen una emisora de estas en un mismo día, a ver si de un artista no repiten una canción más de dos veces, como si no tuviese más realizaciones. En la parte técnica, en las emisoras ligeras o de índole “juvenil”, la calidad de los equipos y la producción radial es indiscutible, pero el uso a veces resulta inadecuado, porque prima el grito de los locutores con la disculpa que hay que ambientar y despertar a la gente por medio de la bulla excesiva. Competencias cuestionables Pero hay que analizar otro hecho y es que los miembros de los equipos de trabajo de estos medios y espacios son personas formadas más con el criterio de mercadeo (vender como sea) que de comunicación para el desarrollo. Otro asunto que llama la atención, es que realizan eventos masivos y se jactan que tienen la supremacía, porque colmaron un lugar con 10, 20 o 30 mil personas, pues es lógico, si en una ciudad ofrecen una actividad gratuita con diferentes artistas, la gente asiste. Este proceso no debe ser sobre valorado, ni mucho menos es una proeza. Son respetables los concursos que hacen, para que la gente gane premios y dinero. Claro con esta situación económica, cualquier obsequio o dinero extra es bien recibido. Ahora bien, no todo debe ser reflexión, cuestionamiento, soy del criterio que todos necesitamos ratos de relajación, de olvidarnos de la rutina, de reírnos, pero es que cuando se exagera en lo superfluo, en la levedad, una sociedad no avanza. Lo más preocupante de este paisaje es que tienen altas audiencias y los receptores ven en ellos una respuesta y un arquetipo. Será que Colombia se merece esto o será que esta sociedad prefiere olvidarse de su entorno y se coloca una máscara para evadir  la realidad; o que unos “poderosos” quieren mantener enajenados a una mayoría de la población. Ahí les dejo.
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