Los diablos no se visten de Prada

Mar, 09/09/2014 - 10:31
Lejos estamos de ver en las calles de Buenos Aires el poder de la moda que las mujeres ostentan con tanto glamour en los cuerpos de los hombres. Ellos son los más reacios, los que se niegan
Lejos estamos de ver en las calles de Buenos Aires el poder de la moda que las mujeres ostentan con tanto glamour en los cuerpos de los hombres. Ellos son los más reacios, los que se niegan a entrar a un mundo lleno de cortes desiguales y asimetrías estéticas maravillosas. Estamos en tiempos de libertad y tenemos íconos que dan pasos importantes, sin embargo aún falta mucho más. Necesitamos adoptar las faldas para hombres de Gaultier, las propuestas de marcas como Kim Gush, Les Hommes y DSquared2 que nos muestran que la moda para los hombres puede ser elegante, divertida y diversa. (Clic en la siguiente imagen)

foto moda hombre

Pero volvamos a la real realidad. Solo basta con caminar por la calle Florida en Microcentro en la ciudad de Buenos Aires o pasearse unos minutos por el parque de la 93 en Bogotá para ver a los hombres de siempre, con sus trajes perfectos, homogéneos y en donde solo se permite una corbata diferente y no tan juguetona. La seriedad invade los outfits de oficina y no hay lugar para ser creativo. La clásica tendencia del buen vestir en el terreno masculino ha sido obviado por tanto tiempo, que cualquier grito de cambio implica un compromiso moral que no todos pueden afrontar y muchos menos dimensionar. Las reglas están escritas y han sido tapizadas en la conciencia colectiva como unas punzadas con el mejor hilo. “Los hombres tienen menos posibilidades para elegir y eso hace muy fácil que encuentren pintas adecuadas. Se ponen camisas claras con pantalones oscuros o al revés. El cinto (correa) va del mismo color de los zapatos y saben que se ven bien. Las mujeres tenemos más problemas con eso” dice Liliana, una transeúnte que está segura que las decisiones de los hombres son reducidas y con poco margen de error. La historia contradice la actual tradición. Recordemos dos ejemplos claves: fue el rey Luis XIV quién popularizó en cierto modo los zapatos de tacón mientras que los hombres egipcios y más tarde los griegos en la edad antigua hacían uso constante de las faldas como una prenda común. Entonces, en tiempos donde todo es válido y la moda se recicla, ¿no hay cabida para atuendos que expresen más que una idea conservadora del hombre posmoderno? Para Oscar, uno de los hombres de corbata que camina por las calles de Buenos Aires, las faldas solo deben ser llevadas por mujeres porque son una prenda exclusivamente femenina y además agrega: “si yo veo a un hombre con falda, de una vez voy a pensar que es homosexual”. Los estereotipos y prejuicios han calado tanto en nuestra sociedad que los roles han sido forjados en medio de estructuras rígidas que no permiten disociación. Andrea es la vendedora de una tienda de calzado que nos dice que han venido muchos hombres a su tienda a preguntar por algunos tacos de talla grande. Los clientes han pedido probárselo y ella ha sido testigo de cómo hombres se montan en tacones de talla 40 y desfilan con una soltura poco usual. Ella nunca los ha visto en la calle pero sabe que muy pronto llegaremos al día en que hombres y mujeres compartan los gustos por los zapatos altos. La evolución es lenta. Así lo ha demostrado la naturaleza y la raza humana. La moda no es la excepción. Esperamos que el cambio venga pronto, por ahora seguir apoyando a los que se atreven a lanzarse a la calle con manchas de modernismo y excentricidad intencionada. @yamidzuluaga
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