Malos y estúpidos

Jue, 15/11/2012 - 12:01
La caída de Interbolsa, la niña bonita del mercado de capitales colombiano, ha llevado al país entero a buscar los culpables y las fallas que llevaron a semejante colapso financiero. Se acusan a la
La caída de Interbolsa, la niña bonita del mercado de capitales colombiano, ha llevado al país entero a buscar los culpables y las fallas que llevaron a semejante colapso financiero. Se acusan a las autoridades de supervisión y vigilancia por falta de control y por no haber detectado las alarmas por las operaciones sospechosas de Interbolsa con las acciones de Fabricato, se acusa al gobierno de haber actuado tarde para proteger los intereses y la plata de los inversionistas, la fiscalía y la procuraduría abren investigaciones, el Banco de la República pone el ojo sobre las comisionistas que demuestren iliquidez, los congresistas ponen el grito en el cielo Pero hay algo más preocupante que el debate de los responsables y controles que hicieron falta en tamaño colapso. Después de desenredar el laberinto legal y financiero detrás del colapso de Interbolsa, algo queda claro: La artimaña no iba durar mucho tiempo. Se basaron en el precio inflado de la acción de Fabricato para respaldar transacciones financieras, pero era obvio que tarde o temprano el mercado se daría cuenta de la distorsión en el precio por los pobres resultados de la compañía, y el precio caería de nuevo. Encima de eso negociaban con acciones de Interbolsa, transfiriendo el riesgo de las operaciones con acciones de Fabricato a sus propios inversionistas. ¿Qué estaban pensando entonces? Esto no fue un “robo normal”, donde una plata se pierde y nadie sabe qué se hizo. La artimaña era tan sofisticada como insostenible. Lo único cierto es que el castillo de naipes iba a caer porque la jugada era tan creativa como estúpida. Episodios como éste no son nuevos. Lehman Brothers también negoció con activos tóxicos en Estados Unidos, y después de hacer millones de dólares, se quebró y hundió al mundo entero en la peor crisis financiera que haya visto esta generación. David Murcia montó una pirámide y se hizo millonario, solo para ver cómo su imperio se derrumbaba como pasa con cualquier otro esquema Ponzi. Bernie Maddoff hizo lo mismo pero con millonarios norteamericanos y europeos y hoy está quebrado y en la cárcel. Los Nule se robaron el dinero de los anticipos de las licitaciones ganadas, para luego tapar el hueco con los contratos siguientes – ganados a punta de sobornos – y perderlo todo cuando no pudieron ganar una licitación. Y cuando uno mira todos estos descalabros, lo primero que se pregunta es ¿Acaso son estúpidos? ¿Qué estaban pensando? ¿No era obvio que tarde o temprano iban a caer y a arrastrar con ellos a todo el mundo? Estas demostraciones de absoluta estupidez no son solo propias del sector financiero. Los gobiernos se han rehusado a actuar sobre el cambio climático, a buscar energías alternativas, reducir la polución y disminuir el consumo de combustibles fósiles, a pesar de los obvios efectos del calentamiento global y los desoladores pronósticos de la comunidad científica, que no ha podido gritar más duro. Tampoco han querido hacer nada para solucionar el conflicto entre Palestina e Israel, y hoy estamos al borde de la guerra. Los políticos locales crean a los paramilitares, les dan armas y protección, los invitan a infiltrar los departamentos de seguridad y el gobierno, para luego darse golpes de pecho por la escalada violenta en el país. Se inventan desmovilizaciones falsas y gritan a los cuatro vientos que los paramilitares ya no existen, para luego darse golpes de pecho por la masacre de 10 campesinos a manos de los mismos criminales que han protegido pero que hoy firman con nombre distinto. Y uno solo puede preguntarse ¿Qué estaban pensando? ¿No era obvia la grandísima tontería que estaban cometiendo? ¿Acaso son estúpidos? ¿Tenemos que esperar 30 años para mirar atrás, agarrarnos la cabeza y ver lo estúpidos que fuimos? Antes me enfurecía ver como los poderosos eran personas brillantes que se dejaban llevar por la avaricia, la ambición o la pura maldad. Y de ahí salen dichos como “los buenos somos más”, como si el problema fuera de buenos contra malos. Pero entre más se observan estos episodios de colapso financiero, de tragedias humanas y violencia, más desolador se vuelve el panorama. Porque el problema no es que seamos gente inteligente pero malvada, sino que además de malos somos estúpidos. La caída de Interbolsa no es sino una gran estupidez de gente que se cree inteligente. La complejidad de la artimaña, al igual que todas las demás, solo muestra que no somos tan brillantes como creemos. Antes pensaba que era posible cambiar las cosas apelando a la inteligencia de los poderosos, pero ¿Cómo hace uno cuando entiende que los que mandan son profundamente estúpidos? @viboramistica
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