"No se ría que es en serio", por Yokoi Toduro

Mié, 15/04/2015 - 04:15
En Echemos Vaina traemos al tristemente desaparecido autor de No se ría que es en serio, el japonés Yokoi Toduro, culpable de la creación de uno de los libros con mayor

En Echemos Vaina traemos al tristemente desaparecido autor de No se ría que es en serio, el japonés Yokoi Toduro, culpable de la creación de uno de los libros con mayor demanda (todas perdidas en los estrados judiciales) en la historia de los discursos de autosuperación y embuste. A continuación una breve descripción del escritor y un fragmento de su libro.

Considerado por muchos como el Paulo Coelho de oriente, por otros como el Milli Vanilli del Himalaya y por la mayoría como un desgraciado que desapareció con los ahorros de los habitantes de su pueblo, Toduro es recordado por abandonar la cotidianidad de las responsabilidades laborales para dedicarse por completo a elaborar ¨paquetes chilenos¨ y a la escritura de cuentos chinos. No se ría que es en serio es el título de su única obra en la cual plasma con divertimiento historias ajenas a su creatividad y autoría.

Toduro dijo al respecto: “Con esta obra quiero exorcisar los miedos a la ley que siguen haciendo parte de mi vida. Se reconfortará de saber que no seré el único en la vida que lo va a timar".

Compartimos uno de los cuentos publicados de la obra del maestro Toduro.

Capítulo I – El anciano Shij Flah Miká

Érase una vez en un pueblo un anciano que se le conocía por ser muy sabio. Era tan sabio que no prestaba dinero, no se metía en problemas conyugales y no creía en los políticos. Un día el sabio Shij Flah Miká ya enfermo decidió compartir uno de sus grandes secretos: cómo lograr llegar a los cien años. Para ello el anciano invitó a todo el pueblo para que a las doce de esa noche se reunieran en la plaza central para que fueran testigos de la proclamación de su gran secreto. Lo que no sabía el anciano era que el día anterior una gran roca se había desprendido de la montaña sagrada, cayendo justo en la mitad de la plaza. A pocas horas del gran evento cientos de hombres intentaron sin éxito mover la piedra. Cuando el anciano arribó a la plazoleta, se sorprendió al ver el enorme esfuerzo de la gente para quitar la roca. El anciano se quedó pensativo y dijo: “¡déjenme!”. Sin dudarlo y con la seguridad que tenía producto de su sabiduría con el Judo, la meditación trascendental, el Feng Shui y el Sushi acercó sus dos manos temblorosas hacia la piedra y en menos de dos minutos logró comprobar que era imposible moverla. El anciano aprovechó entonces la altura de la piedra para subirse a darle la buena nueva a su gente. En medio de una conmovedora aclamación el sabio pidió silencio. “¿Quieren saber cómo llegar a los cien años?”, dijo el anciano. “Pues, hijos míos para llegar a los cien años, deben cuidarse muy bien a los 99 años”. Posteriormente el anciano estaba frio y tumbado junto a la gente que se sentía idem con sus palabras.

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