Souvenir, souvenir.

Mié, 24/09/2014 - 11:25
El sueño de muchas personas es viajar y conocer el mundo. Irse a lugares recónditos o grandes metrópolis a ver las maravillas que la humanidad ha forjado. Hoteles cinco estrellas, restaurantes fino
El sueño de muchas personas es viajar y conocer el mundo. Irse a lugares recónditos o grandes metrópolis a ver las maravillas que la humanidad ha forjado. Hoteles cinco estrellas, restaurantes finos, tiendas con ropa que quitan el aliento y paisajes que llenan el alma están esperando a ser visitados, explorados, descubiertos o re descubiertos. Lo único malo de los viajes es la hora de regreso. El dinero se ha acabado, los días de descanso se esfumaron y hay que comprarle regalos a todo el mundo. ¡Y si le lleva a uno hay que llevar para todos! las personas lentamente van entrando en crisis y empiezan a derrochar dinero en estatuas de miniaturas, ropa improvisada, llaveros, carteras y cuanta innecesaria vaina que ve en una vitrina y que le va a encantar a fulanita a sutanito y a perencejo. Según una cuidadosa observación, detecté algunas clases de turistas que se clasifican según su forma de llevar los recordatorios de sus vacaciones. shopping___1 Los ostentosos disimulados. ¿Cuál es el objetivo de comprar recuerdos de viaje?, yo creo que la idea es despertar la envidia de los demás. Que se enteren que unos tienen dinero para gastar en lugares lujosos y caros mientras otros no. Ese es un pensamiento bastante egoísta y el placer que se obtiene al contar la plata al frente de los pobres es el hábito de muchos. Los ostentosos disimulados se pasean por las calles turísticas comprando cosas muy baratas para todos y de pronto algo más caro para los familiares y amigos más importantes. Lo más irritante de los ostentosos disimulados es cuando intentan darme una camisa de esas que dicen, por ejemplo. “Alguien que me quiere mucho estuvo en Cartagena y me trajo esta camiseta”… es decir… ¿en serio? Además de tener que ver las diez mil y una fotos mal tomadas en la reunión improvisada ¿hay que llevar una camiseta afirmando que nosotros no fuimos a ningún lado pero que alguien que nos quiere mucho si? En el caso de querer un estampado quisiera que dijera: “alguien que me quiere mucho me dio muchos dólares para irme a Milán y allá me compré esta camiseta” Los recordadores También existen los que defienden esta costumbre asegurando que: “si me trajo algo es porque se acordó de mí”. Los recordadores son los que no se permiten la mínima posibilidad de olvidar llevarle aunque sea un detallito a todos. Se sentirían muy culpables en el caso que alguien cuestionara su cariño por no haber ofrecido una ofrenda de las tierras desconocidas. Lo divertido de los recordadores es que tienen un plan estructurado y que nunca falla. Si van a Buenos Aires entonces se devuelven con cajas de alfajores baratos para darle a todo el mundo. Por supuesto llevan una de más por si alguien se les escapa. Si van a Orlando, orejas de Mickey para los súbditos. En París, estatuas a escala de la torre Eiffel. Ellos no tienen preferencias y mucho menos exclusividades. Son como mi papá cuando nos compraba la ropa y los regalos a mi hermano y a mí. Era muy sencillo: veía algo que le gustaba y decía: “deme dos del mismo color, así no pelean”. Los recordadores negocian y piden descuento porque llevan más de una cosa. Se vuelen astutos para regatear y rogar por una rebajita. Los recordadores andan con lista en mano tachando y chuleando nombres que ya han cubierto con alguna manilla horrenda o una diadema extraña. Los esquivos Esta raza es escasa y peculiar, probablemente yo pertenezco a ella. Los esquivos son los que viajan, conocen y vuelven en el mayor sigilo posible. No se molestan en anunciar en las redes sociales su destino de vacaciones y mucho menos hacer cuentas regresivas públicas. Las fotos las acumulan y las montan en el momento menos esperados para que todos reaccionen con sorpresa y solo quede una pregunta por hacerles: ¿fuiste a Grecia? Y también las preguntas son cortas y esquivas. “si, aprovechamos unos días que nos dieron libres pero fue como una escapada, algo rapidito”. Los esquivos se debaten entre el odio y el amor de todos sus admiradores. Por una parte, los quieren las personas a quienes no les importa para dónde se van.  En la otra esquina, los odian todos aquellos a quienes no le dieron la oportunidad de chismorretear a costa de los viajes de otros. Los disco duros La última clase de turistas son los discos duro. Esos a quienes no importa a donde vayan ni por cuánto tiempo, a su regreso se encargan de contarle a todas y cada una de las personas de sus círculos sociales los detalles más insignificantes, magníficos, mágicos, curiosos, impresionantes y hasta inventados de sus aventuras. Cuentan las anécdotas como si hubieran descubierto América y esquivan la repartición de recuerdos con frases como: “traíamos para ti un cuadro precioso pero no lo decomisaron en el aeropuerto” o “en la maleta no entró tu regalo” o “no nos dio ni tiempo porque el bus del tour nos tenía apurados para ir a todos los lugares." Sin importar el tipo que usted sea de viajero le cuento que volver con regalos y recuerdos no es tan buena idea. En lo que a mí concierne, me gusta que solo me regalen libros. Con la tecnología y todo eso, no necesito ir a ninguna parte ni mandarlo a lejanías para comprar los que quiero leer así que basta con que lo compre por internet y me lo manen por correo, con eso estaré feliz. Además, no pienso coleccionar estatuas ni postales ni manillas ni réplicas de nada. La administración les agradece. ¿Conoces o… eres alguna clase diferente de turista? @yamidzuluaga
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