En los sesudos análisis sobre las profesiones del futuro más apetecidas, siempre se nombran las que tienen que ver con el desarrollo de la tecnología. Por supuesto, desde todo tipo de ingenierías, hasta litigantes virtuales, y una gran cantidad de profesiones que se van a requerir conforme sean necesarias para el avance tecnológico.
De las no tradicionales, las no académicas, las mismas que dependen de un golpe de suerte o del talento de quien esté dispuesto a sacrificarlo todo por ser alguien, no hay una formación típica, y menos una formación que oriente a sus padres o encargados.
En otras palabras: cuántos cantantes han nacido de parejas que ni siquiera cantaban en la ducha, o bailarines hijos de un repartidor de hielo, o soldados hijos de filósofos, o futbolistas hijos de poetas. ¿Quién los orientó? ¿Quién les vio un futuro promisorio?
¿Y qué se diría de los futbolistas profesionales? ¿Cómo nacen? ¿Cómo se crían? ¿Cómo se juntan? Cuando el pequeño prospecto de futbolista tiene suerte, su padre o un tío es futbolero y lo van llevando de a pocos. Cuando el niño nace con estrella, su padre o un tío o un vecino comprometido con la juventud fue futbolista profesional, y es claro que el niño tiene grandes posibilidades de vivir del fútbol.
¿Pero qué pasa cuando este buen prospecto del fútbol nace en una familia que desea a un ingeniero o un médico o un abogado o un seminarista que continúe con la tradición familiar y, como es obvio, con la buena intención de que vaya a la fija? Pues nada, si tiene mucha suerte alguien dentro del mundillo del fútbol lo ve y ya está.
Este post va dedicado al desorientado padre a quien su hijo le dice que quiere ser futbolista cuando sea grande. Ni bombero, ni súper héroe, ni médico. El niño quiere ser futbolista. ¿Qué hacer? Se pregunta el padre con cara de terror. Pues nada: sólo hay que apoyarlo.
Entonces el padre empieza a leer cuanto libro de fútbol se topa, ve la sección de deportes de noticieros y de la prensa. Y en medio del maremágnum de información (tampoco se puede creer en todo) presume que tiene a un pequeño depredador del área. De aquellos futbolistas que ven en cualquier pelota próxima al arco contrario una posibilidad de meter gol.
Y en medio de la información se entera que debe desarrollar en él habilidades de carácter como intimidar al contrario desde el esfuerzo. Y, cómo el talento no es suficiente, guiarlo sobre el trabajo en equipo, la autoconfianza, entender los errores de juego y tolerar la frustración y aceptar las críticas.
¿Y cómo se obtienen estas cualidades y muchas otras? Simple, con el apoyo emocional y material. El niño depende por completo del padre y toda su ayuda no sólo sirve para formar un buen centro delantero, si no cualquier jugador en cualquier posición.
Con el apoyo incondicional podría ser suficiente, no lo es todo, pero es el primer gran paso.
@juancuellarp