¡Chao Querida!

Lun, 18/04/2016 - 13:42
Hace 24 años en Brasil destituyeron, mediante el procedimiento del “impeachment” al presidente Collor de Mello. Las acusaciones fueron más o menos las mismas del domingo pasado contra la preside
Hace 24 años en Brasil destituyeron, mediante el procedimiento del “impeachment” al presidente Collor de Mello. Las acusaciones fueron más o menos las mismas del domingo pasado contra la presidente Dilma Rouseff: Corrupción, abuso de poder y crisis económica causada por el desgobierno. Solo una pequeña y gran diferencia, en ese entonces el gobierno era de derecha y hoy es un gobierno de izquierda. Esta es una lección que debemos aprender en América Latina, que las ideologías en lo que terminan pareciéndose es en sus prácticas clientelistas y corruptas. No se está vacunado contra la corrupción por ser de avanzada o de la caverna, ambos extremos terminan por creerse dueños del poder y abusan de las facultades que les da el pueblo. Uno pensaría que menos de tres décadas no era tiempo suficiente como para que los gobernante hubieran olvidado el castigo de la destitución, pero no, nada de eso. El partido de gobierno, el PT o Partido de los Trabajadores, lleva más de la mitad de esos 24 años en el poder y acabó por reproducir paso a paso los errores y delitos de PRN, Partido de la Reconstrucción Nacional de Collor. El PT estableció un pago denominado Mensalao, o mensualidad a los congresistas para garantizar su subordinación a las necesidades del gobierno, aceitó la maquinaria regional mediante ayudas emanadas de coimas de contratistas como Odebrecht, pagó parte de las campañas de reelección de Lula y de Dilma con aportes no declarados de los mismos contratistas privilegiados y lo que es peor utilizó a la petrolera estatal Petrobras para dar contratos y pagos a amigos y políticos de todos los pelambres. Cuando les agarraron la pita, gracias a las investigaciones del juez Moro, el gobierno hizo todo lo posible por ocultar información, comprar silencios y planear fugas, hasta que la paciencia ciudadana explotó y el Congreso tuvo que reaccionar y activar el mecanismo de la destitución. Pero eso no fue por obra y gracias de congresistas honrados, fue por la presión popular que tuvo durante varios meses una actividad febril exigiendo este juicio político. La paradoja es que la salida a la crisis generada por la destitución de la presidenta, no es la de un camino recto y limpio. Muy por el contrario, el vicepresidente Temer podría estar implicado en el mismo problema, el presidente de la Cámara Eduardo Cunha parece comprometido hasta el pescuezo en actos de corrupción y sólo está libre gracias a tecnicismos pero podría caer en cualquier momento. Y muchos de los que votaron por el Si al impeachment son parte de esa clase política favorecida con la corrupción. Tan duro es el panorama que se viene que algunos comentaristas hasta dudaban si sería mejor dejar a Dilma que poner a otros en su reemplazo. Pero la fuerza que tomó en las calles la destitución hizo que se diera esa avalancha de votos en la Cámara y que seguramente sea confirmada en el Senado. Dilma quedará destituida y su mentor, el carismático expresidente Lula da Silva, terminará probablemente preso o por lo menos enjuiciado, al perder la protección del gobierno. Dilma parece ser la que paga el precio de una izquierda ensoberbecida que gobernó para Dios y para el Diablo: Para el Dios de las reivindicaciones sociales con programas como “Hambre cero”, “Mi casa Mi vida” y otros subsidios que sacaron a millones de personas de la miseria, pero llevaron a una insostenible crisis fiscal; por otro lado gobernó para el Diablo de la politiquería y la corrupción que enriqueció a políticos de izquierda y derecha y con eso creían haber comprado un salvoconducto a la permanencia del PT. La cuenta de cobro se la pasaron de todos modos apenas la crisis económica ya no permitió tapar más los errores. De ahí que con un cierto humor negro el pueblo se apropió de una manera muy típica usada por Lula para despedirse de su amiga Dilma y con carteles en todas las avenidas del país acompañó la votación para la destitución con un “Chao Querida” que significa “hasta aquí llegó el PT; LULA, la Presidenta y la Corrupción”. Ojalá para siempre y no vuelva a pasar que en dos décadas la burra del pueblo vuelva a comer el trigo que le ofrecen los gobiernos corruptos.
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