La infraestructura y el transporte en Colombia son una vergüenza. Lo único peor es la ingeniería colombiana que sin pudor alguno funciona más o menos bien cuando opera para el sector privado, y con lamentable calidad de obra cuando trabaja para el sector público. Las mismas empresas que hacen mal una carretera terminan con admirables acabados un lujoso edificio de apartamentos, y eso —que parece inexplicable— se origina en la muy pareja falta de honradez del sector constructor y del sector público que, cuando contrata, explota la adjudicación en provecho del funcionario de turno; pero así como muchos altos funcionarios son corruptos y piden comisiones, también los contratistas pagan felices en efectivo o en el exterior, las jugosas "mordidas" con tal de conseguir sus adjudicaciones sin que les importe un pito perratearse el código penal.
La Ruta del Sol, con su nombrecito de ensoñación, es una payasada todavía. Desde Guaduas hasta Aguachica no hay adelantos ni se ve en el horizonte que se estén comprando predios o trazando ruta, no se asoma un buldócer, un agrimensor, ni siquiera una banderita que dé cuenta que algo está en progreso. Eso sí, con absurda frecuencia aparece el destartalado, trancado y consabido "peaje" que cobra desde el primer día y recauda —para el concesionario— miles de millones en esta arteria crucial para este pobre país sin carreteras, sometido al fracaso de todos los presidentes y ministros del siglo XX y todos lo que llevamos del siglo XXI, quienes consuetudinariamente se han conformado con que Colombia tenga una infraestructura de transportes parecida a la de Estados Unidos en el siglo XVII.
Es necesario aclarar que desde Aguachica hasta Pailitas la tal Ruta del Sol muestra significativos adelantos (pareciera que esos contratos los hubieran adjudicado cinco años antes) pero del centro del Cesar hasta Ciénaga y de Aguachica hasta Guaduas, es como si nunca hubieran pensado hacer algo... Ni qué decir de Yuma Concesionaria que tiene a su cargo la cruz Valledupar-Carmen de Bolívar y San Roque-Ciénaga, ellos solo saludan "bienvenido a Yuma Concesionaria" cuando impúdicamente le quitan a cada carro los 7.000 pesos que uno siente que le están robando, porque la vía no lo amerita.
Colombia es un país de montañas y prácticamente no hay túneles, es un país de cañones y depresiones que no tiene puentes o viaductos que acorten el "culebreo" de nuestras carreteras de pacotilla. Incluso el trazado y lo poco construido de la "doble calzada" que lleva a la costa norte desde Bogotá, da grima, porque va serpenteando entre las colinas y cerros de nuestras cordilleras como si los ingenieros no supieran que la distancia se acorta con una línea recta, y para eso hay que perforar las montañas y nivelarse con puentes sobre las depresiones. Una "doble calzada" que desde arriba parece un resorte desplegado sobre los cerros, puede medio resolver el "trancón" pero está muy lejos de poder llamarse autopista pues sus especificaciones en ancho, peraltes, bermas, velocidad promedio posible, intersecciones, y tantas otras variables, están risiblemente por debajo de los estándares del mundo civilizado.
¿Qué pasa en Colombia? ¿Por qué cada hombre de empresa se vuelve un paquete chileno apenas lo nombran en el Ministerio de Infraestructura y Transporte? ¿Cómo es posible que no pueda ningún presidente torcerle el cuello a esa tendencia a la más honda mediocridad en nuestras carreteras? ¿Hasta cuando soportaremos no poder tomar una vía sin que haya una procesión de tractomulas, carros de mula, perros, vacas, huecos, baches, pésima señalización y termine uno invadido de rabia suponiendo que todo lo que falta sencillamente se lo robaron y lo despilfarraron?
No se entiende bajo qué lógica renunciamos a tener trenes. Es increíble que no tengamos una red ferroviaria de alto cubrimiento, de alta calidad y de buena velocidad promedio para carga sobre todo, pero también para pasajeros. Resulta desconcertante que aún se hable de si trocha ancha o trocha angosta en los poquísimos corredores que se "emparapetaron" los últimos años. ¿Cómo pudo un país rayado de sur a norte por tres cordilleras, pensar que podía volcar toda su carga en camiones a diesel, que luchan por remontar las empinadas y absurdas cuestas de nuestras carreteruchas? Es una situación incomprensible, pero además no cabe el argumento de que no hay plata cuando sabemos que cada farsante con mínima diligencia se ha convertido en un pillo ante las arcas del Estado; si no, que nos recuerden cuanto se robaron los de Commsa y cuanto despilfarraron en farsanterías los Nule, y la legión de mediocres que han desplegado las vergonzosas obras de infraestructura de las últimas diez décadas; todas subcalculadas, todas de "paisito" y no de una nación que pretende tener libre comercio y entrar a la universalidad para siempre.
En parte se trata del complejo del centro que no es capaz de pensar en grande. La prueba es que la única parte del país que tiene unas carreteras dignas apenas del siglo XX es el Valle del Cauca. No entiende uno cómo allí sí pudieron y en el resto del país no. Pero sobre todo, no es comprensible que Bogotá sea la ciudad con peores vías urbanas y que la red vial rural de Cundinamarca sea tan mala como la de cualquiera municipio del Chocó, donde tampoco debería haber malas vías. Lo segundo medio presentable es lo que se derrama desde Antioquia, por eso ya hay como llegar casi dignamente a Montería y aceptablemente de Montería hacia Sincelejo, pero no es suficiente, nuestro atraso da alipori.
El anuncio de que se entregará este año la doble calzada Bogotá Girardot, es para Ripley, la he transitado, y salvo el largo y bien iluminado túnel, que parece bien hecho, lo demás da pena: lo que esta dizque terminado, es una ruta con irregularidades, abultamientos, pésima calidad de asfalto, diferentes anchos, pasos por poblaciones sin protecciones adecuadas, mal señalizada, una total vergüenza que hace inevitable preguntarse ¿cómo es posible que los cachacos no hayan sido capaces de dotarse de una excelente vía hacia su veraneadero favorito? Tiene que ser mediocridad y el más claro síntoma de cómo percibe Bogotá la planeación y ejecución.
No conozco al ministro Cardona, pero ya van dos años y nada. Ojalá me equivoque y en la segunda mitad surja esplendoroso lo planeado y contratado bajo su administración. Porque si no, apaga y vámonos, por mucha pujanza que haya, por muchas oportunidades que aparezcan, sin trenes, sin autopistas, sin puertos fluviales, sin pensar en grande, no será viable llevar a Colombia a la liga del primer mundo donde Santos quiere ponernos para gloria de su nombre.
