Cuando los amigos se van

Sáb, 16/07/2016 - 04:43
Cuando los amigos se van dejan un vacío muy profundo en el alma. El no volver a verlos, a compartir los sueños y las esperanzas quemantuvieron activos en la complejidad de nuestro sistema cerebral,
Cuando los amigos se van dejan un vacío muy profundo en el alma. El no volver a verlos, a compartir los sueños y las esperanzas quemantuvieron activos en la complejidad de nuestro sistema cerebral, cubren con nubes de tristezas nuestras vidas y surgen miles de preguntas y poca respuestas a ese nuevo estado donde, posiblemente, se ubican las almas de nuestros seres queridos que han trascendido más allá de la frontera del tiempo, situándose en los espacios de la atemporalidad y en el mundo de lo inmaterial. Dos grandes amigos partieron y en recuerdo a su memoria voy a orientar estas palabras que brotan de mi corazón triste por su irreparable partida. El primero fue el brillante economista de la Universidad Nacional de Colombia, CESAR GONZÁLEZ MUÑOZ, quien adelantó estudios de postgrado en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Tuve la oportunidad de conocerlo y tratarlo cuando iniciábamos los primeros esfuerzos que buscaban llevar a Horacio Serpa a la Presidencia de la Republica. Eran los años de 1997, yo acababa de renunciar al cargo de embajador de Colombia en Budapest, para venirme al país a colocar mis ideas y compromiso al lado de la propuesta social de Serpa. Después de una fraternal presentación comenzamos un proceso empático que tenía mucho que ver con nuestros mismos orígenes académicos en la Universidad Nacional. Me impactó su recia formación académica y me sedujo su claro planteamiento socialdemócrata al sostener que la tarea fundamental era la de lograr avances consolidados en lo social, sin erosionar las bases de la economía de mercado, que nos permitiría la estabilidad necesaria para cimentar las grandes reformas que considerábamos urgentes e inaplazables. En eso su pensamiento coincidía plenamente con el de Serpa, por eso, yo veía la sincronización perfecta en el trabajo político, organizativo y barrial. En esta lucha se sentía en sus aguas y recuerdo que en algunos de esos momentos, hablamos de nuestro Capellán insigne, Camilo Torres Restrepo, me mostró su profunda sensibilidad al decir: “fue una lástima la idea de Camilo de irse al monte, si se hubiese quedado, organizando los sectores populares y ampliando el Frente Unido del Pueblo, su fuerza en un tiempo prudencial hubiera sido descomunal por la vigencia que tenía en nuestra sociedad el mensaje de amor cristiano de Camilo”. Su sólida formación lo convirtió muy joven en profesor de la Universidad Nacional en su facultad de Economía, donde posteriormente fue su decano, así como profesor de otras prestigiosas universidades del país. Su brillante hoja de vida lo muestra como Presidente de la Financiera Energética Nacional (FEN) y de la Asociación Bancaria (Asobancaria). Su última responsabilidad fue como Superintendente de Servicios Públicos Domiciliarios. Indiscutiblemente, su muerte prematura ha sido un duro golpe para el Doctor Horacio Serpa y para el grupo de amigos que batallamos con Cesar, en forma denodada, para llevar a nuestro querido jefe liberal a la Presidencia de la república. De él recordaremos siempre su combativo espíritu santandereano, su preclara inteligencia, su gran sentido de la amistad. Ha muerto un gran demócrata y me atrevo a decir que un verdadero liberal como los formados al lado del héroe centenario de la Guerra de los Mil días, General Rafael Uribe Uribe. Honor y honra eterna a su memoria. Casi en la misma fecha y con escasas horas de diferencia hemos visto partir al gran amigo abogado y pedagogo de la Universidad Externado de Colombia GALO BURBANO. Tuve la fortuna de conocerlo hace muchos años por allá en los años de 1963 o 64, cuando se daban los primeros pasos en la conformación de la FUN, Federación Universitaria Nacional y de la cual fue uno de sus Presidentes. Eran los tiempos en que surgían los grupos universitarios de apoyo al naciente Ejército de Liberación Nacional, ELN, que se dimensionaban con la presencia de Camilo Torres Restrepo. Allí estuvimos con él, esa generación universitaria que entregó todo, hasta la vida misma, en pos de la creencia de un futuro mejor para la sociedad colombiana. El biógrafo de Camilo Joe Broderick en su libro emblemático acerca del sacerdote y capellán universitario destaca en la entrevista con Galo la profunda amistad y compenetración ideológica que los unió. Muerto en combate nuestro amado capellán y perdidos los referentes éticos e históricos que fueran capaces de enrutar la lucha revolucionaria, se inclina por entregar lo mejor de su vida en la educación de los jóvenes colombianos para que nadie más, en el inmediato futuro, tuviera que pasar por las experiencias dolorosas como las vividas por sus compañeros más cercanos que murieron en la lucha armada sin haber dado de sí todo el potencial político y social que tenían para dar generosamente. Es nombrado por sus reconocidos méritos Director del Instituto Colombiano de Fomento de la Educación Superior – ICFFES -, Rector de las universidades Pedagógica Nacional, Nariño y Manuela Beltrán. Por muchos años se desempeñó con lujos de detalles como Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades - ASCUN -, fue motor activo en los significativos avances que hizo la Asociación por colocar muy alto y en sitio reconocido el esfuerzo sistemático que realizan las universidades por el fin de la guerra y el inicio de la reconciliación de la gran familia colombiana. Tuve la grata oportunidad de volverlo a ver cuando llegó a dirigir la Fundación Universitaria Francisca Radke en los tiempos en que yo era Director del Programa Pedagogía de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional. Todavía resuenan en mis oídos sus sabias y persistentes recomendaciones acerca de extender por todo el territorio nacional, en escuelas y colegios, una pedagogía que nos permitiera reconocernos en los conflictos múltiples que vivimos, siendo capaces de manejarlos y dirimirlos en forma pacífica y democrática, construyendo los nuevos hábitats, donde surgiera el valor inmenso de reconocernos todos como hermanos, nacidos en un mismo suelo y cubiertos por una misma historia. Todos estos recuerdos enlazados, unidos al reconocimiento de sus inconmensurables valores humanos poblaban mi memoria, cuando asistí a sus honras fúnebres para darle mi despedida al noble compañero y amigo universitario de los años sesenta, llevadas a cabo en la Iglesia de Cristo Rey, presididas en sobrecogedora ceremonia religiosa por los sacerdotes jesuitas: p. Gerardo Remolina, ex rector de la Universidad Javeriana y por el actual rector p. Jorge Humberto Peláez, quienes en solemne y especial rito solo comparable a la estatura del amigo que había decidido partir, le dieron la sentida despedida que nos llevó a reconocer el amor anidado en nuestro corazón y el vacío que dejan al partir. Para mis dos amigos, solo tengo ¡honra y distinción eterna a su memoria! Ex. Embajador de Colombia en Europa. Vice. Presidente del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos. CPDH. Julio 13 de 2016.
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