Despropósitos conservadores y liberales

Vie, 20/02/2015 - 03:29
Uno de los fundamentos aristotélico-tomistas, en los cuales se cimienta el pensamiento de muchos conservadores, es la constante búsqueda de la verdad. No se puede limitar la demostración de la verd
Uno de los fundamentos aristotélico-tomistas, en los cuales se cimienta el pensamiento de muchos conservadores, es la constante búsqueda de la verdad. No se puede limitar la demostración de la verdad a un solo método, o a una sola ciencia. Resistirse a aceptar otras verdades, porque no caben en los métodos propios de las corrientes de pensamiento, es un gran error. Flaquísimos los argumentos de dos profesores de la Sabana sobre la homosexualidad. Pablo Arango afirmó en un concepto: “las personas homosexuales y lesbianas merecen nuestro respeto como personas, pero hay que señalar que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermedad”. Por su parte Gabriel Mora manifestó en una clase de derecho constitucional: “a los homosexuales hay que tratarlos con amor y respeto porque si bien es una enfermedad, les duele que les digan enfermos”. Hay un consenso en la órbita de la investigación médica y psicológica, que reconoce que la orientación sexual no requiere tratamiento y no puede cambiarse. Más de 35 años de investigación científica han demostrado que la homosexualidad, en sí misma, no se asocia con trastornos mentales ni problemas emocionales o sociales. A quienes todavía insisten en afirmar que la homosexualidad es una enfermedad, les recuerdo, que están reconociendo al mismo tiempo, que se encuentran expuestos a ella. Yo me pregunto, qué postura es más objetiva, verificable y reproducible: la de la Organización Mundial de la Salud, organismo de la ONU, especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial, o la de los doctores Arango y Mora. Pero no menos contradictorio y fastidioso es recurrir a la desinformación, la estigmatización y a los prejuicios, para defender un ideario liberal. Una de las constantes torpezas de algunos que defienden la tolerancia, es que son muy intolerantes. Ser tolerante es ser respetuoso, no sólo se trata de respetar lo que los demás digan o hagan, sino de reconocer y aceptar la individualidad y diferencias de cada ser humano. El intolerante es incapaz de aceptar que otros tengan ideas contrarias a las suyas. El  pluralismo es el reconocimiento y el respeto de la diversidad, e incluye a todos. Hay quienes defienden el pluralismo pero a la hora de hablar de razonamientos diferentes, asumen una posición muy excluyente. Las falacias tipo: “Si usted no apoya la adopción homoparental es homofóbico” son una clara demostración de prejuicio y manipulación. Es lamentable y contrario a la ética periodística, que muchos medios de comunicación hayan dado a entender que la Universidad de la Sabana tenga por política institucional promover que la homosexualidad es una enfermedad. Acomodando el hecho de que un profesor lo manifestó en un concepto a título personal, insinuaron que dicha afirmación obedecía a  lineamientos y directrices de la Universidad. Los siguientes titulares son un claro ejemplo de desinformación, presuposición, sobreinformación y descontextualización: -La FM: “Universidad de la Sabana dice que la homosexualidad es una enfermedad”. -El Espectador: “Los homosexuales son unos enfermos: La Sabana”. -Pulzo: “La homosexualidad sí es una enfermedad: posición institucional de Universidad de la Sabana”. Yo soy exalumno de la Universidad de la Sabana y si bien, no me siento orondo de las desafortunadas afirmaciones de los profesores Mora y Arango, me siento orgulloso de que sea mi “Alma Mater”. Soy una persona de convicciones liberales y teniendo un compromiso con la honestidad, debo reconocer que jamás sentí la más mínima expresión de intolerancia hacia mis planteamientos. Aprendí que igual de importante a los conocimientos que estaba adquiriendo, era la autonomía del pensamiento. Nunca oí que la homosexualidad fuera una enfermedad. Tampoco presencié discriminación alguna por motivos de raza, género o condición. Considero que más importante que las posiciones personales, son los razonamientos que las sustentan. Las situaciones que describo en este texto son un claro ejemplo. Los dos profesores que pretendían generar rechazo hacia la adopción gay, muy probablemente generaron solidaridad. Igual pasó con algunas personas, quienes por el afán de lograr apoyo para la aprobación a la adopción homoparental, se sobrepasaron manipulando, desinformando y seguramente cansando a la opinión pública.
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