Después de la derrota

Mié, 28/09/2016 - 04:15
Aunque no quisiera lo tengo que admitir, lo del 26 fue una derrota. Jugaron sucio, muy sucio, y ganaron. Jugamos limpio y perdimos. Se firmó el acuerdo, se salieron con la suya  y lo celebraron con
Aunque no quisiera lo tengo que admitir, lo del 26 fue una derrota. Jugaron sucio, muy sucio, y ganaron. Jugamos limpio y perdimos. Se firmó el acuerdo, se salieron con la suya  y lo celebraron con bombos y platillos. Dividieron a los colombianos, nos fragmentaron, pusieron un muro entre unos y otros, era parte de la estrategia y ahora, los que eran amigos ya no lo son, los separa un mar de disputas llenas de malentendidos, de palabras vacías de sentido. Lo que eran grandes palabras como ‘paz’, ya no tienen significado. Se reduce a que van a dejar de secuestrar, violar, asesinar, atropellar, ¡como si eso fuera la paz! Ya se nos olvidó que era eso de la paz, la tan anhelada y querida paz en boca de ellos se convirtió, por un truco de magia, en una entelequia, en una quimera, hasta en un monstruo ante el que hay que arrodillarse y venerar, como si no fuera parte nuestra sino algo implantado, una prótesis que tendremos que cargar de ahora en adelante, temerosos de que se quiebre. Conquistaron lo que buscaban desde hace casi un siglo, la Colombia tan anhelada por el comunismo ya está tomada, ya pueden cantar victoria que lo lograron y ni siquiera el pueblo se ha percatado, el pueblo que somos usted y yo y el vecino y el burócrata y el profesor y el médico y cualquiera que por suerte o desgracia nació en estas tierras. Tuvieron que hacer sus triquiñuelas y para ello desestructuraron la nación ¿Nación? ¿Patria? ¿Quedarán en simples y vacías palabras como la palabra paz?. A la nación la hicieron jirones, desde arriba en  las Cortes, los altos mandos militares, el Congreso, desde el medio y desde abajo, por todos lados ¿Qué vamos a hacer con esos pedazos? ¿Los rearmaremos como un mosaico o los tiraremos a un lado y recomenzaremos de cero? No sabemos nada de nada. Por ahora no nos van a dejar hacer ni lo uno ni lo otro, todo lo tienen tomado. ¿Saben? Eso no fue hecho de la noche a la mañana, fue calculado y ejecutado cuidadosamente, todo estaba escrito desde hace décadas y reescrito en los últimos años. En La Habana se pusieron a trascribirlo mientras disfrutaban de los placeres que ofrece esa isla paradisiaca. haciendo el papel de que discutían, negociaban ¿Negociaban? ¡Qué diablos si todo estaba ya en el guión! Solo era ponerlo en papel membretado e invitar a presidentes y reyes y reinas de belleza a que se vistieran de blanco y escucharan discursos desabridos que no dirían lo que se traen entre manos porque eso está muy guardadito. Si lo dijeran todos pensarían que son bromas pesadas o historias inventadas. Inventadas si lo han sido pero no de la noche a la mañana, meticulosamente elaboradas y ahora puestas en las páginas del acuerdo, el acuerdo final según ellos, porque los colombianos no podremos tocar ni una coma porque así lo dispusieron, así no más como si nada, y los implementarán si imponen el SI a las buenas y a las malas. Tienen todas las de ganar, el aparato del fraude ya probado y ahora bien engrasado con lo poco o mucho que les quedó luego del derroche de nuestras riquezas, pocas o muchas, pero riquezas que dilapidaron hasta el extremo de dejarnos más endeudados  que nunca, durante seis años que quedarán en la memoria de nuestro pueblo como los más vergonzosos y odiosos de nuestra corta pero sufrida historia. Así iremos como borregos de nuevo a las urnas, a esperar hacer con un voto lo que no hemos sabido hacer con nuestra inteligencia y con nuestra fuerza física. Lo que se espera de los valientes, que no claudican, que enfrentan al enemigo por más que tenga el tamaño de un dinosaurio y la ferocidad de una hiena, así como mis antepasados Benito y Fernando que enfrentaron a las fuerzas realistas que regresaron armadas hasta los dientes para emprender la reconquista haciendo que el sueño de libertad se ahogara en un mar de sangre. Vino el terror y con ello pacificaron por unos años este pedazo del mundo que había soñado ser libre al que la paz de Morillo le quitaba la libertad. A Benito y a Fernando los capturaron luego de ser derrotados en la Plata, Huila, y los fusilaron en la Plaza Mayor de Neiva hace doscientos años, el 18 de septiembre de 1816 para ser más exactos, y sus cuerpos fueron mutilados sus miembros expuestos para escarmiento de todos. Sabemos bien que las cosas no podían quedar así, hay derrotas que animan a la victoria final. Una batalla que se pierde es también un motivo para emprender la lucha con mayor fuerza como nos corresponde ahora. La lucha va a ser sin armas, los de las armas son los otros, los que han vencido ahora a través de la intimidación, el engaño y la traición. Vencedores se sienten e irradian de esa alegría que da la embriaguez, como en esas largas fiestas de días y noches de licor, comida y baile que se acostumbraban en nuestros pueblos y en las que se perdía la consciencia para deleitarse en la locura. Esto no es para cuerdos, no se soporta en nuestros cabales tanta ignominia, tanta injusticia, tanto desmadre. Faltan pocos días para que se consuma definitivamente el drama que parece comedia o sainete que si no fuera porque lo presenciamos creeríamos que era una mala novela de ficción de un escritor delirante, como yo ahora, aunque mi mente no está para crear historias, ya saturada está de tanta irracionalidad, de tanto desastre, de tanta bobería y ceguera, de tanto de todo lo que no quisiéramos para nuestra patria, ni para la de nadie, ni para nuestros hijos. Nos esperan senderos que se estrechan y debemos andar por caminos llenos de escombros, para reconstruir sobre esa ruina que han dejado y para lograrlo necesitaremos de grandes ideas, de una inmensa imaginación y de toda nuestra fortaleza.
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