El Diablo y la ingeniería de detalle

Lun, 28/03/2016 - 17:32
Una de las características del gobierno Santos consiste en monopolizar los éxitos y socializar los fracasos. Es así que hasta la designación de Pekerman como técnico de las selección Colombia se
Una de las características del gobierno Santos consiste en monopolizar los éxitos y socializar los fracasos. Es así que hasta la designación de Pekerman como técnico de las selección Colombia se le atribuye al Presidente, por haber dicho que a nuestra escuadra tricolor le convendría un seleccionador extranjero. También existen casos más patéticos como haber pretendido compartir el éxito del Abrazo de la Serpiente cuando alcanzó la luchada nominación al Oscar o cuando surge cualquier mediano indicador de avance, el cual se magnifica con el término “histórico”. Pero cuando ocurren los fracasos el gobierno es olímpico para eludir su responsabilidad. La crisis energética se evade como si no hubieran pasado cinco Ministros que no quisieron actuar y corregir los advertidos errores regulatorios. El aumento en los cultivos de coca en los últimos dos años tampoco es con ellos, como ocurre con las muertes por desnutrición en la Guajira, los millonarios cambios a los contratos de REFICAR, el aumento de la extorsión, la decisiones de la Corte Internacional de Justicia o la desaceleración económica y la pérdida de la confianza del consumidor. Todos los errores se socializan sin rubor y terminamos todos los colombianos con una cuota de responsabilidad. Uno de los sectores donde el gobierno ha pretendido deslegitimar a todos sus antecesores y fungir como el redentor nacional, es la infraestructura. Por eso han creado la leyenda urbana que antes del gobierno Santos en este país no se había hecho nada y que sólo en los últimos seis años llegó el progreso. Lo curioso es que muchas de las obras que se inauguran con bombos y platillos fueron diseñadas, contratadas e iniciadas en las administraciones pasadas. No obstante cuando se trata de despreciar el trabajo de los gobiernos anteriores en este sector, se dice que en el gobierno Santos todos los proyectos se han hecho con una minuciosa ingeniería de detalle que evitará sobrecostos y elefantes blancos. Ante ese amor por la ingeniería de detalle, cabría preguntarse si este principio se aplica a la política gubernamental que monopoliza el único legado visible que pretende dejarle al país: el proceso de paz con las FARC. Claramente en el proceso de paz lo único que no existe es ingeniería de detalle y tal vez explique por qué una agenda que se anunció para durar meses, está próxima a llegar a su cuarto año. ¿Por qué no hay ingeniería de detalle? Miremos minuciosamente. En primer lugar el acuerdo de justicia sigue siendo un documento escrito a treinta mil pies de altura sin ningún contacto con la realidad. ¿Quién nombra los jueces? ¿Quién supervisa la Jurisdicción Especial de Paz y ante quién responden por sus actuaciones? ¿Cuáles son las garantías procesales? ¿Cómo se ejerce el derecho a la defensa? ¿Cuáles son los lineamientos probatorios? ¿Puede la Jurisdicción de Paz revivir procesos de cosa juzgada? ¿Cuáles son las fronteras operacionales de su cuerpo de investigación? ¿Qué ocurre con los principios de favorabilidad entre jurisdicciones? ¿Se aplicará el hechizo método Springer de pruebas de contexto? Otro aspecto cuestionable de la carencia de ingeniería de detalle tiene que ver con la refrendación e implementación de los acuerdos. Primero hablaron de Referendo e inclusive modificaron la Ley para hacerlo coincidir con días electorales. Luego los umbrales constitucionales se convirtieron en estorbo y se utilizó la figura del Plebiscito que sólo implicaría una modificación a la Ley. El problema es que la modificación abrupta de umbrales es tan amañada que muy posiblemente la Corte Constitucional tenga que declararlo inexequible en defensa de la legalidad y la prohibición del abuso de poder. La consecuencia es que la implementación quedaría comprometida si esto ocurre, porque solo se activa con el nefasto Congresito si hay refrendación favorable. Por su parte el Congresito también carece de ingeniería de detalle. No solo crearía una especie de Constituyente permanente que cambia la Constitución y la ley en horno microondas, alterando el equilibrio de poderes, sometiendo al Congreso a solo discutir y aprobar lo que el gobierno autorice, sino que le otorgaría poderes al Presidente para dictar, cual ley habilitante, Decretos con fuerza de Ley sobre todo lo que permita implementar los acuerdos. Para colmo de males, como es posible que el plebiscito se caiga, ya están improvisando mecanismos para hacerle conejo a una refrendación informada y legítima. Hablan de Resoluciones del Consejo de Seguridad, darle a los acuerdos alcance de tratado internacional, buscar un tratado con los países garantes, etc. Ninguno de estos mecanismos dejaría lo que se acuerde blindado a una revisión posterior. En cuanto a las zonas de concentración y desarme, ni se diga. Las FARC deben estar en pocas y pequeñas zonas, sin capacidad de movilidad y proselitismo político, donde esté registrado todo su armamento y el archivo de identificación dactiloscópica de sus integrantes, para que en un corto lapso entreguen o destruyan las armas. Las FARC por su parte saben que la tenencia de las armas es su único medio efectivo de negociación y tratarán de mantenerlas hasta el último minuto. Para nadie es un secreto que en la carencia de ingeniería de detalle faltan 28 temas por ser negociados que han sido presentados por las FARC como salvedades y que seguramente serán un mecanismo de chantaje. También está por definirse cómo serán las famosas Terrepaz y su coincidencia con zonas de reserva campesina, zonas de influencia histórica, zonas de cultivos ilícitos y eventuales circunscripciones electorales. Como se puede, ver el diablo está en los detalles y los detalles no están abordados en un proceso que lleva varios años y que pueden generar grandes sobrecostos para el país y sus instituciones. No queda duda que el gobierno improvisa y que conduce al país a un juego de gallina ciega. El problema es que si se fracasa por cuenta de la falta de claridad, el gobierno ya nos tiene acostumbrados a que la culpa es de todos, menos de quienes tomaron las decisiones.
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