El Inquisidor es todo un varón

Mar, 11/10/2011 - 08:33
Qué pesar no estar en Bogotá este martes para hacer un plantón en la Plaza de Bolívar, como aquel que le hicieron en buena hora al descarado de Juan Manuel Corzo, c

Qué pesar no estar en Bogotá este martes para hacer un plantón en la Plaza de Bolívar, como aquel que le hicieron en buena hora al descarado de Juan Manuel Corzo, contra el Procurador y sus secuaces, aquellos congresistas que por miedo a ser investigados por el Inquisidor Mayor van a votar positivamente su proyecto de penalizar el aborto bajo cualquier circunstancia. Se va a prohibir, por Constitución nada menos, el derecho al aborto. Atrás quedó la Constitución de 1991 que borró la consagración del país al Sagrado Corazón.

Este renacimiento del catolicismo en la Colombia del siglo XXI no empezó con el Inquisidor Mayor. El precursor fue el Presidente Álvaro Uribe que obligaba a rezar en cada consejo comunal, se arrodillaba en televisión invocando la ayuda del Señor. Allá él con su fe, a la que tiene todo su derecho, pero que la practique en privado. Un presidente de un país supuestamente laico, arrodillado rezándole al que murió en la cruz cada vez que tenía la oportunidad, en actos televisados ante todo el país, me revolvía el estómago. Qué tal que yo hubiera rezado Shmah Israel, nuestro equivalente al Padrenuestro, en cada Consejo de Ministros cuando fui directora de la Dian o en cada rueda de prensa. ¡Somos tantos los colombianos no católicos que le hemos aportado al país!

Mi primer embarazo fue de mellizas que murieron en el útero a los cinco meses de la concepción. El médico tenía que provocarme un aborto al darse cuenta de la situación por medio de un ultrasonido. Cuando llegué a la Clínica del Rosario en Medellín, manejada por monjas, se negaron en un principio a hacer el procedimiento, arriesgando mi vida ante una septicemia, cargando dos muertas en mi vientre.

Mi segundo embarazo fue aún más dramático. Sin saber todavía que estaba preñada, con una falta de diez días, me salió un sarpullido en todo el cuerpo. El diagnóstico del médico fue varicela. Tenía que hacerme un aborto porque el bebé iba a nacer sordo, ciego y retrasado mental. En la pacata Medellín de principios de los ochenta no había cómo hacer el procedimiento, por lo que viajé a Bogotá a hacerme un aborto en una clínica clandestina, donde el aborto se hizo sin anestesia y de una manera tan burda que en Medellín me empecé a desangrar hasta que me hicieron un raspado completo, esta vez en una clínica diferente para no tener otro enfrentamiento contra las monjas.

Según el Procurador soy una pecadora irredenta. Y no solo eso, sino que también soy una oveja descarriada porque soy una judía de esas que mató a Jesucristo. Mi mamá estudió con las monjas de María Auxiliadora en Cali en los años cuarenta. Misa diaria y estigmatización cada año en Semana Santa cuando le recordaban a las pocas alumnas judías (curiosamente este era el único colegio que recibía judías) que habían matado al redentor.

En los años sesenta me despertaban las procesiones cargando santos en Semana Santa y en mayo -el mes de María- la programación del único canal de televisión se limitaba a música sacra y repeticiones de películas bíblicas. Cuando murió Juan XXIII hasta la radio se paralizó transmitiendo cantos gregorianos las 24 horas del día.

¿Vamos a volver a esto? ¿Dónde están los derechos de las mujeres? ¿Por qué el Procurador se arroga el derecho a decidir nuestro destino y nuestra salud? ¿No es suficiente el descrédito del Congreso para que ahora se embarquen en este crimen contra las colombianas? ¿Acaso nosotras no pagamos también los impuestos con que se gana el sueldo el Inquisidor y sus secuaces que por cobardes van a votar semejante atrocidad? ¿Por qué no se dan un paseo al museo de la Inquisición en Cartagena? ¿Donde está la libertad de cultos, consagrada también en la Constitución? ¿Dónde está el presidente Santos, un hombre tan inteligente y tan capaz, tan racional y calculador? No creo que el legado que él quiera que nos deje su gobierno, su partido, sea este exabrupto.

Lástima que al Inquisidor no le llegue la regla cada mes, no tenga que cargar nueve meses un bebé, no sufra los dolores de parto, no corra el riesgo de quedar en embarazo si lo violan, no peligre su vida con un embarazo de alto riesgo. Si así fuera, otra sería la posición de este personaje que tanto daño le está haciendo al país. Probablemente su próximo paso será prohibir la homosexualidad y vetar a Kien&Ke por haber invitado a Virginia Mayer como columnista.

P.S. No sobra recordar que el Senador Gustavo Petro votó por este señor.

Lea también: La cita con Dios del Procurador

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