El Leviatán

Mar, 01/03/2016 - 18:15
Me declaro escéptico sobre los “senadores columnistas”:  escéptico sobre que cumplan la exigencia de periodicidad; sobre la seriedad de sus investigaciones periodísticas; sobre la capacidad de
Me declaro escéptico sobre los “senadores columnistas”:  escéptico sobre que cumplan la exigencia de periodicidad; sobre la seriedad de sus investigaciones periodísticas; sobre la capacidad de cabalgar en la coyuntura - esencia del éxito de una columna-. Digo esto porque 1) soy senador; 2) se me ha convocado a ser columnista semanal de KienyKe y 3) (¡qué irresponsabilidad!) he aceptado serlo. Sí. Soy escéptico sobre la suerte de esta columna. Lo que digo no es disculpa anticipada sino autocrítica  Pero, en fin, nada se pierde con intentar 1) ser cumplido, 2) hacer investigaciones serias y 3) cabalgar en el lomo de la coyuntura. Dios me lo premiará si sí; los lectores me lo demandarán si no. El Leviatán es un monstruo marino, de características azarosas y peligrosidad infinita. Digo “es” por decir, porque es una creación literaria, más exactamente bíblica. Uno de mis autores de cabecera, Hobbes, recuperó ese nombre y figura del monstruo y puso ese título a su obra cumbre. Después de Hobbes, Leviatán pasó a ser la encarnación y representación de el Estado, un ser artificial, poderoso, omnipotente. Recientemente, el expresidente Pastrana utilizó el nombre Leviatán para referirse al documento sobre Justicia Especial de Paz (63 páginas), escrito por tres abogados de las Farc y tres del gobierno. Pastrana usó el nombre Leviatán para denotar lo monstruoso de su contenido y la gravedad de sus efectos. Así las cosas, no hay que hablar del SIVJRNR (sigla imposible de memorizar y difícil de pronunciar), o de JEP. Hablaremos desde ahora del Leviatán cuando nos refiramos a ambos sistemas y al documento que les da vida (y que leí desde el mismo día que lo publicaron, el 18 de diciembre pasado, y no apenas ayer, como me sindica el nuevo ombdudsman de Colombia, alias ‘Santrich’). Aunque digan y aleguen que el Leviatán tiene seis autores, todo indica que hubo uno solo y que este contó con cinco asesores, cuál más diligente y juicioso en traer a la mesa la bibliografía y las referencias que demandara el inefable personaje: don Enrique Santiago. Sí. Así se llama el mago que fue capaz de construir un texto que dio todas las gabelas a las Farc (su cliente), y hace creer al Estado (su contraparte), que a las Farc no les da nada. Santiago se las trae. Es un militante de la facción más radical de la izquierda europea, la Izquierda Unida. Sus amores con las Farc y con todo lo que haya sonado y olido a pólvora en América Latina le nacen del corazón. Y una de sus correlativas obsesiones, es, claro, meter preso a todo latinoamericano que haya enfrentado a sus ídolos, los altruistas guerrilleros marxistas. Y entre todas sus obsesiones, ocupa lugar preeminente, Álvaro Uribe Vélez. Nunca le perdonará el que se haya atrevido a bombardear al héroe Raúl Reyes y, luego, se haya careado con Chávez, el gran benefactor y protector del mártir de las selvas ecuatorianas. En agosto de 2011, Santiago publicó un ensayo en el sitio web Tercerainformacion, en el que cantó todo el juego que ahora -financiado por las Farc y con la clara complicidad de su “contraparte”, Juan Manuel Santos-, puso en marcha. El título del ensayo tiene catorce palabras y es todo un memorial de agravios: El escalofriante “dossier” de Álvaro Uribe, expresidente colombiano ante la Corte Penal Internacional. El subtítulo dice: “Es conveniente repasar la hoja de vida del ex presidente colombiano para comprender sus obvios temores a acabar compareciendo ante la Corte Penal Internacional”. ¿Cuándo iba a imaginar Santiago, que otra de sus ansiadas presas en la cacería de derechistas, el señor Juan Manuel Santos, iba a convertirse en su cómplice y financiador para adelantar la persecución a Uribe? En la página sexta de su ensayo, Santiago declaró como objetivo a encarcelar, al que ahora es su nuevo mejor socio, el presidente Santos. El jefe político español y abogado de las Farc, había escrito que bajo el mando de Juan Manuel Santos, ministro de Defensa de Uribe, se ordenó el asesinato de 2.500 civiles inocentes, a quien el ministro presentó como “guerrilleros dados de baja en combate”. Seguramente ha de tenerle congelado su correspondiente ‘dossier’. Santiago está que baila en una pata. La intrincada maraña de argucias que pensaba aplicar para molestar y obstruir el paso de Uribe por Europa y los Estados Unidos, ya no va a ser necesaria. Santos, el presidente desleal e irresponsable, lo metió al rancho colombiano y aquí hará libremente la persecución. Es en este rancho donde Santiago conspira contra Uribe (y apenas llegue la hora, la emprenderá también contra Santos, que nadie lo dude). El Tribunal Especial de Paz que se inventó Santiago, garantiza que nadie de las Farc tocará una cárcel (punto 60). En cambio, se podrá emprender acciones contra los “agentes del Estado” que causaron daño a las Farc. Para tal efecto, el Tribunal (que desplaza de sus funciones a la Corte Suprema de Justicia), recibirá los informes de la Comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes, es decir, los expedientes contra los ex presidentes (punto 48). La persecución contra Uribe (y posiblemente Pastrana), más la impunidad para las Farc y su elegibilidad futura al congreso y a altas dignidades, son parte de las tareas para concretar un proyecto que comparten Santiago, la IU, los chavistas, Iván Márquez y Santrich: que las Farc lleguen a “regir los destinos de Colombia”, como dijo el solemnísimo Pablo Catatatumbo.
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