El rock y la ciudad

Una de las características que identifica a Bogotá a nivel internacional, es la variedad cultural que ofrecemos para los visitantes: diferentes obras de teatro, restaurantes, museos, arte, conciertos…  Justamente en julio comienza uno de los eventos más importantes a nivel mundial y el más reconocido en Latinoamérica, “Rock al Parque”, en el cual los principales exponentes de éste género hacen presencia  en el Parque Simón Bolívar, además de escenarios habituales. Este año la fiesta rockera se llevará a cabo los primeros días de julio con la presencia de más de 90 bandas invitadas entre artistas distritales, nacionales e internacionales. Me llena de orgullo ver a mi ciudad llena de música y pensar que, hace unos años, logramos impulsar que rock al parque fuera bien de interés cultural de la ciudad. Personalmente, celebro  y apoyo los eventos en donde los ciudadanos tengan la oportunidad de  ver a sus artistas favoritos de forma gratuita. Sin embargo, me hace reflexionar sobre la precaria oferta de escenarios que ofrece nuestra capital, por eso considero que los ciudadanos debemos reaccionar sobre la idea de mantener el Coliseo Cubierto el Campín; es que da vergüenza saber que,  en un partido de tenis que se llevó a cabo hace pocos meses, tuvieron que jugar ¡con goteras!   No hay derecho que en Bogotá se permita eso. Insisto en la necesidad de demoler dicho coliseo y hacer una gran arena cultural y deportiva para los grandes escenarios de talla mundial. En primer lugar no está claro que este tenga valor patrimonial. En segundo,  así lo tuviera, el Coliseo no se puede usar más.  No cabe la gente. No caben los montajes. No caben las bandas. Por si fuera poco (me pregunto) ¿Hasta cuándo el escenario será únicamente el Parque Simón Bolívar para grandes espectáculos? ¿Acaso quiénes han gobernado piensan que la cultura no es parte de la inversión social capitalina? En Bogotá ya es hora de tomar decisiones a futuro, por lo pronto espero que Rock al Parque  sea todo un éxito tanto para los asistentes, como para los organizadores y vecinos del sector. Y que la fiesta rockera contagie a la capital con luces de paz y cultura.  Yo soy el autor del proyecto que declaró dicho festival como Bien de Interés Cultural, proyecto que presenté y logré que el Concejo aprobara cuando la administración de Lucho Garzón pretendía acabarlo. El rock es convivencia y así lo debemos celebrar en Bogotá, en un escenario ideal para ello. Mientras lo tenemos, ¡Larga vida al rock! En Bogotá.