El trasfondo

Jue, 18/09/2014 - 03:03
A pasos agigantados nos conducen como borregos a donde no queremos ir y a donde mucho menos quisiéramos permanecer. A ese corral que nos tienen preparado a los colombianos, no iríamos por voluntad
A pasos agigantados nos conducen como borregos a donde no queremos ir y a donde mucho menos quisiéramos permanecer. A ese corral que nos tienen preparado a los colombianos, no iríamos por voluntad propia, no está en nuestro horizonte y menos en el de nuestros hijos. Se apresuran con sus grandes botas, con sus falaces campañas, con sus movidas siniestras, afanados porque cada día son más y más los colombianos que tomamos consciencia de cómo son las cosas. Y eso les preocupa, les preocupa que dejemos de ser los borregos a los que nos han impuesto la claudicación al terrorismo, los mismos borregos a los que nos imponen gobernantes ineptos y,  lo que es más grave, ilegítimos que se quedan en el poder a partir de triquiñuelas y de engaños. ¿Por qué, a pesar de las claras evidencias que están a la vista, nos hemos tardado en tomar consciencia? ¿Será que el poder de manipulación a través de la publicidad y de los medios se ha hecho cada vez más sofisticado? Es difícil entender que en un momento en que contamos con muchos accesos a la información sigamos creyendo en titulares tendenciosos y en campañas ridículas orquestadas por personas conocidas como verdaderos estafadores. Una posible respuesta a estas preguntas podría ser que tendemos a permanecer en la superficie y  no vamos al trasfondo de los hechos. Ayer, mientras me encontraba acosado por esos interrogantes, recibí con júbilo la invitación a la exposición Obra Negra de David Manzur, artista tan apreciado por los colombianos: su obra despierta una veneración que no he encontrado en ningún otro pintor. Manzur ofrece el puente que comunica el alma de su pueblo con la obra de arte. Inmediatamente le escribí al amigo, al maestro, expresándole mi entusiasmo y me puse a leer algunas entrevistas de las tantas y tantas que generosamente ha atendido a distintos periodistas y escritores. Hablando acerca de Ciudades Oxidadas expuestas en el MAMBO hace pocos años, extensa serie de pinturas y dibujos que antecedieron a la actual Obra Negra, David Manzur, en entrevista realizada por Sergio Esteban Vélez, manifestó lo siguiente: “Todo ser humano tiene un trasfondo que no está en lo que él ejecuta, sino en lo que lo provoca a ejecutar.” El trasfondo es lo que está más allá de lo visible, de la superficie, y que motiva e impulsa a la acción. Trasfondo es lo que hay en la portentosa obra de este artista de quien muchos se preguntan como hace para parecer de cincuenta cuando tiene más de ochenta. Y son ochenta y tantos años llenos de vivencias. De David Manzur se podrían escribir muchos libros con relatos de ese trasfondo que lo ha motivado a realizar su trabajo artístico y de sus obras se seguirán escribiendo páginas y páginas. Manzur desconfía de las palabras de los artistas si éstas se encargan de justificar su trabajo; por el contrario, no se opone a revelarnos, en largos monólogos en los que apenas nos permitimos un gesto de admiración o de asentimiento, su pasado y su presente, lo mismo que sus múltiples planes a futuro, dejándonos admirados por la magia de esa existencia. La mejor manera de dialogar con este maestro es manteniendo la boca cerrada. No es extraño que haya perdido parte de su audición, en cambio su dicción es cada día más sonora, más seductora, más profunda, y sus palabras están cada vez más cargadas de sentido y sentimiento, como si hubiesen quedado atrapadas en un tiempo inalterable, el mismo que intenta congelar en sus pinturas. En ellas todo es pasado pero también todo es presente y el futuro está ahí atento a recibirlas. Pero, por bien que hable el artista, el más íntimo trasfondo queda grabado en cada trazo, en cada pincelada, ahí en donde no hay lugar para las palabras. A David le interesan los temas políticos, está atento a lo que ocurre en el país pero sus narrativas van más allá del simple registro de los hechos. No se puede catalogar su obra de política con los cánones que se han impuesto en la nueva ola del arte colombiano, en las que priman las respuestas sobre las preguntas. En el caso de Manzur son los interrogantes y, para quienes se arriesgan a atravesar el simple plano pictórico en busca de las profundidades, el trasfondo los que prevalecen sobre las respuestas simples y ligeras. En él encontramos muchos motivos de reflexión acerca de lo que estamos viviendo y en cómo enfrentarlo. De eso se trata el asunto, de ir a lo que provoca e incita a la acción. En un momento negro de nuestro devenir histórico, negro como esta obra negra de David Manzur, hay quienes intentan doblegarnos, como se acostumbra con los prisioneros políticos a quienes se les encierran en estrechas celdas en dónde no entra la luz, olvidando que es en el trasfondo en donde se encuentra la verdadera luz.
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