Elegir bien es un derecho

Por fin esta semana se elegirán los nuevos mandatarios regionales y municipales, junto con Concejos y Asambleas. No se trata de un asunto menor, especialmente en lo que se refiere a alcaldías y por eso es tan importante que la gente vaya a las urnas, que no se quede impasible el domingo, que no se deje comprar con un tamal, ni con un bono escolar, ni con falsas promesas de asuntos irrealizables. Si algo muy cercano hay a cada uno de nosotros son las alcaldías, allí está quien administra las calles, quién define los planes de ordenamiento territorial, quién maneja la seguridad, quién impide la toma de los espacios públicos para fines privados, quien controla las políticas de salud, educación y vivienda, quién puede preservar o acabar de destruir el medio ambiente. Eso es lo que hacen los alcaldes, manejar la cotidianidad de mi cuadra, de mi barrio, de mi municipio. Precisamente por eso es que nos duele tanto si se gobierna mal. Una buena administración municipal valoriza, mientras que las malas gestiones hacen perder dinámica comercial, valor a nuestras viviendas y deterioran la calidad de vida. Elegir bien es un derecho. El mismo derecho que elegir mal. Entonces, ¿Por qué no tomar la opción adecuada? Claro podemos caer en engaños y apariencias y votar por la persona equivocada, esa que mostró una cara en campaña y otra en el gobierno. Por eso hay que revisar con detenimiento trayectorias, conocimientos, compañías y no dejarnos llevar por fotos bonitas o frases publicitarias. Elegir bien podría compararse con tomar el camino de una buena alimentación. Si frente a nuestros ojos hay un plato saludable o una comida podrida, estoy segura que la opción sería fácil, optaríamos por la que no nos haga daño, la que no nos enferme. Y para eso hay que mirar más allá de la decoración del plato. Es decir el derecho a elegir tiene que ver con que seamos responsables de nuestra salud democrática, para que después no nos pese cada día de los próximos años. Hay ciudades y pueblos que han aprendido esta lección y en los últimos períodos han ido mejorando hasta convertirse en municipios prósperos, en los que da gusto vivir. Por el contrario, en otras partes la gente parece masoquista y elige cada vez peor, convirtiendo su vida y la de la comunidad en un pantano de corrupción y desorden. También es cierto que hay municipios tomados por la corrupción, por maquinarias aceitadas con dineros públicos que heredan, elección tras elección, el poder en algún cómplice con las mismas mañas del actual gobernante. Esos son sitios que, por ahora, no tendrán redención porque en ellos no existe la posibilidad de escoger. Capítulo aparte son las elecciones de Concejos y Asambleas, entes supuestamente representativos de la voluntad popular, donde lo único que se defiende son cuotas de poder y puestos a repartir, es decir: mermelada. Da tristeza la pequeñez a la que han llegado estas instancias democráticas, convertidas en verdaderas cuevas de ladrones, extorsionistas que exprimen los presupuestos a cambio de esos votos que permiten gobernar. Me dirán que exagero, que hay excepciones. Es verdad, hay gente buena que llega a ocupar esas curules pero son minorías que confirman la regla y por eso es tan difícil hacer una buena elección en estos tarjetones. Pero aún así, hay que elegir. Recomiendo llevar una lupa para tratar de encontrar una aguja buena en ese pajar candidaturas viciadas. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/