EMAUS: mi expectativa y realidad.

Sáb, 15/10/2016 - 06:18
Para nadie es un secreto que los retiros espirituales a pesar de no ser nada nuevo, han tomado mucho auge en los últimos años. Para los que no estén familiarizados c

Para nadie es un secreto que los retiros espirituales a pesar de no ser nada nuevo, han tomado mucho auge en los últimos años. Para los que no estén familiarizados con el tema, EMAUS es un movimiento basado en la fe católica creado hace más de 20 años por Myrna Gallagher donde por tres días y dos noches, hombres y mujeres por separado, realizan distintas actividades alrededor de la fe y las experiencias de vida mediante una serie de testimonios y tareas grupales e individuales.

Confieso que era bastante reticente a este tipo de eventos, me cuesta creer que en tres días y dos noches uno tenga el boleto o la poción mágica para cambiar su vida, o más drásticamente cambiar “de” vida, pero después de muchos intentos fallidos de amigos y familiares, decidí asistir, entre obligado, intrigado y con gran dosis de curiosidad acepté la invitación de uno de mis grandes amigos a quien le daba pánico enfrentarse a esto solo; acompañarlo y a la vez darle una oportunidad al asunto, eran mis primeras intenciones; al fin y al cabo: ¿qué tenía para perder? Como máximo el fin de semana, pero si todo lo que me decían los que ya habían asistido era ‘mínimamente acertado’, a cambio de desconectarme por varios días, dejar el celular, el reloj, los horarios, el estrés de la vida diaria etc., podría obtener crecimiento espiritual, afianzamiento de la fe, acercamiento a Dios o el simple hecho de hacer un alto en el camino y analizar mi propia vida, bien valía la pena el intento.

Y así fue como un viernes a las 5 pm llegué a EMAUS con miles de prevenciones, a ver “qué es lo que es” como decimos en mi tierra. Mi primera impresión al momento de la llegada fue pensar: ¿esta gente por qué está tan feliz? me sorprendió la amabilidad de los “servidores” (personas como Ud. o como yo, que previamente han asistido al retiro y se han preparado para “servir” a los nuevos “caminantes”, como suele llamarse a los asistentes) al llegar me sorprendió encontrar muchas caras conocidas, lo cual encendió mi primera prevención, la privacidad. No me gustaba para nada la idea de abrir mi mente o mi corazón a personas que no sé qué intenciones reales tengan, afortunadamente, la mayoría tenía las mismas dudas y miedos que yo, ya que estábamos ahí básicamente por lo mismo: curiosidad, porque la esposa, el papá, la mamá, el primo, el gato y el perro ya habían asistido y los habían convencido, o suavemente obligado a asistir, en espera de un cambio en nuestras vidas.

Me atrevo a afirmar que ninguno de nosotros tenía idea de qué esperar, y que todos teníamos la misma ansiedad que causa el no saber qué va a pasar, porque nunca te informan cuales son las actividades con anterioridad, sumado a las altas expectativas de lo escuchado por los que ya habían asistido.  A medida que las horas van pasando y que todo iba tomando su orden, uno se va relajando y las prevenciones van cediendo un poco y cada quien va sumergiéndose en su propia búsqueda de lo que fue a buscar aunque no sepa reconocerlo: Dios, paz, cambios, recuperar su familia, su vida, su matrimonio, tomar decisiones, alejarse de vicios, superar traumas, tusas, malas experiencias, perdonar etc. llámelo como quiera, el punto es que a medida que pasan las horas, las caretas y las prevenciones  se van cayendo y es evidente que no importa porque llegaste ahí, lo único claro es que cada quien lleva su cruz a cuestas, y eso, fue lo primero que aprendí de EMAUS, que nada es lo que parece ya que uno siempre tiende a creer que sus problemas son los más grandes o que su vida es un desastre inminente y que pepito o juanito a quien ves sonriente y feliz en la calle o en las redes sociales, tienen algo que tú no tienes o descubrió la receta del éxito y la felicidad que tú no has dado para descubrir, y así te pasas la vida amargado, renegando y por qué no, muchas veces envidiando lo que no tienes, creyendo que el único jodido eres tú; pues, en EMAUS, descubrí que ni pepito ni juanito tienen la receta de nada en particular y que tal vez ellos, tengan más angustias, más problemas o más tragedias que superar que yo mismo, lo cual tampoco me alegra, pero no nos digamos mentiras, tranquiliza.

A medida que transcurren los testimonios y las distintas actividades, se fue descubriendo para mí la experiencia, y puedo resumirla, en una palabra: Humanizarte. Tener la oportunidad de escuchar tantas experiencias de vida, de personas del común tan o más imperfectas que Ud. o que yo, y poder ver como a medida que pasan las horas cada quien va quitándole una capa a la cebolla con la que nos recubrimos todos los días para poder enfrentar el mundo, no merece otra palabra y para mi es el resumen de mi experiencia, tener la oportunidad de escuchar a viva voz, las vicisitudes de la vida misma, las caídas y levantadas, las luchas y las tragedias humanas y descubrir que en este camino, todos tenemos nuestra cuota de sufrimiento, de éxitos, errores, derrotas y la posibilidad de cambiar y perdonar, para mí fue sumamente enriquecedor.

El tema religioso es muy personal y cada quien lo recibe de manera diferente lo cual no pienso cuestionar en este artículo, ni tampoco, violar el pacto de confianza que todos hacemos al ingresar, me limito a aceptar que para algunos es una experiencia más vívida o más clara con Dios; para otros como yo, es un acercamiento a algo que pensé tenía perdido en el camino y no sabía cómo recuperar. Para ser honesto, en Emaús no se hace nada nuevo ni nada diferente que no se pueda hacer en otro retiro o en otro tipo de fe; creo que ese no es el punto del asunto, la forma no es lo importante, es el fondo; cualquier forma de llegar es correcta mientras lo que busques sea tratar de mejorar así sea un poquito tus errores, la idea es salir siendo mejor persona de la que entró y ya eso de por sí es ganancia. Tampoco es un tiquete dorado que va a cambiar o transformar tu vida de la noche a la mañana, todos los cambios internos llevan un proceso difícil y doloroso que cada quien debe afrontar y mantener a su manera si realmente espera que sea definitivo, de lo contrario, a medida que pasen los días, vuelven las caretas, las mañas, los vicios y las capas de la cebolla vuelven a cubrirnos.

¿Que si es una moda? tal vez para muchos lo sea, una ‘curita momentánea’ o un requisito impuesto por la sociedad tan acostumbrada a los quita y pone; pero para muchos, es una oportunidad real para hacer un alto en el camino y tratar de reparar y sanar episodios dolorosos y seguir adelante con menos peso sobre los hombros. ¿Qué si es clasista y cerrado a ciertas clases sociales? Tal vez la forma en que se organiza y sus cupos limitados no den espacio a que otras personas participen, lo cual espero pueda cambiar en algún momento y poder tener más alcance en otras esferas de la sociedad.

Al final de mi retiro, donde lloré a moco tendido, reí a carcajada suelta, pensé y analicé tantos episodios de mi vida, salí tan contento y entusiasmado con mi experiencia que fui el primero en rendir testimonio en la ceremonia de recibimiento, olvidando así todas las prevenciones que tuve a mi ingreso, para sorpresa de muchos, incluso de mí. Y fui uno de tantos de los que muchas veces incluso me burlé, cantando a todo pulmón abrazado con todos mis compañeros de retiro. Conocí de verdad a muchas personas que antes hasta mal me caían, por las que hoy siento profundo aprecio y respeto. Hice la promesa de ir todos los días a misa por tres meses, la cual por supuesto, no he cumplido a cabalidad, aún no se rezar el rosario y no me he aprendido bien muchas de las oraciones que nos enseñaron, pero tengo la certeza que, en ese fin de semana, me reencontré con un gran amigo, con el que no planeo volver a pelear nunca más.

PD: Estos sucedió hace un año.

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