¡Fue un milagro!

Jue, 27/10/2016 - 10:26
Lázaro no podía precipitarse a un abismo, ni ponerse una soga al cuello luego de ser resucitado. El milagro que le devolvió la vida lo comprometía con la vida misma
Lázaro no podía precipitarse a un abismo, ni ponerse una soga al cuello luego de ser resucitado. El milagro que le devolvió la vida lo comprometía con la vida misma... Cosas por el estilo son las que me vienen a la cabeza desde la noche del 2 de octubre pasado. Porque no podía ser otra cosa que un milagro lo que ocurrió ese bendito día, no hay otra explicación. Y ante un milagro primero la gratitud y luego la sumisión a ese designio. No nos hemos podido explicar que pasó el 2 de octubre día del plebiscito. Todo estaba arreglado para el triunfo del SÍ y la entrega del país a los narcoterroristas. Nos salvamos de milagro y eso nos compromete a ir hasta donde sea para preservarlo. Antes de las elecciones llevábamos días de completo escepticismo y quienes mantenían la fe en el triunfo del NO eran aquellos que conocían el poder de la oración y creían en milagros. Para los otros como yo, un camino al cadalso. Las celebraciones adelantadas que hicieron con gran bombo los del gobierno y los terroristas de las Farc, no hacían sino generar inmensa desconfianza. Por qué celebran antes de ir a las urnas, lo cual es un disparate, nos preguntábamos y la única respuesta que nos venía a la mente era la de que tenían el triunfo asegurado por la vía del fraude. Y tiraron la casa por la ventana convencidos de que luego del triunfo del SÍ quedaría justificado tamaño despilfarro. Al otro día del plebiscito, de casualidad en la calle, escuché a alguien decir por celular: “Nos jodimos, usted, yo, todos…los 380 millones de dólares no van a llegar…” De cuales millones hablaba ¿de USA? ¿del BID? Humildad en quienes pensábamos depositar el voto por el NO en contraste con la arrogancia de quienes creían asegurado el triunfo del SÍ, era lo que se notaba días antes del 2 de octubre. Ya ni siquiera nos trataban de enemigos de la paz, de eso ya ni hablar porque de manera inmediata se vendría lo que para los del SÍ significaba “la Paz” que, para los del NO, no era otra cosa que la instauración de una dictadura para implementar el acuerdo, absurdamente ya firmado en Cartagena una semana atrás y con ello una persecución inclemente sobre nosotros, los “enemigos de la paz”. Recuerdo que, días antes de la firma en Cartagena, fui a visitar a unos amigos que muy compasivamente me habían invitado a hablar de otras cosas que no fueran temas políticos… de arte por ejemplo. Les comenté que tenía planeado un evento para exigir que las FARC devolvieran los niños antes de cualquier firma. Me miraron con compasión y sentí que si hubieran podido me habrían conducido a una casa de reposo. Luego en casa de mi padre, luego de su acostumbrada tertulia dominical, comenté lo que pensaba sobre el plebiscito. En esta oportunidad no fue compasión sino desprecio lo que recibí por respuesta a mis opiniones sobre el plebiscito: “…tu estás tan confundido, tan enredado y nunca hablando con claridad…” O esta otra recibida por correo con la que me hicieron sentir que me patinaba el coco: “Si de veras crees la teoría de que el presidente Santos tiene una agenda secreta para llevar al país al comunismo y, más sorprendente todavía, si de veras crees que el premio Nobel es algo que está para la venta y que se puede comprar (eso, te confieso, me sorprendió más que cualquier otra cosa), entonces claramente no hay manera de tener una conversación civilizada al respecto.” Y ahora ,cuando estoy más que convencido de que lo del 2 de octubre fue un milagro al que estamos comprometidos, ya me tomaran por loco de remate. Y sigo insistiendo: ¡Fue un milagro!
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