Gastronomía amarga

Dom, 04/12/2011 - 00:02
Reseña del libro “La cena” de Herman Koch
 
“Así veía la vida yo a veces,
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Reseña del libro “La cena” de Herman Koch
 

“Así veía la vida yo a veces, como un plato de comida caliente que se está enfriando. Sabía que tenía que comer o de lo contrario moriría, pero ya no tenía apetito”.  H. K.

“La cena” de Herman Koch es un libro de absorbente lectura en donde al cobijo de un refinado restaurante y al compás de frívolas conversaciones, se ventilan durante el lapso de una comida, temas de gran interés tales como la ética por encima de los intereses personales, el libre albedrío, la responsabilidad personal frente a la educación y el legado genético. Espinosas respuestas en perspectiva. No intenta el escritor fijar respuestas determinantes a los interrogantes tácitamente formulados, se contenta con plantear una narración sugerente que deja al lector en libertad de colegir. No pretende, entonces, el escritor dictar cátedra o dogmatizar, el género no es el del ensayo, sino el novelístico, los diferentes tópicos de estudio surgen de manera espontánea de la misma trama.

Herman Koch, nacido en 1953, es un escritor muy reconocido en Holanda, en donde además colabora en periódicos y televisión. Su libro La cena, traducido a once idiomas, ha tenido un record de ventas en su país en donde ha recibido la aclamación del público y galardonada con el premio al mejor Libro del Año.

Dos hermanos y sus sendas esposas se reúnen a cenar en un prestigioso y costoso restaurante holandés; el objetivo: charlar sobre la problemática que actualmente viven y que involucra a sus hijos en un delito. La discusión fundamental que con gran parsimonia es abordada da tiempo para degustar los delicados y especiales platillos de este reconocido establecimiento gastronómico; para cada uno de ellos el escritor tiene, por boca del maître, una descripción con minucia, con un poco de amaneramiento y con un tanto de calculada antipatía.

Acorde con el contexto, los capítulos de la novela son intitulados de curiosa manera con el nombre de las diferentes fases de una cena (Aperitivo, Entrantes, Segundo, Postres, Digestivo, Propina), a lo largo de las cuales se rememora la vida presente y pasada de las dos parejas y de sus hijos.

Instauran los comensales una delicada charla burguesa sobre banalidades y hechos anodinos que buscan eludir el tema para el cual se han convocado. Bajo este parloteo fútil se van introduciendo y construyendo los personajes, así como presentando los hechos principales de la trama. El pormenor sobre lo intrascendente puede sorprender pero es claramente un recurso de escapismo a la apabullante realidad por parte de los protagonistas de la novela; rápidamente el lector lo entenderá y comprenderá. A la cadencia de la narración de detalles baladíes se instala in crescendo una tensa y asfixiante atmósfera a cuyo arropo se develan secretos de familia, se ventilan odios acumulados, se ponen en claro diferencias de carácter y divergencias ideológicas, hasta poner de manifiesto que este ambiente de sana camaradería familiar es sólo apariencia y entonces la cena torna a lo insufrible.

Y es que lo que esconde la insustancialidad de la conversación es que Rick y Michel, primos, adolescentes de 15 años, hijos de las dos parejas, están envueltos en un grave delito de asesinato, y es ahí en donde radica y se plantea el problema moral que estas parejas deben de fondo resolver: acusar o delatar a sus retoños.

Hace aquí llamado el autor a un hecho real acaecido en el invierno de 2005 en Barcelona y en donde infamemente unos muchachos incineraron a una indigente en un cajero automático por fruición sádica y por el único pecado de ser indigente y haber buscado cobijo en ese sitio, estorbando así el retiro de dinero, del que paradójicamente la víctima carecía en extremo. De ese crimen se imputa a los primogénitos de las dos parejas.

Entonces, de repente se entiende que el libro, más allá de la trama, trata esencialmente del problema de ética que supone el colaborar con la ley o buscar a toda costa la protección del ser amado, por encima de todo; mentir, ocultar, matar, sobornar, son elementos con los que habría que contar para favorecer el interés individual así éste sobrepase la norma dictaminada como garantía del orden social. El debate está planteado: ¿la ley o el amor filial? ¿Cómo coexisten?

La violencia y agresividad, física y verbal, están muy presentes en estas dos familias de clase alta; así los personajes no parezcan pertenecer a una categoría capaz de ello. Se verá que son capaces de asesinar, maltratar y ocultar estos instintos, así como de ponerlos al servicio de sus intereses particulares. Podría pensarse que los hechos sobrevenidos son propios de un contexto de burguesía holandesa, sin embargo, se vislumbra fácilmente que éstos son representativos y extrapolables al menos a cualquier otra de las occidentales.

Y es que el tema se complica tanto en términos de la trama como de su análisis colateral cuando se introducen elementos que no pueden ser perdidos de vista: ¿Qué tanta es la responsabilidad de un individuo y de su actuar en sociedad cuando hay un condicionamiento genético hereditario, un aprendizaje en familia o una enseñanza educativa. ¿Pueden estas falencias liberar (o aminorar) de culpa al individuo? O, aún más si se examina la noción de “libre albedrío”, ¿existe ésta realmente, o está condicionada y sesgada por elementos que escapan al control del individuo? Es decir, ¿somos realmente tan libres como lo suponemos? Tema muy en boga en los últimos tiempos.

Y las cosas se complican aún más si consideramos el tema de la responsabilidad del personaje político, la debida transparencia y el apego a la ley; en el caso de la novela uno de los padres de los sindicados es candidato a la primera magistratura del estado holandés y con amplias posibilidades del favor público electoral.

Cuán sofisticadas de sentencia y juicio se vuelven las cosas. En este ambiente en donde claramente reina el menosprecio del otro que es considerado inferior por no tener el mismo nivel socio-económico. Triste constatación tan corriente en nuestras sociedades a pesar del epíteto de democracia.

En fin, es éste un estupendo libro, de conseguido estilo narrativo, escrito en primera persona, de agradable factura y lectura, que remoja nuestras neuronas en bálsamo crítico y analítico, con una magnífica trama que en su fase final torna hábil y amenamente al thriller.

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