Juan Esteban Constaín, un super-astro

Lun, 30/03/2015 - 13:07
Los eruditos suelen ser aburridos, pero Constaín es divertido, chismoso, políglota y pocos personajes saben tanto de historia como este muchacho que apenas anda por los 36 años, suele reunirse con
Los eruditos suelen ser aburridos, pero Constaín es divertido, chismoso, políglota y pocos personajes saben tanto de historia como este muchacho que apenas anda por los 36 años, suele reunirse con viejos, y escribe magistralmente. Poncho Rentería me lo recomendó un día, antes de que comenzara a leerlo en El Tiempo y a ganarse tantos premios, el último uno de narrativa nacional. Rentería, escaso en elogios pero desbordante en sátiras y mofas, siente reverencia por Juan Esteban, después de escucharlo en cientos de tertulias y en cinco idiomas. Nadie sabe más de Rafael Núñez, ni suelta más anécdotas sobre Napoleón en tiempo récord. -“Historiador sólido, sabe de fútbol, simpático, chismoso, godo…y se baña todos los días”, lo describe en su estilo Poncho, el extrovertido y cercano contertulio de los ricos y famosos, de los políticos y los intelectuales, de las reinas y los peluqueros.  Jet Set dice que es católico (Constaín), apasionado por la historia, fanático de los Rolling Stones y los Beatles, devoto lector de Chesterton y firme creyente de que el amor es un milagro. Le concede mucho peso a su último premio (porque son varios) “en un mundo en el que la posibilidad cada vez más tétrica de no tener libros de papel en la mano se ventila todos los días”. Su último libro, “El Hombre que no fue Jueves” es una novela ficción sobre un escritor inglés y un humorista que se llamaba Gilbert Keith Chesterton, y que se convirtió al catolicismo y se volvió un defensor de la fe pero de una forma muy atípica y extraña, porque su manera de defender la fe era con el humor y con la tolerancia, y ese tipo de creyente es cada vez más escaso en un mundo tan intolerante y tan dado al fanatismo como el nuestro. Mi novela es una novela pero también es un homenaje a Chesterton y a su talento. Constaín escribe siempre con humor, aunque no se lo proponga “porque cuando el humor es deliberado también es fallido. El humor es muy difícil, es uno de los logros más exigentes y tacaños de la vida; pero si por alguna razón en lo que yo escribo hay ese sesgo festivo, entre otras se lo debo a la influencia de Chesterton”. Se imagina uno a Juan Esteban un joven nerd, con gafas de viejo, tímido y centro de burlas de sus compañeros… -Pues no, la verdad es que yo hacia los 20 años estaba pensando en el fútbol y en el rock and roll, y en mis amigos, y aún hoy sigo pensando en eso, básicamente. Nunca he tenido ningún problema para convivir con mi tiempo. Lo que me interesó siempre fue el rock, el fútbol, todavía hoy esos son mis intereses prioritarios, aunque siempre he tenido un gusto muy particular por los mayores, por la gente vieja. Tengo una vocación de anciano temprana, entonces convivo con esas dos fuerzas. Juan Esteban Constanían tiene dos hijas de un primer matrimonio (todos los ríos encuentran su cauce) y ahora disfruta la vida a plenitud con Virginia, “una mujer extraordinaria, casi un milagro chesterteniano, gran amiga de la juventud, ambos de Popayán, el motor detrás de muchas de las cosas que yo hago”. Hace casi tres años decidió ser sólo escritor, y entonces dejó todo oficio que no se vinculara estrictamente con la escritura y con la literatura. Escribe una columna en El Tiempo y participa en varios proyectos en el mismo medio. De resto –dice- me dedico a mis hijas, a mi vida, porque es lo que me interesa. Le comento que muchos lo consideran sabio y responde que es una consideración amable y generosa pero no lo cree, en absoluto. –“Yo he disfrutado y he leído a verdaderos sabios y conozco lo que media entre lo que soy y lo que son ellos. No lo asumo, ni eso pesa para nada en mi vida porque no creo que sea cierto”. Hay un asunto que desconcierta en Juan Esteban, es admirador de Oscar Wilde, de Borges y también de Diego Armando Maradona. ¿Cómo es posible semejante sancocho? -Pues porque yo creo que la admiración no tiene nunca por qué ser excluyente, y además creo que la admiración debe ser generosa en el sentido que uno puede admirar a gente muy diferente. Entonces en mis afectos caben personajes como Maradona. Lo de Maradona tiene que ver por mi pasión por el fútbol y con el hecho de que creo que es el mejor jugador de todos los tiempos, que hizo muy feliz a la gente jugando a la pelota, y que nuestra sociedad casi siempre busca ídolos para descargar en ellos todo lo malo que tienen y son como lavaderos de conciencia. Maradona también ha sido eso, un ídolo en el que la gente descarga todas sus frustraciones y delirios, pero yo lo admiro mucho y hago parte de su iglesia. Si no ha leído a Juan Esteban Constaín usted no sabe del formidable escritor que se ha perdido…
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