Juicios comprados

Lun, 11/04/2016 - 17:58
Los juicios políticos son un fiasco, sean donde sean. En Colombia los adelantan bajo dos figuras: la de la Moción de Censura y la de la Comisión de Investigaciones de la Cámara. En ambos casos no
Los juicios políticos son un fiasco, sean donde sean. En Colombia los adelantan bajo dos figuras: la de la Moción de Censura y la de la Comisión de Investigaciones de la Cámara. En ambos casos no se trata de argumentos legales, o por lo menos no de forma estricta, sino de votaciones políticas amañadas a intereses igualmente políticos y por eso es que no progresan nunca. En todos los años que lleva establecida la Moción de Censura no se ha caído ningún ministro porque en el Congreso hayan encontrado mérito para echarlo. Además los presidentes, defienden a sus ministros con toda la fuerza de sus bancadas porque se toman a lo personal estas mociones y las ven como actos de oposición para desgastar al gobierno. Eso pasó con el Ministro Cárdenas, faltó poco para que lo sacaran en hombros de la Plenaria del Senado. Y no porque sus argumentos sobre la venta de Isagen fueran especialmente convincentes o hubiera dado respuestas satisfactorias sobre la contratación de su hermano con el gobierno, sino porque es el que maneja, por delegación presidencial, la repartiña de la mermelada. Probablemente en algunos días o meses Cárdenas salga de la cartera de Hacienda, pero la causa no tendrá nada que ver con las críticas sobre sus accionar como ministro, sino porque aspira a la Presidencia o por lo menos a un puesto de consolación, una vicepresidencia o una cómoda posición internacional. Los Cárdenas como bien lo reconoció Mauricio en su defensa, han sido servidores públicos desde la cuna y no saben hacer nada distinto a trabajar en la alta burocracia. Pero si con la Moción de Censura no pasa nada, con la Comisión de Acusaciones mucho menos. Allí está el proceso contra Jorge Pretelt durmiendo un dulce sueño, mientras en la Corte Constitucional se mueven hilos, no tan sutiles, para tumbar el mecanismo que se creó para reemplazarla, la Comisión de Aforados. Si esta figura para juzgar altos funcionarios llegara a caerse, volveríamos a quedar en manos de esa otra inoperante instancia política. En Brasil están viviendo algo parecido con el proceso de juicio político o “impeachment” a la presidenta Rousseff. De manera muy similar a las que han pasado en nuestra historia reciente con Samper para su destitución o con Uribe para su reelección, se tramitan apoyos a cambio de puestos de la manera más descarada. Inclusive se dice abiertamente que la presidenta en vías de destitución tiene en interinidad todos sus ministerios y sólo repartirá estas carteras una vez se dejen claro los votos a favor o en contra de ella. Ese solo mensaje ya ameritaría una destitución, pero igual que aquí, allá también hay sus Teodolindos, sus Yidis o sus Heynes que saldran con los bolsillos llenos y las bocas untadas de mermelada por hacer el gracioso favor de atravesarse en el juicio político. Por estas razones, si faltaran más, es que debería dejarse en firme la Comisión de Aforados para que los altos dignatarios del estado sean examinados bajo criterios jurídicos y no políticos y respondan por daños patrimoniales y la utilización indebida del poder. Ojalá el lobby descarado que hizo el ex fiscal Montealegre para tumbar este mecanismo de juzgamiento tenga oídos sordos en la Corte y deje en firme algo tan necesario como acabar con la impunidad en las altas esferas. Porque así no se trate de juzgar a los presidentes, por lo menos sí a su corte y eso ya es bastante. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus
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