La degradación del país

Todos los medios de comunicación hablados y escritos, las redes sociales, los mentideros políticos y reuniones de toda clase, comentan el aumento de la imagen negativa del gobierno y por supuesto del Congreso, de la justicia, de la fiscalía, y en general del Estado y la sociedad. Se habla de la misma manera de las dificultades financieras, el anuncio de la imposición de nuevos impuestos o tributos, los incrementos en los costos de la canasta familiar, el aumento del desempleo, descenso en la demanda, la falta de liquidez, el aumento del dólar, el incremento en los intereses, la disminución en la producción etc, que obedece a un nuevo fenómeno que se resume en los fracasos de los modelos económicos existentes. Al orden del día los comentarios positivos, destemplados, críticos, descontentos, anuncios de retiros del acuerdo del gobierno y divisiones de partidos políticos por la integración del gabinete, o la terna de la fiscalía, o la defensoría, o la nueva del procurador, la composición de las cortes, o los anuncios de nuevas medidas para acabar con la mermelada en todos los poderes y hasta en los gremios privados. También a diario análisis, informes, comentarios de todos los alcances sobre los aciertos y errores de los diálogos de La Habana o las conversaciones secretas con el ELN, de la llegada de guerrilleros a la Cuba de los Castro, o la pelea por la zona de distensión, o la entrega o dejación de armas, o los billones de pesos de las Farc fuera y dentro del país, de las peleas de De La calle que parece más precandidato presidencial o aspirante a Nobel de paz que jefe del equipo negociador del gobierno, al lado de destempladas declaraciones de altos funcionarios del gobierno que creen que no hay paramilitarismo, o aumento del narcotráfico, y la corrupción, y la delincuencia común entre otros. Esto, los analistas modernos o teóricos lo llaman la CRISIS…o de la política, de los partidos, de los sectores sociales, de la economía, o la falta de identidad, de coherencia, de la sintonía con la realidad o simplemente falta de sindéresis. Miles de paginas de textos, seminarios, debates académicos, intentan encontrar una respuesta a esto que llaman soluciones a la vista, y de pronto razonables, pero sin fijación por los responsables de la debacle que se vive en el país y el mundo. La más cercana definición popular a la situación insalvable es que a los gobernantes o dirigentes o gerentes les quedó grande tener soluciones para poder darle un norte correcto a la embarcación que está a punto de hundirse. Lo que logro pensar es que sí estamos viviendo y con preocupación una profunda crisis de todo orden: En el Estado, en la sociedad en su conjunto, y esa crisis no es solo política, ética, sino y de primer orden la crisis de liderazgo. La crisis no es coyuntural, superable con medidas mediáticas, la crisis es profunda, que de no reconocerse puede terminar en caos y anarquía que podría conducir a nuevos fenómenos violentos que jamás desearíamos. Dije y lo ratifico, con sentido autocrítico por lo que nos corresponde, que la verdadera crisis es de liderazgo, la gente quiere respuestas y soluciones a la pregunta permanente de cómo mejorar sus condiciones que les permita vivir mejor, ser más felices y con tranquilidad, democracia y libertad. El presidente, como jefe de Estado, los partidos, movimientos políticos, sociales, empresariales, los medios de comunicación, las religiones, las universidades y en general los que tienen alguna responsabilidad de dirigir, debieran de proponerse un debate serio reconociendo que la crisis no es coyuntural sino estructural, entregando ideas, y alternativas que den cierta tranquilidad a un país desesperanzado y que puedan ser recogidas por quienes tienen el interés de medírsele al cambio.