La Gran Marcha, un paso adelante dos pasos atrás

Vie, 27/04/2012 - 01:02
La Marcha Patriótica que se concentró en la Plaza de Bolívar la semana pasada no es para subestimar. No se necesita mucha inteligencia, ni tener ni hacer, para saber

La Marcha Patriótica que se concentró en la Plaza de Bolívar la semana pasada no es para subestimar. No se necesita mucha inteligencia, ni tener ni hacer, para saber que en esta curiosa convocatoria tienen presencia las Farc. No se requiere ser muy lince para descubrir que se intenta mantener un cordón si no umbilical por lo menos nominal con la desaparecida literalmente Unión Patriótica. Ni son menester muchas pesquisas para ver que está presente el Partido Comunista, mínimo hoy una de las organizaciones políticas que impulsan con mayor vehemencia la negociación con las Farc, como salida al conflicto armado. Y sus voceros aquí están más que presentes.

Pero los silogismos y los análisis simplistas pueden llevar a negar una realidad que tiene varias aristas. Estigmatizar la marcha como una movilización promovida por las Farc, simple y llanamente, puede ser contraproducente. Es la consabida arma de la inteligencia militar que puede resultar de doble filo. Es obvio que están las Farc, pero no solas. O si no, se estaría reconociendo que están vivitas y coleando y eso por lo menos le daría la razón a Álvaro Uribe, quien no tardará en sacar pecho y gritarle al presidente Juan Manuel Santos: Se lo dije, se lo advertí. El manido argumento de infiltración por parte de las Farc, deja mal parado el discurso de la derrota del grupo guerrillero, porque sí se le atribuye ese poder de incidencia se le otorga una importancia que puede llevar a lecturas ficticias.

No es coincidencia que coincida con el retiro del Partido Comunista del Polo Democrático Alternativo, al que hay que de paso comenzarle a preparar sus exequias, sí se le suma la estampida de los Progresistas del Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Con la alcaldía ya se había demostrado la pérdida del voto de opinión del Polo, pero con la Marcha Patriótica, se confirma que se perdió también su influencia en el sector rural. Si ya no representa a los pobres del campo, ¿entonces quién los representa hoy, si los sindicatos agrarios significativos y las organizaciones rurales estaban presentes en la marcha?

No es coincidencia que se destaque entre sus promotores Piedad Córdoba, quien más allá de los estigmas, es un símbolo de la búsqueda de las salidas negociadas, y mediadas por el presidente venezolano Hugo Chávez, con las Farc. El mensaje ha sido categórico, es el lanzamiento de un nuevo partido de izquierda con propósitos de participar en las próximas elecciones presidenciales. Aquí se está cocinando algo grande, con poder económico, capacidad de movilización y ambición política. Y eso no se puede mirar con desdén.

No es coincidencia que la Marcha Patriótica nos quiera llevar a hacer remembranzas y similitudes con La Gran Marcha China, la Larga Marcha comandada por el Partido Comunista de Mao Zedong en 1934, que comenzó como estrategia para huir de las tropas de Chiang Kai Shek y terminó en un viaje de varios frentes del Ejército Rojo hacía el centro de China, como antesala del triunfo del Ejército Popular de Liberación sobre Japón en 1945 y sobre las tropas nacionalistas en 1949.

Pero sí se miran los enormes esfuerzos de logística que implica coordinar la movilización de cerca de 30.000 personas, cifra conservadora si nos atenemos a los medios, se deducirá que sí en algún lugar de la marcha están las Farc, no pueden estar solas. Y es ahí donde no se puede caer livianamente en la subestimación, por lo que hay que mirar los verdaderos motivos de semejantes muestras de agitación. ¿Dónde están los elenos por ejemplo? Y se ha preguntado alguien dónde están las bacrim y los narcos y los paramilitares, que se sienten traicionados por Uribe y castigados por la justicia después de haber patrocinado el 50% de las curules en el parlamento? Porque en esta marcha, en todo caso lo que si hubo fue mucha plata y mucha exhibición de poder logístico. En eso no valen las inteligencias, si es para engañarnos.

Esta marcha refleja que hay dos países como cuando Jorge Eliécer Gaitán hablaba del país político y el país nacional. Pero por lo menos aquí hay un país urbano y un país rural. Un país que se encuentra plácidamente y decide en Anapoima y otro que no se siente tan plácidamente en Córdoba, que se mueve en Cimitarra, los Llanos orientales, Putumayo, Nariño y Cauca, en los territorios Wayuu, en las comunas de Medellín, en Ciudad Bolívar y en Los Montes de María. Un país que aún no encuentra respuestas alternativas a los cultivos ilícitos y no ha podido hacer nada a pesar de los bombos y platillos, en el camino de la restitución de tierras y menos en la reparación de víctimas.

Y más allá de las estigmatizaciones que plantea Semana y de los interrogantes que bien expone Arco Iris, sobre sí se repetiría la historia de la UP, si la marcha es social o política, sobre los líderes de la Marcha Patriótica y los marchantes, lo que no se debe subestimar es que aquí se puede estar manifestando una alianza de marginales, con mucha plata, que quieren una solución al Conflicto, o a los muchos conflictos. Que están dispuestos a jugar un papel electoral que comienza a preocupar a Santos, a Uribe y a todos los que creen que esto se resuelve con cifras macroeconómicas bien puestas en el Excel mientras se comienzan a descuadrar los vectores cartesianos de la popularidad del presidente Santos.

Pero debe preocupar más a los colombianos que creían que se había avanzado en el aislamiento de la lucha armada como opción de poder. Porque en todo caso, como lo dice un exeleno, este es un grito de independencia frente al establecimiento pero no de demarcación con la lucha armada, lo que anunciaría un severo retroceso. A menos que estemos jugando a la teoría leninista de un paso adelante dos pasos atrás.

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