La Reforma Agraria que necesitamos

Vie, 26/06/2015 - 12:01
En Colombia nunca ha habido una oportunidad única y feliz para hacer los ajustes en materia agrícola que tanto requiere el campo en los territorios nacionales, muy a pesar de los problemas en materi
En Colombia nunca ha habido una oportunidad única y feliz para hacer los ajustes en materia agrícola que tanto requiere el campo en los territorios nacionales, muy a pesar de los problemas en materia de orden público que existen al día de hoy, por cuenta de la arremetida de las Farc y la posterior respuesta militar a sus ataques. Es por esto que se hace necesario que el Proceso de Paz que se gesta en la Habana – Cuba, con el grupo guerrillero de las Farc, debe servir como abrebocas para una reforma agraria, pensada desde el campesinado y sus necesidades, que es como el orden de las cosas lo exige. No basta con restituir las tierras, también es necesario generar políticas públicas que incentiven la economía en el campo, dándole la importancia a las pequeñas unidades agrícolas familiares, abriéndoles las puertas en el mercado nacional y global, para que estas puedan participar en el mercado, sin el menor riesgo a verse en problemas a futuro por cuenta de las altas tasas en los créditos bancarios, que han llevado a la bancarrota a muchas de ellas en departamentos como Córdoba, Sucre, Bolívar, Boyacá, etc., que es el reclamo que muchos líderes del último paro agrario le hicieron al gobierno nacional. Insisto, no se puede dar mayor importancia a las grandes empresas del agro y ganadería, en detrimento de las pequeñas economías en el campo, porque a lo único que nos veremos abocados quienes hemos luchado por la propiedad de la tierra en Colombia, es a un segundo despojo, esta vez por la vía de la compra, de parte de gremios y empresas agrícolas. Es por esto que no puedo estar de acuerdo con el proyecto de Ley 223, con el que se pretende dar pie a las “Zonas de interés de desarrollo rural económico y social (Zidres)”, porque esto no está diseñado a favor de las familias que buscan poner a producir sus parcelas y fincas con sembrados, así sea en menor escala, sino más bien a favor de los grandes empresarios del agro, la ganadería y la minería. Es ahí donde uno no entiende porque en Colombia se discuten proyectos como estos, cuando se supone deberíamos preparar al campo para una eventual implementación de los acuerdos de paz que indiscutiblemente trae consigo una Reforma Agraria. Si no hacemos desde ya una transición para que los acuerdos de paz que se firmen en la Habana, no nos tomen de sorpresa, otros se nos pueden adelantar con la compra de tierras a las familias y pequeños comerciantes agrícolas, lo mismo que las multinacionales, interesadas en darle pie a una extranjerización de la tierra en Colombia. No entiendo entonces qué está esperando el gobierno nacional para poner al territorio a tono con unos eventuales diálogos de paz y que razón puede tener para darle paso a un Proyecto de Ley que va en contravía de una Reforma Agraria, que beneficie al campesinado y que todos estamos esperando. Como decía un personaje en la comedia de televisión de los años 80 y 90“Estas son las vainas que me embejucan a mí de este país”.  
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