La renuncia de Navarro

Lun, 02/04/2012 - 01:02
Todos perdimos. Con la renuncia de Navarro Wolff perdió el Alcalde Petro. Su estilo impetuoso  y su afán por gobernar en vértigo se compensaba con la voz serena y s

Todos perdimos. Con la renuncia de Navarro Wolff perdió el Alcalde Petro. Su estilo impetuoso  y su afán por gobernar en vértigo se compensaba con la voz serena y sensata de su Secretario de Gobierno. Y perdió Bogotá. La desazón de desgobierno que nos dejó Samuel Moreno se disipaba con una mano diestra en el arte de administrar. Y hasta la corta transición que lideró Clara López al final del cuatrienio, tenía en Navarro una solución de continuidad.

Con la salida de Navarro hay quienes han dicho que se fue el M-19 de la Constituyente del 91. Quisiera no creerlo. Ciertamente él como pocos encarna ese espíritu renovador pero conciliador. Y pocos dudamos de su firmeza para tomar decisiones lúcidas y audaces cuando así lo aconsejan los tiempos. Lideró junto a Pizarro el exitoso proceso de paz del M cuando la desmovilización de la guerrilla se consideraba una herejía o un acto de alta traición en el imaginario de buena parte de las izquierdas. Y ante el cadáver del propio Pizarro aplacó la voz de quienes pedían volver a la guerra y reclamó no dar marcha atrás en el compromiso con la paz de él y su gente. Y luego en tiempo récord construyó una imagen paradigmática de la reconciliación: Él mismo, Horacio Serpa y Álvaro Gómez proclamando la nueva Constitución de Colombia.

Volvió a Bogotá, esta vez de segundo. “Hace 20 años que no soy subalterno” dijo en algunas conversaciones privadas. Y en su corto paso por el Distrito lideró la aplicación de la estrategia de desarme ciudadano, encabezó los presupuestos participativos y empezó a entablar una relación respetuosa y fluida con el Concejo capitalino. Tuvo un desliz que pagó caro. En un exceso de franqueza propuso la participación burocrática de otros partidos en el gobierno distrital. Haberlo hecho después que el Alcalde armara su primera línea de gobierno,  cuando el Concejo elegiría mesas directivas y organismos de control y sin un previo y explícito acuerdo programático sobre el rumbo de la ciudad, fue interpretado por alguno como una operación propia de la política tradicional.

Algo me dice que en su salida hay razones no propiamente privadas. Me pregunto si un personaje como Alex Vernot tiene algo que ver. Vernot, además de “tirar línea” sobre los más sensibles temas de la ciudad,  no ahorró epítetos para atacar a Navarro. Y  Navarro no tendría problemas en cuidarle la espalda a su jefe jerárquico, pero no tiene porqué soportar las andanadas de un personaje sin ninguna relación contractual con la administración de la ciudad.

Pocos le creen al Alcalde cuando dice que no ha pasado nada. Como tampoco los bogotanos celebrarán con sus opositores la alegría por la salida de Navarro, como si no fuera preocupante que la ciudad perdiera la voz moderada del gobierno.  Ahora Petro debe encontrar quien reemplace a este peso pesado. No le será fácil. Aunque lo mejor sería al Alcalde poseído por el espíritu y el estilo de su saliente Secretario de Gobierno.

@AntonioSanguino

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