La resurrección de Pastrana

Lun, 01/04/2013 - 01:06
Apareció el expresidente Andrés Pastrana en la semana de pasión, “cargado de tigre” y lanzando dardos a diestra y siniestra. Se fue con todo contra s

Apareció el expresidente Andrés Pastrana en la semana de pasión, “cargado de tigre” y lanzando dardos a diestra y siniestra. Se fue con todo contra su exministro de Hacienda y hoy Presidente de la República. No se salvaron de sus ácidas críticas el Ministro del Interior, Fernando Carrillo, a quien llamó “camarero de Pablo Escobar”, y el exembajador en Washington Gabriel Silva, que fue comparado con la mula de Juan Valdez (pobre animal). Pastrana está muy contrariado porque el gobierno Santos pretende revelar el contenido de las actas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, en donde, al parecer, queda claro, quiénes fueron los verdaderos responsables del estropicio del fallo de la Haya con respecto a la soberanía colombiana sobre San Andrés.

El caballito de batalla escogido por Pastrana para fustigar al gobierno ha sido el proceso de paz de Santos con las FARC. Si el ataque contra las negociaciones viniera desde otro flanco del espectro ideológico o político, tendría sentido. No ocurre lo mismo en este caso: Pastrana fue el artífice del más estruendoso y desastroso proceso de paz del que se tenga noticia. Y estoy seguro que, en esa ocasión, Pastrana actuó con la mejor buena fe (por supuesto con gran candidez también), frente a una guerrilla rejugada y mañosa. Es obvio que la ira de Pastrana no tiene nada que ver con el proceso de paz como tal, sino con las intervenciones y constancias que esconden las actas de la discordia y que próximamente serán publicadas. Por ello, la actitud asumida por Pastrana, me parece mezquina, ruin y cobarde. No lo mueven sus ideas ni su preocupación por el país; lo motivan sus miedos e intereses. El clásico ejemplo del político colombiano. El argumento de Pastrana para deslegitimar el proceso de Santos con las FARC es absolutamente injustificable. Según el expresidente conservador, Santos no tenía un mandato para la paz. ¡Vaya estupidez! La paz es un derecho y un deber constitucional; el imperativo legal para un funcionario público es superior a la voluntad popular. Cualquier esfuerzo por la paz debe ser bien recibido por la sociedad en una nación que vive en guerra hace más de 50 años. De no ser así, el gobernante de turno debe “darse la pela”, por más impopular que sea su postura. Estamos en una democracia y hay derecho a disentir, pero con altura, coherencia, seriedad, compromiso y claridad. Lo anterior debe ser entendido en doble sentido: el Gobierno tampoco puede satanizar a todo aquel que esté en contra del proceso. Está bien, por ejemplo, que el expresidente Uribe se muestre en desacuerdo con el proceso: esa ha sido su posición consuetudinaria desde que iniciaron los diálogos. La disparidad de criterios es necesaria en un Estado de Derecho. Pastrana, en cambio, al principio de los mismos, aplaudió con entusiasmo y ensalzó a Santos; pero hoy, cuando su incompetencia como gobernante quedará inscrita en los anales de la historia, por cuenta de las actas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, sale a “pelar el cobre” mostrando su lado más oscuro. El rifirrafe de Santos y Pastrana –cachaquísimos ambos- ha servido para demostrar una vez más que la política colombiana es un verdadero circo: Pastrana contra Santos, Samper apoyando a Santos, Silva contra Uribe, Uribe contra Santos, Carrillo contra Uribe y Pastrana, y al final todos contra todos y en el medio un país que se desangra. ¡Qué locura! Reflexionen, señores; es un buen momento para hacerlo. La ñapa I: Felicidades y los mejores deseos para la mejor ciudad del mundo en su Bicentenario. ¡Te adoro Barranquilla de mi alma! La ñapa II: Espero que la tan anunciada Reforma a la Salud no se convierta en un esperpento parecido, o peor, que la frustrada Reforma  a la Justicia. abdelaespriella@lawyersenterprise.com
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