La Saga de Escobar: con el pecado y con el género

Jue, 16/08/2012 - 00:41
El Hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo, acaba de lanzar una marca de ropa Escobar Henao, sus dos apellidos, a los que había renunciado para llamarse Sebastián Marroquín. La marca es una verdadera apo
El Hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo, acaba de lanzar una marca de ropa Escobar Henao, sus dos apellidos, a los que había renunciado para llamarse Sebastián Marroquín. La marca es una verdadera apología, si no al delito, sí al delincuente. Su cédula, las fotos cuando cayó preso por primera vez, su firma, la foto de la avioneta de su primer ¨corone¨, sus imágenes en motos acuáticas y la foto con su ¨Sebastián¨ frente a la Casa Blanca hacen parte de la galería de estampados que llevarán las camisetas y pantalones que producirá esta inolvidable marca, más para mal que para bien, entre los colombianos. El tema ha causado más que impacto y anuncia una gran controversia. Y es que contra toda lógica de presentación los familiares de Escobar no renuncian a seguir haciendo negocio con la sombra del capo. Su hermana Marina Escobar escribió hace un par de años El Otro Pablo, un libro donde incluso ella acepta que tangencialmente participó de algunas actividades ilícitas del jefe del Cartel de Medellín pero no oculta que intenta mostrar el aparente lado bueno de su hermano. Roberto Escobar Gaviria, alias el Osito, había escrito hace algunos años Mi hermano Pablo, que con la ayuda de un periodista intentó hacer una especie de edición revisionista de la historia de El Patrón, como lo llamaban en su época tanto secuaces como súbditos. El Osito también es el dueño ahora de una empresa que se inventó un tour para seguir los pasos que recorrió Escobar en los que incluye la casa donde nació, la escuela donde estudió, el edificio Mónaco donde guardaba su colección de coches, sus fincas, la famosa Hacienda Nápoles y hasta su estrafalaria tumba. Y el propio Juan Pablo en compañía de un joven cineasta argentino produjo la película Los Pecados de mi Padre, que en el trasfondo pretende aceptar que el narcotraficante cometió errores pero deja ver que lo que quiere es mostrar que era un hombre de buen corazón. Lo cierto es que la saga de Escobar no solo se esfuerza porque los colombianos le den una mirada más benevolente al que fuera tal vez el peor criminal particular que haya dado el mundo, sino que cree sin ningún pudor que tiene los derechos de explotación de su leyenda. Lo que en plata blanca significa que ya que se quedaron con el pecado no quieren quedarse sin el género. Es evidente que se mortifican con los pesitos que se hayan podido ganar quienes por contar una historia sobre el capo, ya sea fiel a la realidad o a la fantasía de algunos escritores culiprontos. Es notorio que no pueden dormir tranquilos porque alguien explote su ¨buen mal nombre¨ y sus orgullos familiares y reivindicaciones heroicistas los trasnocha hasta el punto de que piensan que deben lucrarse de semejante época sin importar que para el resto de colombianos fue una verdadera tragedia. Es más, no debe ser coincidencia que la serie de El Patrón del Mal, que con todos sus defectos ha logrado mostrar la capacidad criminal y la frialdad del capo narcoterrorista, haya despertado en su familia la intención de contrarrestar la ¨mala propaganda¨ que le hacen los medios con ideas que pretenden inmortalizar este personaje. Pero acaso alguien se puede imaginar que sea válido permitir que se siga ofendiendo a tanta gente víctima del narcoterrorismo impunemente. Será verdad que los que dicen haber criticado o enfrentado a Pablo Escobar por sus prácticas delictivas se mantienen a raya de las actividades ilícitas, llámese corrupción, ilegalidad o complicidad. Ya comienzan también a manifestarse las olas de indignados contra esta tendencia mercachifle y cínica impulsada por los propios herederos de esta gesta criminal. Se oyen tímidas voces para que las autoridades hagan algo para evitar que los Escobar continúen intentando mitificar una figura que dejo tanta estela de dolor y sangre en nuestro país. Algunos ya están pensando en la posibilidad de que esto se pueda tipificar como apología al delito, lo que obviamente está identificado como conductas reprochables pero no son fácilmente punibles. No es un acto ilícito pero a todas luces puede instigar y conducir al delito. Es como si en Europa se permitiera hacer apología Hitler o a Mussolini. Por lo menos en España ya han existido varios casos de jurisprudencia en donde se ha condenado, aunque con penas excarcelables, la apología al nazismo. Porque tal vez en Colombia lo que no existe es una verdadera conciencia del resarcimiento a las víctimas. No hay solidaridad permanente con quienes de alguna manera cayeron por cuenta de la demencial carrera asesina de Escobar contra las instituciones y contra la sociedad entera. Ese es el verdadero drama colombiano que las expresiones de apoyo a quienes sufrieron en carne propia la despiadada acción criminal de Escobar es y ha sido flor de un día.
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